XLIV

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Dante, Helena y Scott avanzaron por el Laberinto en el más absoluto de los silencios. Después de lo que había pasado con Dédalo el hijo de Marte no sabía ni que decir. No estaba enfadado, la bofetada no le importaba. Pero con cada paso que daba su corazón se encogía y se quejaba. Y tras un rato en silencio, decidió hablar - Helena... - dijo mientras se detenía. Sin embargo, la hija de Apolo no paró y siguió andando - Helena... - volvió a llamarla.

La chica se detuvo unos cinco metros más adelante - Pensaba que tenías prisa - dijo sin dignarse a mirarle.

- Mira... Se que tienes muchas preguntas. Se que estás enfadada y lo entiendo - siguió él - ¿Pero me creerías si te dijese que lo único que he hecho desde que me fui ha sido para protegerte? - Helena no respondió. Dante quería que se girase, quería que le dijese algo porque aquel silencio le estaba matando por dentro - Créeme... Ojalá hubiese podido hacer las cosas de otra manera... Pero esta es la única manera que conozco -

- ¿La única manera de qué, Dante? - respondió ella - ¿De mantenerme a salvo? Nunca quise que me protegieses - se giró y el hijo de Marte pudo ver como sus ojos estaban llenos de lágrimas - Ni una sola vez te pedí que lo hicieses. Siempre quise luchar a tu lado. Quería que nos cuidásemos las espaldas el uno al otro. Pero nunca me dejaste -

- Helena... - musitó él mientras miraba a Scott de reojo - Oye... ¿Puedes dejarnos a solas un momento? -

El chico miró a Helena un segundo y después a Dante. Finalmente, se dio media vuelta y se internó en la oscuridad - No tardéis mucho... -

Dante esperó unos segundos hasta que dejó de escuchar los pasos de Scott - Helena... No puedo dejar que cuides mis espaldas... Es demasiado peligroso -

Helena se acercó a él dando pisotones y le cogió del cuello de la camiseta, obligándole a mirarla - ¿Quién se supone que eres tú? Porque el Dante que yo conozco no es un ni un llorica ni un cobarde -

Él tardó unos segundos en responder. Aquella reacción tan agresiva de Helena le pilló con la guardia baja. Entonces, una idea asaltó su mente - Tienes razón... - musitó mientras se llevaba la mano al antebrazo derecho - No me conoces -

- ¿De qué estás hablando? - preguntó ella, dando un par de pasos hacia atrás.

Dante tomó el vendaje que envolvía su antebrazo derecho. Solo tenía que dar un tirón y revelaría su tatuaje del Campamento Júpiter... Y a partir de ahí solo tendría que hablar con Helena... Explicarle quién era en realidad - ¿En serio, Dante? - musitó la voz del diablillo - ¿Es que aún no lo entiendes? Si haces eso... Esa chica estará condenada. Mira lo que le ha pasado a Mia... ¿Quieres que a Helena le pase lo mismo? -

Dante apretó su antebrazo con rabia, como si quisiese arrancárselo de cuajo - ¿No vas a decir nada...? - murmuró Helena mientras apretaba los puños, intentando contener la rabia - ¿Por qué siempre tienes que hacer las cosas así? -

- Yo... Lo siento... - musitó mientras soltaba su brazo. No podía hacerlo - Créeme... Hay tantas cosas que te quiero contar - una sonrisa triste se pintó sobre sus labios - Pero no puedo... No tengo el valor para hacerlo -

Helena retrocedió hasta que su espalda tocó la pared del Laberinto - Tienes razón... No te reconozco -

Aquellas palabras se clavaron en el corazón de Dante como puñales - Lo siento... Tal vez cuando acabe esta misión... Cuando tenga todo controlado... -

- No - le interrumpió ella - Estoy harta de que las cosas sean así contigo... No se que te ha pasado estos últimos años. Pero has cambiado. No eres el chico que conocí... No eres el chico del que me enamoré - Dante necesitó agachar la mirada. Las palabras de Helena se sentían como losas sobre su espalda. Y lo más triste es que le dolía tanto porque tenía razón - Pero te voy a dar una última oportunidad, Dante... Aquí y ahora - él alzó la mirada esperanzado - Explícame por qué... Explícame todo lo que ha pasado este último año - la hija de Apolo tenía los nudillos blancos de tanto apretarlos - Créeme. Intentaré creerte. Quiero creerte... Pero necesito que me hables -

ARES #4 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora