Mi entrepierna ardía, la humedad que sentía me llevaba a un punto que no podía reconocer de mi mismo. Mi cara parecía querer estallar y mis piernas temblaban por lo bien que su lengua me estaba haciendo sentir.
—Recuéstate sobre la cama —suplicó él, guiándome hasta quedar sobre sus sabanas.
—Se supone que estamos estudiando —jadeé yo, entre bromas.
—Y lo hacemos —respondió él.
Nos habíamos conocido en tutorías independientes, ambos con 17 años, supuestamente estudiando en su casa.
—Déjame besarte, Royce —volvió a suplicar —. Por favor, déjame besarte.
Accedí porque también quería sentirlo, porque quería experimentar todo de una vez: experimentar con mis manos, mis pies, con mi lengua, con mi boca. Sentir cada parte de mí, ceder al placer de estar desnudo junto a otra persona.
—No dejes de hacerlo —habló a mi oído, refiriéndose a como mi mano subía y bajaba de su entrepierna —. Lo haces tan bien.
Me puse sobre él, no para quitarle el control de la situación, me puse sobre el chico porque deseaba besarle el cuello y hacerlo sentir tan bien como él me estaba haciendo sentir.
—Si seguimos así no podremos parar luego —le informé —. ¿Quieres que me detenga?
—No —su respiración excitada volvió a enviar impulsos a todo mi cuerpo.
Escuché como el cajón de la mesita se abría y él sacaba un condón.
—No quiero parar —avisó —. Tú... ¿Quieres parar?
Negué al instante.
Mierda, al fin iba a ponerme un maldito condón y lo iba a hacer con un chico, un chico. Ser consciente de la situación me puso ansioso, porque quería hacerlo con ese chico y él estaba debajo de mí, ayudándome a colocar el condón.
Ya no era solo besarme con alguien y calentarnos un poco. Ahora era más que eso.
—Lo haremos —dije.
—Lo haremos —respondió.
...
—¿La tutoría de español estuvo bien? —interrogó mi abuela al mirarme entrar.
Esperé un poco a que mis piernas se sintieran con la suficiente confianza para caminar hacia ella.
—Estuvo bien —respondí, evitando calentar mi cuerpo al recordar que tipo de tutorías había tenido —. Nada del otro mundo.
—Tu abuelo te está esperando en el taller —informó mi abuela. Cerrando y abriendo los ojos.
—Dejaré mis cosas arriba e iré de inmediato.
—Royce.
—¿Sí?
—Dúchate antes de salir.
—No te preocupes, ya lo hice.
Paré de hablar.
—Bien —ella se giró para limpiar algo y yo enrojecí.
¿No iba a preguntar más?
—Abuela... yo...
—¿Sí?
—No, nada. Creo me volveré a duchar —aseguré, antes de subir a mi habitación.
Y cuando estuve ahí me sentí culpable. No solo por mentir, me sentí culpable por hacerlo con un chico, siendo yo un chico. Nunca me gustaron las chicas, ni cuando estaba en la escuela y las niñas se acercaban a mí, y nunca pensé mucho en el tema, pero después de tener sexo con un chico y de sentir como mi cuerpo deseaba eso, me sentí mal. Por mí. Porque no quería decepcionar a mis abuelos.
...
Las siguientes semanas pasé evitando mirarlos a los ojos, ¿estaba mal? ¿Estaba mal sentir atracción hacia los chicos?
Había besado a un chico antes, pero mi mente se engañó, diciendo que solo era curiosidad.
Me obligué a fijarme en las chicas, a besarlas con la misma intensidad, a dejar que tocaran mi cuerpo y yo tocar el suyo, pero no avancé, no podía torturarme de esa manera y utilizarlas a ellas.
Pensé que podía sentir el mismo nivel de atracción con las chicas y los chicos, pero no fue así. No pude y eso estremeció mi mundo.
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La Historia De Royce (✔️)
Kısa Hikaye"Hago cosas extrañas cuando estoy solo. Como pegar chicles en las sillas para que alguien más se siente y tenga una pequeña sorpresa". "Me gustan los chicles de frutillas que mi hermano me da" "Lo único interesante de las reuniones de mis padres, e...