XXIV

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- Se recuperará - dijo Hestia en cuanto acabó de aplicar el ungüento que había preparado con la sangre de Cerbero. Jason, quien estaba sentado al lado de la hoguera, suspiró aliviado y se dejó caer hacia atrás. La diosa arropó de nuevo a la chica y fue a sentarse con los chicos - Ahora lo único que podemos hacer es dejarla descansar -

- ¿Cuánto tardará en despertar? - preguntó el menor mientras contemplaba el techo de aquel extraño sótano.

- No lo sé... Reyna posee una fuerte constitución. Dudo que muchos semidioses pudieran aguantar lo que ella ha aguantado - la diosa hizo un ademán sobre la hoguera apagada y esta volvió a encenderse - Por el momento no hay ninguna prisa. Este lugar es seguro así que vosotros también podríais descansar -

Dante asintió con pesadez y se colocó la capucha de la sudadera. El hijo de Marte se alejó un poco de la luz de la hoguera y se apoyó contra una pared. Por su parte, el hijo de Júpiter se acercó a Reyna. La chica dormía en el suelo, aun envuelta en decenas de sábanas. Sin duda estaba mejorando. Su piel había recuperado un color más natural y las antiguas venas de color violeta intenso ahora parecían haberse apagado - Si quieres... - dijo la diosa del hogar mientras le entregaba una almohada y un par de sábanas - Puedes descansar junto a ella -

Jason asintió con una sonrisa e improvisó una cama junto a la de la chica. En menos de un minuto, el romano ya dormía plácidamente junto a su compañera pretora. Dante contempló aquella escena desde la distancia, a la vez que una extraña sensación se extendía por su pecho - Son muy jóvenes - dijo Hestia mientras se sentaba a su lado.

- Demasiado jóvenes - asintió el hijo de Marte mientras cerraba los ojos. No tenía pensado dormir. La llegada de la Muerte con M mayúscula le había puesto nervioso. Y hasta que no estuviese absolutamente seguro de que estaban a salvo no iba a dormir. Pero claro, eso no significaba que no pudiese descansar los ojos unos segundos.

- Intenta dormir un poco.

- Estoy bien - respondió el chico, abriendo los ojos al instante.

Hestia sonrió ante la respuesta del chico y con un gesto hizo que la intensidad de las llamas se redujese. Aún se podía ver a la perfección pero ahora había un ambiente más tranquilo que invitaba a por lo menos echar una breve siesta - Sé que estás bien. Y que probablemente podrías seguir así durante días - dijo Hestia - Pero no te haría daño descansar un poco -

Dante se quedó mirando el hueco por el que hacía menos de un día habían caído. Ahora, por este entraba un poco de agua que caía en forma de catarata y la luz de los relámpagos que aun resonaban a la distancia. Entonces, Dante recordó el rostro asustado de Helena e iluminado por los rayos que iluminaban la noche de Sacramento - No... Hay algo que tengo que hacer -

El hijo de Marte se incorporó con pesadez - ¿Estás seguro? - le preguntó la diosa como si pudiese leer sus pensamientos.

Dante se acercó a Jason y Reyna. Ambos dormían plácidamente como si nada hubiese pasado. Era una imagen reconfortante - Sí... Necesito verla -

*********

- He vuelto... - suspiró Dante mientras se detenía frente a la casa. Había caminado durante una hora y ya casi era de madrugada. Sin embargo, la casa de los Norton brillaba por dentro.

- ¿En serio? - musitó el diablillo mientras aparecía delante suya - ¿Qué vas a hacer, Dante? ¿Volver arrastrándote como un perro? La viste. Estaba con ese mortal. Ya está con otro -

- Cierra la puta boca - respondió Dante con la mirada fija en la ventana de la habitación de Helena. La luz estaba encendida y podía ver sombras moviéndose en ella. La criatura abrió la boca para responder pero de un manotazo Dante la hizo desaparecer.

ARES #4 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora