XXII

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- ¿Qué demonios es eso...? - preguntó Scott con la mirada desenfocada. Helena siguió la dirección de la mirada del chico. Y es que en la esquina de la calle, una inmensa figura oscura de ojos rojos les miraba. Su mente necesitó unos segundos para comprender que aquello era un perro del infierno que acababa de salir de la nada.

- Un perro del infierno - Helena metió la mano en su bolso y sacó un pequeño puñal de bronce celestial que llevaba. En otro situación le hubiera gustado llevar su arco y todo un carcaj de flechas pero en aquel estúpido bolso no le cabían sus armas - Scott... Quédate detrás de mí. Y si te digo que corras. Corres -

Helena contempló a aquel enorme ejemplar de perro del infierno con una mezcla de miedo y determinación mientras empuñaba su arma. El monstruo no se acercó de buenas primeras. Mantenía una distancia de seguridad mientras examinaba a sus presas. Por su parte, Helena ya había enfrentado a otros perros del infierno y había recibido el entrenamiento adecuado en el Campamento Mestizo. Es decir, que contaba con los conocimientos y la experiencia. Sin embargo, había algo diferente esta vez... Scott.

A su lado no estaba el semidiós más poderoso que caminaba por la tierra, sino un simple y asustado mortal. Se había acostumbrado a pelear al lado de Dante, y eso era como tener un seguro de vida siempre a mano. Pero esta vez Dante no estaba y no era solo su vida lo que dependía de lo que hiciese ahora, sino también la de un inocente - Helena... ¿Qué está...? -

Antes de que el chico pudiese acabar la frase, el perro del infierno rugió con fuerza. Aquel bramido barrió todo el lugar. Casi parecía como si el tiempo se hubiese congelado a su alrededor. Helena apretó con fuerza el mango de su arma y se lanzó contra el sabueso infernal. Aquel monstruoso perro alzó una de sus garras dispuesto a destrozar a la chica. Sin embargo, Helena estaba preparada para esto. La hija de Apolo rodó sobre el suelo mojado y esquivó con facilidad el ataque. Después, con agilidad felina se lanzó a por el morro del sabueso y clavó su puñal en su ojo derecho. El perro del infierno aulló de dolor mientras sacudía la cabeza, intentando liberarse de la chica. Helena aprovechó este zarandeo para sacar el puñal y caer bajo el cuello desprotegido del monstruo.

La chica se lanzó contra la parte más vulnerable del sabueso infernal y le clavó el puñal cuatro veces con todas sus fuerzas. Helena dio un salto hacia atrás justo cuando el monstruo se desmoronaba sobre ella - Dante lo hace muy fácil... - jadeó la chica mientras se limpiaba la lluvia que caía sobre sus ojos. En menos de un minuto el perro del infierno acabó por reducirse en una montaña de polvo dorado que fue arrastrada por la lluvia hasta no dejar ni rastro de este.

Helena escaneó a su alrededor pero parecía que ya no había ningún nuevo enemigo cerca. Limpió la hoja de su arma con el dorso de la mano y la volvió a guardar en su bolso - He... Helena... - musitó Scott con voz ahogada. El chico la miraba con una mezcla de terror y perplejidad, como si su cerebro no fuese capaz de procesar lo que acababa de ver - ¿Qué ha...? ¿Qué está...? -

La hija de Apolo se acercó a su amigo con paso resuelto y le agarró del brazo con dulzura - ¿Pasa algo? - dijo, rezando porque la Niebla empezase a trabajar. Al final del día Scott era un mortal común y corriente, y por muy impactante que fuese lo que acababa de ver, la Niebla debería de reconfigurar lo que acababa de ver para que su cerbero de mortal pudiese comprenderlo.

- Había un... Había un perro enorme - musitó el chico mientras señalaba la esquina de donde el sabueso del infierno había surgido - Y tú... Tú tenías un cuchillo. Y lo has matado... -

Eso ha sido demasiado preciso, pensó Helena mientras veía la mirada desenfocada del chico. A estas alturas la Niebla ya debería de estar actuando. Scott no debería de ser capaz de describir lo que acababa de pasar con tanta exactitud - Scott, cariño. ¿De qué estás hablando? - dijo con una sonrisa forzada - Creo que se te está subiendo el alcohol -

ARES #4 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora