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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴠᴇɪɴᴛɪᴜɴᴏ :
ᴜɴ ᴘᴇǫᴜᴇñᴏ ᴀᴄᴄɪᴅᴇɴᴛᴇ

Esto no puede ser normal, un chico simplemente no puede prenderme como el fuego a la gasolina en instantes, algo esta descompuesto en mi sistema definitivamente

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Esto no puede ser normal, un chico simplemente no puede prenderme como el fuego a la gasolina en instantes, algo esta descompuesto en mi sistema definitivamente.Es que es imposible que simplemente con besos... Besos muy bueno... Ah ya olvide el hilo de mis pensamientos.

Sus manos recorren mi cuerpo como si fuese la primera vez, como si buscasen algo en especial, y creo que es robarme gemidos, porque en el momento en que aprieta mis senos lo consigue.

Su legua sigue su exploración en mi boca mientras que mis manos se agarran con fuerza a los mechones dorados, mis caderas adquieren vida propia y se mueven en busca de cualquier contacto con la dureza que choca contra mi vientre.

«Delicioso».

Ni siquiera recuerdo en que parte de la cocina nos encontramos y si es que estamos en la cocina pues su intensidad me tiene embriagada.

Sus dedos deshacen el cinturón de mi albornoz para luego deslizar por enésima vez sus manos a mi trasero donde suelta una fuerte palmada que me hace dar un pequeño grito.

«Seguramente dejó marcas. ¡Me encanta! »

—Me vuelves tan loco. —Murmura con la respiración agitada mientras me sube sobre la encimera. —Tan necesitado de ti.

—¿Ah si? —Acaricio su dureza sobre la tela de su pantalón, robándole un gruñido que solo consigue mojarme más «Es tan grande » —El sentimiento es recíproco. —Sonrío mientras desabrocho su cinturón mirándolo a los ojos. —Porque cuando te veo mi cordura se va de paseo.

—Esto está tan mal. —Musita cuando adentro mi mano en su bóxer. —pero se siente tan bien.

—¿Mal?

Me aparto un poco para encontrarme con sus pupilas dilatadas y sus perfectos labios hinchados por toda la pasiones desbordada.

—Mal. —Me agarra por las caderas para menguar lo más posible el espacio. —Debería odiarte, matarte, comerte... Pero aún así te deseo como a nada, me siento como Ikaro volando hasta el sol.

—Oh pobre león.

—Tú no eres un cordero. —Sentí sus labios curvarse en mi cuello.  —Eres un depredador en pleno desarrollo.

Sonrío, pero un gemido escapa de mis labios cuando siento su fría lengua en la zona extremadamente sensible tras mi oreja.

—Me encantas, cookie.

—Marcame. —La palabra sale de mis labios antes de poder detenerla.

Alex se aparta para mirarme directamente a los ojos, sus manos se aferran a mis muslos con fuerzas y mi respiración es lo único que se escucha por todo el lugar.

Lágrimas de Sangre ©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora