☆CAPÍTULO 8☆

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Acuerdo pasado

Arman

Sus pupilas están dilatadas, me mira exactamente a los ojos sin apartar ni un segundo la mirada. Sus labios no dejan de mostrar esa sonrisa desdeñosa .

—Quizás haya tomado alguna cosita —me muestra con los dedos de su mano libre la cantidad.

La tomo de las dos manos y la pongo encima del sofá, voy a los guardaespaldas para encontrar más información.

—Señor —hace una reverencia.

—He dicho que cuidaras cada movimiento, porque mierda ahora me entero que está drogada.

Se posiciona nervioso.

—Cuando estábamos protegiendo, oí como las amigas de la señorita le decían que tomara algo para tener el valor —para de hablar, como si estuviera a punto de decir uno de los secretos más grandes del mundo.

—¿Valor a qué? —pregunto, intentando calmarme.

—Es que...en ese instante no escuche muy bien que es lo que ella decía debido a los chillidos de las mujeres y la música.. —vuelve a dejar de hablar, consumiendo mi paciencia—... esas mujeres empezaron a decirle muchas cosas.

—¿Cómo cuáles?

—Señor...son un —lo interrumpo.

—Dilas —ordeno.

—Pues que ellas teniéndolo a usted hubieran hecho muchas cosas y en el momento justo cuando le daban esa droga rara, de repente unos cuatro hombres entraron en la zona y tuvimos que ocuparnos de ellos y ella al final se lo tomó.

¿Por qué ella acepto tomar esa mierda?

Froto mi cara aguatando mis ganas de matar a todo el que me vea.

Camino de nuevo al sofá donde está sentada Katerina para tomarla en brazos.

—Ya has pensado mejor que eso de ser un aguafiestas es una mierda —deja su cabeza en mi pecho al tenerla levantada en mis brazos, ya caminando hacía la salida.

—Duérmete mejor —digo saliendo ya del club por la parte trasera, para así no arriesgar y toparnos con algún paparazzi.

—Que buena vista —tira de la parte abierta de mi camisa, ignorando por completo mi petición.

—Katerina, quita la mano —le digo al sentir como la adentra dentro de mi camisa.

—Siempre pensé como sentiría tocar esto —acaricia mi abdomen

Los demonios en mi cabeza están en una batalla constante en mantenerse cuerdo o perder la cordura del todo. Al llegar al coche abro rápidamente la puerta del copiloto deshaciéndome de su agarre al ponerla encima de la silla y ponerle el cinturón de seguridad.

Rodeo el coche, abro la puerta del coche y entro dentro sintiendo la mirada pesada sobre mí. No me está gustando para nada verla de esta manera, que este así.

—¿Por qué no sigues haciendo esos chistes que siempre haces? —la miro y veo como hecha la cabeza hacia atrás, le es difícil hasta pronunciar las palabras.

Decido no responderle e ignorarla poniendo el coche en marcha. A casa no la llevaré de esta manera, menos si quizás puede despertar a su hermana y ella la podría ver de esta manera.

Ya solo quiero que llegue la mañana para poderme reír de su molestia y vergüenza al saber todo lo que su boca soltaba o lo que sus manos tocaban.

ARMAN © [#2 Serie Velkov]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora