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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴏɴᴄᴇ:
ʟᴀ ғᴇʀɪᴀ ᴘᴀʀᴛᴇ 2

—Nunca me ganarás en este juego

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—Nunca me ganarás en este juego. —Sonreí con maldad sujetando la pistola de juguete que me entregaba el dueño del puesto. —Fui la mejor en arquería toda la primera.

—Ya... —Noto el tono de burla en la voz de Alex—Pero tienes una pistola en tus manos, no un arco.

—Es lo mismo. —Sonreí con suficiencia. —¿Quiero el enorme pato? —Señalo el pato rosado gigante que hay sobre todos los peluches.

—Para eso tienes que derribar todas las ardillas. —Señala los pequeños muñecos de cartón que no dejan de moverse.

Con el rabillo del ojo noto como Alex se ríe a mi costa, este piensa que no puedo con unas simples ardillas. ¡Ya verá!

Tengo doce tiros y son diez ardillas, feas y estúpidas, puedo con ellas. Cierro los ojos, inhalo, exhalo y los vuelvo a abrir, esto será pan comido.En mi mente busco alguna especie de patrón en el movimiento de los borrosos bichos, y lo encuentro.

Vuelvo a mirar a Alex de reojo y su sonrisa burlona ha desaparecido, ahora me analiza con la mirada, bien, se dio cuenta que no bromeo.

Primer, segundo y tercer disparo, solo una calló, miro confusa los muñecos, estaba segura que atinaría los tres tiros, Alex no ríe, pero un destello de arrogancia aparece en los ojos de dueño del cuchitril.

Cuatro disparos más. Le doy solo a uno, pero no cae.

Raro raro.

Con el resto de disparos es igual, apenas le doy a unos pocos, pero el amargo sabor de que hay algo mal no sale de mis labios, estoy bastante segura que si no lo estoy haciendo a la perfección, estoy cerca de ello. ¿Entonces por que fallo?

—Lo siento niña. —El tipo recoge mi arma y estoy muy segura de que acabo de gruñirle. —Pero con estos disparos solo obtienes algo de allá.

Señala una fila en el fondo, de peluches enanos que bien, podrían ser utilizados como llaveros, estoy a punto de mandarlo a la mierda cuando veo un pequeño murciélago en el fondo, feo, se nota que le falta relleno y por un momento recuerdo todas las veces que vi Toy Story de niña, y siento lástima por el pobre peluche. ¿Cuántos niños no lo habrán pasado por alto? ¿Cuántos no han escogido un oso o cualquier otro e ignorado al pobre murciélago?

—Quiero ese. —Señalo al peluche que acaba de ganarse mi corazón. Está de más decir que el tipo me mira como si tuviese una cabeza de más. —Ese he dicho. —Ordeno señalando al murciélago.

No paso por alto la sonrisa orgullosa que me da Alex al verme tomar el peluche que nadie había querido hasta ahora.

—Mi turno. —Alex toma con seguridad el arma de plástico que le ofrece el viejo barrigón y canoso, con olor a tabaco, el dueño de esre lugar. Da dos tiros y fallan. Pero a contrario de como me pasó a mi, su sonrisa no desaparece, incluso parece incrementarse. —Ese pato será mío. —Sonríe y pasa por alto la sonrisa arrogante del dueño.

Lágrimas de Sangre ©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora