Capítulo nueve

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He llegado al hotel donde vive el idiota, justamente estoy en el estacionamiento sintiéndome demasiado dudosa para bajarme o no, apago el radio, cierro mis ojos y mi frente la apoyo en el volante

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He llegado al hotel donde vive el idiota, justamente estoy en el estacionamiento sintiéndome demasiado dudosa para bajarme o no, apago el radio, cierro mis ojos y mi frente la apoyo en el volante. Escuché como un carro buscaba lugar en el estacionamiento, eso hizo que levantara mi cabeza, me mire en el espejo retrovisor, viendo que mi frente se ha marcado por una de las costuras que tiene el forro del volante. Maldigo varias veces por lo bajo. Acomodo un poco mi cabello de la parte de mi frente para hacer que no se note la marca y notando como un botones está casi en la entrada viendo a esta dirección. Si rodeos abro la puerta, me bajo y voy directo al maletero donde bajo todo en menos de un minuto. Veo de reojo que el botones me sigue viendo pero ahora un poco extrañado, pero aun así no es capaz de ayudarme.

Suelto un suspiro para después comenzar a caminar hacia la puerta, donde ahora si el botones se moviera rápidamente tomando mi maleta con llantas y comenzar a caminar a mi lado.

— Hola, buenas tardes. — saluda cordialmente, su voz era algo ronca y baja. — Sea bienvenida a las instalaciones de Grand Crown Hotel. ¿Ya ha reservado o quiere ir a recepción?

— Buenas tardes, me quedaré en la habitación trescientos diecisiete. — me ahorro el hola, y continuo caminando hacia el ascensor que hay cerca, el botones se quedó extrañado al oír el número de la habitación.

— Pero señorita, esa habitación no está disponible desde hace ya algún tiempo. — el muchacho de ojos avellanas se detiene, veo que tiene el entrecejo un poco fruncido. — Así que si gusta, la puedo acompañar a recepción y podrá reservar otra habitación.

Que insistencia la de este chico, estaba a punto de comenzar a gritar pero me contuve, no quería hacer un escándalo aquí, sería el centro de toda la atención. Hoy era domingo así que alguna de la gente que pasaba por aquí —donde estábamos justamente parados enfrente de un ascensor— llevaba ropa algo "casual".

— Mira...— digo casi en un susurro. — Ya sé que no está disponible porque ya vive alguien ahí. Y si tú no me puedes ayudar, — apunte hacia mi maleta que estaba sostenida por su mano. — con mi maleta, yo sola puedo ir hacia ahí. Mira que puedo ir a gerencia y quejarme por una innecesaria insistencia, porque aquí, tú, no sabes nada.

Estuve a punto de arrebatarle mi maleta de la mano, pero él me lo impidió, apretó un botón llamando al ascensor.

— No se preocupe, que ahora mismo la llevo a su destino. — dice finalmente haciéndome sonreír victoriosamente.

El ascensor al fin abrió sus puertas, el botones me dejó entrar primero, sin pensarlo dos veces baje la bolsa que tenía en mi hombro, comenzaba a cansarme, vi cómo el muchacho pulsar el botón que parecía ser el del último piso, sentí como el ascensor comenzaba a moverse y se escuchaba como una cancioncita de fondo. El característico sonido que hace al abrirse las puertas hizo su aparición, comenzaba a inclinarse un poco para agarrar la bolsa pero el botones se adelantó.

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