La chica del cuarto grado B, me estaba mirando: debía admitir que tenía una bonita sonrisa, aun cuando le faltaban los dos dientes de enfrente. Quise responder con otra sonrisa, pero me limité a poner los ojos en blanco y cambiar de corredor.
—Creo que le gustas a la rubia —susurró la insoportable de mi prima.
—Si no me dices no me doy cuenta —contesté con más ganas de morir que vivir.
—Es cierto, la escuché hablando de ti.
—¿Qué podría estar hablando ella?
—Dijo que tenías unos lindos ojos —respondió mi prima, aun susurrando.
—Si alguien quiere enamorarme que alague mi sexi cerebro, no mi físico.
Ella sonrió, negando con la cabeza. La mayoría de mis compañeros ya habían tenido sus supuestas conquistas, presumían haber tomado la mano de muchas niñas, pero yo... bueno... yo... tenía salud, eso era lo importante.
¿Cómo había sido el cuarto año en la escuela? Insoportable, ningún niño diría, por voluntad propia que le gusta la escuela, a mí tampoco me gustaba, pero era mucho más agradable que llegar a casa y escuchar a mis padres discutiendo.
Ah, mis padres, si supieran la fortuna que mi yo adulto tendrá que gastar, todo por pagarme la terapia con el psicólogo.
Los recesos habían sido llevaderos, pues ahora mi prima estaba conmigo, no era tan confiable, pero peor era nada. Ella era menor, por lo que, me miraba en la responsabilidad de cuidarla.
...
—Royce, ¿Quieres pasar al frente? —era una nueva maestra, intentaba llevarse bien con todos y ser amable, pero yo era antipático, quería cambiar eso de mí, pero... joder... sí que era difícil.
—No, gracias —los demás compañeros se giraron hacia donde yo estaba, seguro para ejercer presión social o como sea que se diga, pero no lo iban a lograr.
Vamos, yo había crecido en un ambiente familiar disfuncional, donde la mayoría parecía tener doble personalidad, ¿en serio creían que montón de culos cagados mirándome directamente iba a afectarme? No, pues no.
—Royce —volvió a repetir la dulce maestra.
—He dicho que no quiero —no me gustaba pasar al frente, aun cuando sabía la respuesta de la pregunta.
—Que alguien más pase entonces —la misma niña de siempre se levantó de su asiento y colocó la respuesta en el pizarrón.
No tenía nada en contra de las niñas. Me parecían inteligentes y atractivas, algunas olían mal y tenían maneras extrañas de jugar, pero seguían siendo lindas.
No tenía nada en contra de ellas, apreciaba la belleza del sexo femenino y todas sus capacidades. Admitía que eran lindas, pues seguía teniendo ojos, pero no me llamaba la atención intercambiar saliva con alguna de ellas, tampoco tomarlas de la mano, nada de eso. Incluso la rubia linda del cuarto B, ella tampoco me gustaba.
—Entonces los dos niños se perdieron en el bosque —se suponía que estábamos inventando una historia entre todos, parecía que la dulce maestra se le reiniciaba el cerebro a cada rato, siempre nos ponía las mismas actividades, una y otra vez.
Faltaban unos 5 compañeros para que fuera mi turno, solía sentarme al final y casi siempre era el que cerraba la historia.
—Encontraron un lugar mágico, lleno de caramelos —mis compañeros seguían con su supuesta historia original, pero según lo que contaban, todos se habían puesto de acuerdo para plagiar Hansel y Gretel.
—La casa era enorme —la historia continuaba y yo solo estaba pensando en que estaría cocinándome mi hermano. Siempre me tenía comida cando llegaba a casa. En ocasiones hasta me iba a recoger y ahí aprovechaba la maestra para coquetear con él.
Le gustaban menores. Eso según mis conclusiones.
—Pero resultó que la bruja —ya casi era mi turno, ni siquiera había seguido el hilo de la historia...
—Royce, tú sigues —dijo la maestra, y los quejidos se hicieron presente en todo el salón. ¿Ya les dije que, generalmente yo era quien le daba el final a los estúpidos cuentos que inventaban mis compañeros? Pues, me tenían cierto rencor por eso.
—Maestra, déjenos terminar a nosotros —contestó la presumida del salón.
Pinche niña con costras, ¿Cómo era que se le decía? Costrosa, ¿así?
—Es el turno de Royce —insistió la maestra, ella era tan amable conmigo que hasta sentía que en verdad le gustaba mi hermano, le hacía ojitos: pestañeando rápidamente, pero el pendejo de mi hermano no se daba cuenta.
Mis compañeros se quedaron callados, esperando que yo continuara con su supuesta original historia.
—Entonces los niños empujaron a la bruja en un pozo, ella murió y ellos escaparon con un tesoro —fue lo primero que dije.
La expresión de satisfacción en sus rostros, ni siquiera había estado presentando atención a sus narraciones, pero sabía de qué iba la historia, porque muy originales no eran.
—Pero entonces, cuando casi estaban por llegar a su casa —, todos levantaron las cejas, esperando que no continuara —: Un dragón salió de la nada, tomó al niño por su camisa y lo arrojó por un acantilado, la niña intento escaparse, pero el dragón escupió fuego y la hizo cenizas.
Sonreí mostrando mis dientes. Porque yo si los tenía todos.
—Y fin —concluí.
—¡NOOOOOO! —gritaron todos al mismo tiempo.
—Con ellos dos. Ya van como 10 personajes que matas —acusó un compañero, desconocía su nombre.
¿Había matado tantos? Vaya, a veces era una cosa bárbara.
—Maestra —pidió ayuda otra niña. La maestra sonrió nerviosamente.
—Mis finales, mis reglas —dije.
Sabía que no les agradaba, pero ellos a mí tampoco. Me eran tan irrelevante que ni siquiera sabía sus nombres.
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La Historia De Royce (✔️)
Short Story"Hago cosas extrañas cuando estoy solo. Como pegar chicles en las sillas para que alguien más se siente y tenga una pequeña sorpresa". "Me gustan los chicles de frutillas que mi hermano me da" "Lo único interesante de las reuniones de mis padres, e...