El viento soplaba suavemente, el césped y el campo de flores se movían suavemente, el cielo tenía un hermoso tono color azul, las nubes que había eran blancas como la nieve, el mar tenía su intenso tono color azul, el sol se reflejaba haciendo que brillara intensamente.
Un joven azabache se encontraba sentado en el césped disfrutando de la pequeña brisa que provenía del mar, tenía los ojos cerrados disfrutando del silencio que tenía, había permanecido ahí desde el amanecer, le encantaba estar ahí y aún más si tenía la paz que a veces le hacía falta.
Escucho pasos detrás de el, abrió sus ojos para encontrarse con los ojos de su amiga Aroia.— Se nos hace tarde, Samuel —enfatizó la última palabra haciendo que su amigo rodará los ojos.
— Vegetta, mi nombre es Vegetta —su amiga rio ante eso.
— Me gusta más Samuel —Vegetta bufo divertido.
— Sabía que no tenían que saber mi nombre real.
— ¿Que, acaso no te gusta ser el tataranieto de Maximiliano de Luque, uno de los mayores héroes de Isla Calabera? —dijo con claro dramatismo.
— Nunca lo haría, pero me gustaba que todo estuviera en secreto entre mi familia y yo —le sonrió al escuchar a su amiga bufar—. Mejor vámonos, tienes razón, ya casi es hora de irnos.
Se levantó y ambos empezaron a caminar hacia el puerto se Isla Calabera, mientras cruzaban el pueblo los habitantes saludaban a manos piratas, estos respondían en saludó alegremente.
Cuando llegaron sus amigos estaban platicando y riendo, cuando los vieron les saludaron.— ¡Que bueno que ya llegaron, ya casi nos vamos! —dijo con emoción Arsilex.
— Si, ya llegamos, a fuerza paro llegamos, Samuel no quería venir —contesto Aroia.
— Vegetta, V-E-G-E-T-T-A —dijo con un poco de molestia Vegetta mientras se cruzaba de brazos.
— ¡Ay, no dejas ser feliz a uno! —dijo mientras los tres reían.
Algunos pueblerinos fueron al puerto para despedirse de sus piratas, se iban por algunas semanas para buscar nuevas islas y conocer los pueblos vecinos, cuando todo estuvo listo los once subieron al barco y se pusieron en sus puestos, era hora de partir, el barco empezó a moverse y los pueblerinos empezaron a ondear sus sombreros o algún pañuelo para despedirse de ellos, estos movían sus manos en señal de despedida.
Pronto la distancia entre el puerto y el barco se hizo más grande, Vegetita estaba al frente del timón, ¿Estaba nervioso? Si, ¿Tenía miedo? Si, ¿Estaba emocionado? Si.
Tenía todas las emociones pero eran más las positivas.— Bien... ¿A dónde iremos? —pregunto Herny mientras se recargaba en la valla de madera.
— No lo sé —contesto con mucha facilidad—. A dónde nos quiera llevar el océano quizás.
— Me gusta esa respuesta —ambos sonrieron.
— Pues prepárate, porque este viaje no será tranquilo.
— No lo tenía previsto.
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Vegetta se levantó a altas horas de la noche, miro a su alrededor, sus compañeros dormían plácidamente.
Se levantó con cuidado, se puso su abrigo y salió a la cubierta, el frío le pegó en su cara suavemente.
Camino y apoyo sus manos en las vallas de madera.
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> Una Leyenda De Piratas <
AventuraUn engaño que sucedió años atrás desencadenaron una pequeña guerra entre las personas. Los dioses lograron traer la paz de nuevo. Y a los culpables encerraron en un lugar que ningún ser humano había pisado... Años después. Una serie de mentiras h...