—No ha querido ni salir de su cuarto ¿Qué quieres que haga? El psiquiatra dijo que las cosas mejorarían, pero nada avanza. Esto también es un atraso para mí, no eres el único que está preocupado por la situación.
Me quemé la maldita lengua con el café por quedarme quieto, escuchando como mi madre le reprochaba a mi señor padre desde la cocina. ¿Un atraso para ella? ¿Eso era mi hermano?
Iba a decir algo en esa conversación, pero no lo hice porque me centré en quienes tenía enfrente.
—He dicho que no quiero moverme —contestó mi hermano sin intención de mover un solo dedo. Su amigo, el flacucho, elevó sus delgados brazos, sonriendo como si no hubiese mañana.
—Podemos contratar a ese chico, siempre que viene lo hace salir de su cuarto —sugirió mi padre.
Entre su conversación y la de mi hermano, me perdí el momento en el que su amigo lo subió en su espalda y lo llevó cerca de la piscina.
Me causó gracia y ternura como intentaba acomodarlo sin que se lastimara. Sus hombros tenían que doler, eso era seguro. No parecía estar muy familiarizado con el tema de cargar algo más que no fuese su torpeza.
—Se enfadará con nosotros, no tengo tiempo para berrinches justo ahora, tengo trabajo por hacer —ella se sirvió una tasa de café y salió en camino a su despacho.
Mi padre, por el contrario, se detuvo un momento en la puerta que quedaba cerca de donde estaba y observó a mi hermano. Su semblante preocupado solo le duró unos segundos, luego cambió a su cara de ogro habitual.
—¡Hey, Royce! —intenté hacerme el desentendido —. Te estoy hablando, niño.
Sentía que a mi padre no le agradaba la idea de tenerme cerca. Lo que era extraño. ¿A quién no le gustaría tener a alguien tan maravilloso cerca?
—Cuida de tu hermano, tengo algunas cosas que hacer —ordenó y yo apreté mis dedos por no decirle una estupidez.
Claro que iba a cuidar de mi hermano, pero cuando me daban órdenes ya no quería hacer lo que había planificado hacer antes.
—Presta mucha atención a lo que hace —advirtió el ogro antes de irse caminando como pingüino a su despacho.
Dolía mucho su indiferencia. Siempre se había comportado desatendido conmigo y estaba acostumbrado a bromear de mis traumas con los demás, pero observar como eran indiferentes con la situación de mi hermano solo me generaban ganas de lanzarles algo en la cara.
También me dolían las malditas rodillas. Cada vez que se pegaban con algo comenzaban a sangrar como desesperadas. Casi parecían ponerse de acuerdo las muy desgraciadas.
—Me dieron un papel en una obra —cuando me acerqué aún más a la piscina logré escuchar a nuestro querido amigo hablar entre dientes.
¿Por qué no hablaba bien? Así era muy jodido escuchar todo el chisme desde la distancia en la que estaba.
—Me haces feliz. Es genial que comiences a trabajar en algo que te gusta. Sabía que lo harías —apretó su hombro como un gesto de cariño. El otro chico se encogió más avergonzado en su sitio.
—Bueno... sabes... yo no creo que sea para tanto —comenzó tartamudeando.
A esas alturas, mi hermano si se había dado cuenta de que yo estaba cerca, vigilando la situación. Cada que me miraban, me hacía el más desinteresado del mundo, sorbiendo el aire de mi taza porque café ya no había.
—¿Cuál es el papel que conseguiste? —interrogó mi hermano.
—Soy un árbol —confesó su amigo y yo comencé a reírme. Ambos se giraron como maniáticos hacia donde yo estaba. Uno juzgándome con la mirada y otro mostrando una sonrisa avergonzada —, pero soy un árbol genial. ¿Sabes?
—Eso es seguro.
—Incluso hago ruido con mi boca —se levantó de donde estaba sentado y se plantó enfrente. Extendió sus brazos y abrió sus piernas —. Me meneo y susurro... ffffff... me meneo y susurro... ffffff.
Me quedé en silencio, mirando como ese chico hacia el ridículo.
—Demasiado real —aplaudió mi hermano —. Lo haces genial.
Yo hubiese dicho eso como sarcasmo, pero él lo decía en verdad.
—¿Tú crees?
—Ser un árbol es un gran primer papel.
—No estoy seguro de eso, pero me siento bien.
—Eres el árbol más lindo que he visto.
Puse cara de asco al instante y me apresuré a levantarme.
—¿Tan rápido te vas, hermanito? —me detuve. Casi parecía un infiel captado en el acto: buscando una excusa para no mirarme mal en la situación.
—He dejado una olla de agua en la estufa.
—Ah.
—Bueno, como iré adentro, me pregunto: ¿Quieren algo de beber? ¿Limonada?
—No, no. Gracias, así estamos bien —por primera vez el flacucho me hablaba directamente a mí. Seguro la limonada de la vez pasada no le traía buenos recuerdos.
—Oki.
No había ninguna olla en la estufa. Solo no quería mirar como mi hermano le coqueteaba a su amigo. Un alma solitaria como yo, no soportaba tanta humillación.
—¿Estás bien? —me detuve cuando oí un quejido viniendo de mi hermano mayor. Traté de ayudarle a levantarse, pero ese trabajo ya lo estaba haciendo su acompañante. Él solamente sonrió para tranquilizar el momento —. Sube, tienes trasporte gratis.
Se agachó para que subiera a su espalda, me hice a un lado cuando miré que mi ayuda no era más que quitarme del camino.
Le observé el semblante, el pobre intentaba mantenerse sereno, pero no parecía lograrlo. Estaba a punto de llorar y no precisamente por cargar a alguien en su espalda.
...
Recuerdo muy bien que en ese momento me di cuenta de algo: yo no era el único que estaba sufriendo por sentir que no podía hacer nada por mi hermano. Su amigo también lo hacía; por el contrario, a como era yo, el chico no expresaba sus sentimientos burlándose de ellos, solo se escondía en una mirada tímida, en una sonrisa fingida acompañada de conversación donde no hacía otra cosa más que tartamudear.
PD: ESCUCHEN LA CANCIÓN DEL INICIO, ES HERMOSA.
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La Historia De Royce (✔️)
Short Story"Hago cosas extrañas cuando estoy solo. Como pegar chicles en las sillas para que alguien más se siente y tenga una pequeña sorpresa". "Me gustan los chicles de frutillas que mi hermano me da" "Lo único interesante de las reuniones de mis padres, e...