'Una conversación con mi abuelo'

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Se es consciente de que están muertos cuando los miras desde afuera del ataúd: cuando su cuerpo está acomodado en esas cajas horribles de madera y el cristal no hace más que distanciarte de ellos.

Pero incluso mirándolos en ese estado, en ambas ocasiones tuve el sentimiento de que despertarían. 

Yo sabía que mi hermano estaba muerto, y cuando sucedió lo de mi abuela, aun con todo el medicamento en mis venas, también sabia que ella estaba muerta, pero era imposible hacerme bien la idea de no tenerla conmigo.

—¿En qué piensas, Royce? —curioseó mi abuelo.

Lo llevaba al taller, iba de camino a la universidad y siempre me adelantaba una hora para poder pasar tiempo con mi abuelo.

—En cosas —contesté —. Pienso en cosas.

No apartó su mirada de mí.

—No siempre tienes que traerme, hijo.

—Lo sé, pero debo usar el auto, no usaría el auto si no te trajera al taller, me recogerían mis compañeros. ¿Qué sentido tendría el auto y la licencia de conducir?

Mi abuelo estuvo de acuerdo. 

Fue el silencio entre ambos lo que me hizo hablar:

—Sobre lo del otro día —comencé respirando hondo para tener el valor de continuar. 

Casi cinco días y ninguno de nosotros lo había mencionado, mi abuelo se hizo el desinteresado y a mí me daba miedo mencionar el tema. 

—¿Sobre el otro día? —repitió.

—Me acosté con un chico —confesé —. No es solo sexo. Me gustan los hombres.

—¿Es así?

—No todos los hombres... mierda... se entiende fatal. Me gustan algunos hombres. No me gustan las mujeres. ¿Entiendes a que me refiero? Hay personas que les gustan ambos; las mujeres y los hombres, pero a mí no me gustan las mujeres.  

—¿Nada?

—Ni un poco.

Y hubo un silencio.

—¿Puedes hacer eso?

—¿Qué? —apreté el volante al girar.

—¿Está bien hacer eso? A tu hermano también...

Lamí la sangre que había salido de mis labios, sin darme cuenta los había estado mordiendo.

—Lo siento, no quise decir eso —se disculpó con una voz tímida —. No sé cómo funcionan las cosas ahora. Tengo miedo de hacer o decir algo que no te guste, Royce. No quiero lastimarte.

—No lo haces —le hice saber.

—Tu abuela hubiera sabido qué hacer —se reprochó a sí mismo —. No quiero hacerte sentir mal y ser un mal abuelo.

—No eres un mal abuelo —confirmé.

—¿No lo soy?

—Desde el momento que te interesas por mis sentimientos, por no lastimarme con tus palabras o acciones, un mal abuelo no haría eso.

Detuve el auto en la entrada del taller.

—Si ese chico te gusta tanto como creo, no te limites solo por mí, o por otras personas. No le hagas lo mismo que a tu compañero de español. No lastimes a otros por tus inseguridades o por el miedo al que dirán. 

—¿Escuchas como si sabes qué decir? —le acaricié la cabeza solo por un momento. 

—Quisiera robarme tus cumplidos, pero eso fue algo que escuché de la abuela. Tu abuela siempre quiso decirte eso, Royce.

—¿Qué?

—Esa vez que rechazaste a tu compañero de español. Lloraste toda la noche y saliste temprano a comprar dulces y flores para disculparte con él.

Lloré en los brazos de ese chico, porque me gustaba y quería seguir sintiéndome bien y haciéndolo sentir bien, pero no era tan valiente como para admitir eso. Entonces, me disculpé como era correcto hacerlo y después del examen no volví a mirarlo.

¿Cómo sabía eso mi abuelo?

—Tu abuela me lo comentó, Royce.

—Ella...

—Es tu abuela, una vez te le acercaste y le dijiste que te gustaba un compañero de grado. Lo sabía incluso antes de que sintieras inseguridad con el tema. Siempre iba a abrazarte y hacerte sentir bien. Ella me hizo saber que era eso lo más importante, nuestro papel como abuelos, porque yo también estaba confundido cuando me enteré, pero ella nunca tuvo duda del amor que sentíamos ambos por ti.

Mi cara no tenía alguna expresión, pero una lágrima helada cruzaba toda mi mejilla hasta llegar a mi cuello.

—Esto fue mucho más fácil de lo que pensé —me sequé la cara y me reí.

—¿Tengo que tener esa conversación contigo? ¿Los condones son necesario entre dos hombres? No van a quedar embarazados.

—Son necesarios por las enfermedades de trasmisión sexual —le hice saber con toda seguridad.

—Quien me dará esa charla parece que serás tú.

—A las cuatro tengo disponible, ¿puede a las cuatro, señor?

—Por el pudor vamos a omitir detalles intensos.

—Claro, sin contenido más ochenta años.

Me lancé sobre su espalda y él hizo que caía. 

—Ya estás pesado, hijo.

—No se queje, señor —lo molesté más.

Iba a seguir bromeando, me detuve solo cuando miré a mi abuelo acercarse a los hombres con trajes de pingüino que lo estaban esperando en la entrada.

—En un momento los atiendo —les indicó mi abuelo después de mirarme con cierta culpabilidad.

No venían por mi tutela, eso seguro, dentro de unos días cumpliría dieciocho años.

—Hablemos adentro, Royce —me sujetó de las manos y me ayudó a ingresar a su oficina.

...

Mi primer novio fue ese chico compañero de la universidad. Me sorprendió la naturalidad con la que nos involucramos en la vida del otro. 

Tuve la dicha de que mi primera relación estuviera llena de comprensión, amor, consentimiento, y mucho sexo... mucho sexo con protección.

Esos meses que duramos juntos fue un tiempo bien invertido, pero incluso cuando quería seguir viéndole en la universidad, no podía quedarme con ese lugar solo por mis sentimientos hacia él. Y mi YA NO enamorado, pudo comprenderme sin reprocharme nada. 




:(:

La Historia De Royce (✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora