XXIX

101 12 2
                                    

Si a Dante le hubieran dado la oportunidad de opinar, probablemente habría propuesto hacer el viaje con su moto o en tren, la verdad es que le daba igual. Pero los dioses tenían la fea costumbre de hablar mucho y escuchar poco. Antes siquiera de que pudiese decir algo, su padre ya los estaba convirtiendo en una columna de fuego que salió disparada al cielo, dirección Manhattan.

Sin lugar a dudas, el viaje fue rápido y cálido. Sobre todo cálido. Su cerebro ni siquiera tuvo tiempo de procesar lo que estaba pasando. Cuando abrió los ojos ya estaban en pleno Central Park, rodeados de personas que le miraban como si fuese algún tipo de espectáculo callejero. Dante miró a su derecha justo cuando una columna de fuego se convertía en Mia. La chica cayó al suelo de culo con la mirada perdida - ¿Qué acaba de...? - miró hacia arriba y se cruzó con Dante - Fuego... - musitó mientras señalaba el cabello del chico.

El hijo de Marte reaccionó al instante y corrió hacia el lago de Central Park mientras su pelo ardía como una antorcha. Cuando estuvo a diez metros de la orilla dio un tremendo salto y se zambulló en el agua. Ignorando lo suciaque estaba el agua, Dante podría afirmar que aquel baño fue de lo más placentero. Su temperatura corporal que debía superar fácilmente los cuarenta grados volvió a números más aceptables y sobre todo, el fuego de su cabeza se apagó.

Cuando salió a flote, lo primero que escuchó fue la voz de Mia - ¿Estás bien? - preguntó la chica desde la orilla.

- Estoy mojado - resopló él mientras empezaba a caminar hacia fuera del lago. Lo bueno fue que en cuanto el fuego de su cabellera desapareció, la multitud de mortales que les observaban desaparecieron. Ahora no eran más que dos críos, uno calado hasta los huesos y la otra empapada en sudor.

- Dioses... Después de ese baño da gracias si no te sale un tercer ojo.

- Muy graciosa - bufó Dante. El chico se quitó la sudadera y la exprimió, intentando quitar la mayor cantidad de agua posible - Te veo muy tranquila para haber sido teletransportada a la otra punta del país -

- Sí... Supongo que con el tiempo he aprendido a no darle muchas vueltas a las cosas - respondió ella mientras estiraba los brazos - Sobre todo cuando me convierto en una bola de fuego que surca el cielo - clavó su mirada en Dante mientras arrugaba el morro - O cuando mi compañero decide, sin preguntarme, pelearse con Hermes -

Dante ignoró la mirada de la chica y echó a andar - No voy a pedir perdón por eso... No te debo ninguna explicación -

- Eres... - Mia suspiró, agotada - En fin... ¿Y ahora qué? -

Dante siguió andando hasta que llegó a un extraño grupo de piedras que había en el centro del parque. Eran tres piedras que parecían haber surgido de la nada y sin duda no pegaban con el resto de la decoración de Central Park - ¿Ahora? Ahora toca bajar al Hades -

- ¿Al Hades? - preguntó la chica con los ojos abiertos como platos - ¿Por qué tenemos que bajar allí? -

Dante se quitó la camiseta mojada y empezó a exprimir su camiseta, intentando quitarle el agua - ¿No oíste lo que dijo la señora Castellan? - la chica pensó durante unos segundos y negó - La maldición de Aquiles... -

En cuanto el chico pronunció el nombre del legendario héroe, una bombilla se encendió en la mente de la chica - El Estigio -

- Correcto - asintió Dante mientras echaba a andar.

Mia se colocó al lado suyo, pero ella solo veía un par de piedras enormes - ¿Y cómo vamos a bajar al inframundo? -

- Bueno... Conozco un camino - respondió él con una sonrisa mientras veía como el hilo dorado de Hestia se filtraba en un hueco entre las piedras.

ARES #4 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora