Prologo

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Estoy tan agobiada, tengo dolor de cabeza, siento que me va a estallar

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Estoy tan agobiada, tengo dolor de cabeza, siento que me va a estallar. Acababa de terminar de estudiar y hacer algunos trabajos finales, lo único que quiero en estos momentos es meterme en la cama para descansar un rato. Subo a mi cuarto, lo bueno de vivir sola es que al momento de relajarte un rato no hay ruidos, ni gritos, ni platos chocando al lavarlos ni el televisor encendido. A no ser...

— ¿Aló?

Si, a no ser que alguien te llame por teléfono en el momento menos indicado, justo en el momento en el que decido dormir un rato,en el momento que mi lindo y delicado cuerpo toca el suave colchón. Y lo peor es que ese alguien sea tu madre. ¿Ya he dicho que siento que me estallara la cabeza?

— Hola, hija. Que gusto hablar contigo. — la voz de mi madre era alegre.

— Hola, mamá, el gusto también es mío.

Era mentira, lo menos que quería es escuchar a mi madre. Ni a nadie. Empecé a sobar mis sienes tratando de calmar el dolor y poder saber porque mi madre me llamaba. Tenía que forzar un tono de voz alegre. Era eso o que una horda de preguntas se hicieran presente.

— ¿Cómo has estado?

— Bien, en estos momentos solo con un poco de dolor de cabeza. He estado estudiando toda la tarde.

— Oh, tomate una aspirina para que se te pase el dolor.

Okey, estoy a punto de colgar la llamada, quiero largarme a dormir un rato, ¿no puedo hacer eso? Fui subiendo las escaleras para ir adentrándome más a mi cuarto, la cama ya me estaba gritando y yo prácticamente estaba obedeciendo a sus gritos.

— Bueno, solo llamaba para decirte que la cena para conocer a tu novio, será para principios del mes que viene. Tu padre tendrá un viaje de negocios.

— ¿Cómo?

Estaba anonadada, me agarre del pasa manos para no caerme, me estaban dando unos de esos pequeños mareos, no hacía menos de seis meses que había terminado con el que antes era mi novio y mi madre ya me estaba pidiendo que le presentara a mi nuevo novio a principios del mes que viene.

— Si, ya sabes. Queremos conocer a tu novio, querida. Ya vienen esas reuniones familiares.

— Oh si, claro mamá, ahí estaremos.

— Los esperamos. Cuídate, te mandamos un beso tu padre y yo.

— Nos vemos, igual.

¿Y ahora qué podría hacer?

No tengo al novio que quiere que le presente mi madre, y si no consigo uno me iré directamente al estúpido matrimonio arreglado. Ahora que recuerdo... siempre ha pasado esto, bueno desde que tengo memoria. Es algo absurdo, ya que soy mayor de edad, vivo sola, estoy cursando la universidad y mis padres aun quieren hacer algún trato para casarme con algún tipo que no conozco, hijos de algunos de sus amigos a los que no tengo idea y no sé nada de nada de ellos, al igual que de sus hijos — literalmente hablando — por lo tanto yo no quiero estar haciendo el papel de persona amable con alguien que no conozco.

Aún estaba en la mitad de la escalera, por lo que decidí dar vuelta y bajar para ir a la cocina. Ya estando ahí tome un vaso y lo llene de agua, busque una aspirina en una pequeña bolsa donde suelo guardar el medicamento que llegó a tomar. Cuando encuentro mi objetivo, le quitó el envoltorio que tenía e ingiero la pastilla con el agua.

Debo de hacer algo inmediatamente, buscar a alguien que me pueda ayudar con mi farsa, ¿pero quién podrá ayudarme? Esa es una gran pregunta.

Ya estando en mi habitación, me recuesto aun dándole vuelta al asunto y eso hacía que me doliera aún más la cabeza, así que decidí apagar la luz y dormir un rato. Cuando toque la almohada y cerré mis ojos, instantáneamente y sin algún impedimento caí en los brazos de Morfeo.

Me desperté. En verdad solo fueron alrededor de veinte minutos los que dormí.

¿En serio?

Quería seguir durmiendo, mi cuerpo me lo pedía, pero no podía, ese remordimiento no me dejaba en paz. Ya era hora de empezar a actuar...

Salí de mi habitación para ir directamente al baño, acto seguido me lave la cara para despertarme un poco más y refrescarme. Saliendo baje las escaleras para tomar mi celular y marcar a mi mejor amiga para ver si ella me puede brindar alguna ayuda.

Los pitidos sonaron unas cuantas veces para después escuchar la voz algo chillona de mi amiga, la cual parecía que estaba molesta.

— ¿Qué es lo que quieres, Ely? — dijo algo molesta.

— Tenemos que hablar, necesito tu ayuda. — hago una mohín, creo que la he interrumpido en algo.

— ¿Qué pasa?

Me siento en el sofá un poco viejo de color café, rodando mis ojos por el repentino cambio de voz de Vanessa.

— Me ha llamado mi madre. — digo finalmente, un poco derrotada. Debería rendirme del todo.

— ¿En serio? ¿Y qué quería? No creo que sea tan mala la llamada de tu madre.

— Lo es, quiere conocer a mi pareja, la cual no tengo.

— Rayos, esto lo podemos denominar como alerta roja...

Claro que lo era. Tenía un pequeño problema, sinceramente mi vida es rara. Estaba entre la línea delgada de la cual creía o no que mis padres están viviendo a la antigüita, la cual es que tus hijos tienen que contraer matrimonio con otra persona, pero aquí es cuando ellos, raramente, dejan que tenga un novio para no hacer eso. De lo contrario, si no lo tengo, tienen que buscar a alguien para que yo me case.

— Tienes que ponerte manos a la obra amiga. O mejor dicho, tenemos que ponernos manos a la obra.

Maldición.



•••

¡Hey, hola! ¿Que tal? Aquí trayendo esta historia de vuelta, una historia que comencé a mediados del 2015 y no la he terminado jaja

Así que estaré corrigiendo todooos los errores ortográficos que tiene y subiendo de a poco los capítulos, veremos si me sirve para tomar el hilo de la historia y concluirla.

Espero que les siga gustando y a los nuevos, espero que les guste n.n

Gracias por leer.

Resubido:
04/08/2021, 6:13 p.m.

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