Capítulo 10: Luz lunar.

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Sus pasos eran sellados por la nieve y eran atentamente vigilados por la luna. A pesar de que sintiera su nariz convertirse en escarcha, protegía con ambas manos el diario del frío. Como si las palabras en el fueran más valiosas que su propia vida. La oscuridad era su única compañía y solo a lo lejos vislumbraba una pequeña luz parpadeante que recordaba a una estrella.

Después de media hora alcanzó su destino y abrió la puerta que hizo sonar una campana, informando que alguien había entrado. El calor acarició su gélida piel y eso le hizo pensar en ella.

El anciano dependiente le juzgaba detrás de esas gafas algo sucias, pero el le ignoró y se dirigió hacia la chimenea para obtener calor, guardó en diario en uno de los grandes bolsillos de su abrigo y acercó las manos a la llama.

Oyó su voz, le pareció oírla claramente, tan musical y dulce como siempre, había dicho su nombre, después de que sus ojos la buscaran su cerebro se percató de que solo era la campana de la puerta, que había emitido el sonido por un golpe seco del viento, el latido de su corazón se relajó y observó detrás de la cristalina ventana a la luna. Le había recordado porque estaba allí. Se levantó y sin decir ni una sola palabra dejó el establecimiento.

Palabras sin pronunciar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora