ARMAN © [#2 Serie Velkov]

☆CAPÍTULO 38☆

Destino

Katerina Velkova.

La sala se queda en total silencio mientras que las miradas hablan por sí solas, unos reflejando el asombro a las palabras de su líder y aunque yo lo esconda también me sorprende. No esperaba que el propio hijo del hombre al que mataron los padres de Arman haya aceptado, bastante listo por su parte.

—Entonces vamos a firmar —grita uno de los hombres rompiendo la tensión entre nosotros y Francisco.

Denis se acerca a la mesa y abre la carpeta dejando a la vista el papel que decidirá el futuro de muchos países y que cualquier error o palabra que pueda ofender nos podrá llevar a la guerra. Empieza a pasar el papel comenzando con Francisco y su gente, para asegurarnos de que no hay ninguna marcha atrás.

Francisco toma el boli en su mano y firma sin dejar de mirarme venenoso y amargo, sin embargo, yo no me dejo intimidar y le devuelvo de la misma manera o incluso peor aquella mirada.

El papel avanza por todas las personas hasta que últimamente nos toca a Arman y a mí firmar, y en ese preciso momento; cuando el bolígrafo toca el papel y hago mi firma, toda la tensión del momento y esa pesadez sobre los hombros desaparece.

Lo conseguí.

Mi yo de pequeña estaría orgullosa de saber lo que pude lograr y que pude superar muchos de mis miedos.

Todos se levantan de sus sillas y se acercan unos a otros para estrechar las manos.

—Un placer hacer este tratado con ustedes —menciona uno de los hombres—. Espero que este tratado dure mucho y que no haya más conflicto —me fijo en su traje y observo la pequeña bandera que lo adorna. Alemania.

—El placer es nuestro —respondo yo.

Cuando el señor está a punto de irse a sus espaldas aparece Francisco, teniendo toda su atención en mí. El alemán se da la vuelta para luego darle unas palmaditas en la espalda del hombre.

—Muy bien hecho —al decir eso nos da un saludo de cabeza antes de irse.

Le sonrío al señor hasta que desaparece de mi campo de visión, volviendo la mirada al líder de la mafia francesa. Al mirarle tiende su mano en mi dirección.

—Veo que está feliz de haber ganado —su cara de molestia aún sigue, sin embargo yo sigo reflejando mi sonrisa.

—No solo he ganado yo, hemos ganado todos. La guerra no trae beneficios y eso creo que lo sabe más que bien señor Blaz.

Estrecho su mano en signo de paz, aunque más bien podríamos decir que es de calma. Deja mi mano para luego estirarla hacia Arman.

—Tú y yo nos conocemos bien —asegura el francés.

Arman toma su mano y empiezan a sacudirlas lentamente.

—Mejor dicho, nuestros padres se conocen bien.

El francés traga fuerte tensando su mandíbula.

—Mejor mantenga su boca cerrada, señor Velkov —advierte tratando de verse imponente.

—Yo hablo cuando me sale de los cojones. ¿Me entendiste?

Intervengo entre los dos cuando veo que la tensión está a punto de llevar este apretón de manos a algo más allá.

—Por favor retírese —le pido a Francisco y parece obedecer.

Empieza a andar manteniendo su mirada en Arman hasta que sale por la puerta.