ROSÉ

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POV ROSÉ

Hace mucho tiempo, me di cuenta de que no era mi responsabilidad arreglar a mis padres. Mi padre puede afrontar el hecho, en cualquier momento, de que Henry odiaría saber lo silenciosa que está la casa ahora. No hay sonrisas, peleas de comida o ver a mamá llorar en la misma parte de Blanca Navidad durante nuestra repetición en cada temporada navideña.

Puede afrontar el hecho de que, mientras uno de los niños se ha ido, todavía tiene a otro. Que podría estar haciendo quién sabe qué mientras él está en Miami, Austin o Chicago. Podría estar metiéndome en las drogas. Embarazándome. Siendo arrestada.

¿Le importa? Si lo hiciera, estaría aquí.

Solía pensar que le dolía demasiado estar en la casa, pero podríamos habernos mudado. Quizás le dolía estar cerca de mi madre. En ese caso, podría haberme llevado con él a veces.

Pero simplemente se va, y no tomó mucho tiempo recibir el mensaje. Ninguno de los dos quiere más a esta familia.

Y, sinceramente, no puedo culparlos a veces. ¿Cuál es el punto? Trabajas durante años, educándote, construyendo, planificando, trabajando,amando, y la leucemia arrasa y devasta a tu hijo de diez años hasta la muerte.

¿Qué sentido tiene todo esto?

Entro a la iglesia, los casilleros se cierran de golpe en el pasillo de la escuela detrás de mí. Me detengo, escudriñando la habitación.

Ella está sentada justo al lado del pasillo, en la mitad del banco, y algo nada en mi estómago, una pequeña sonrisa se extiende por mis labios.

La verdad es... nada de esto tiene sentido. Si ser una colegiala católica toda la vida me ha enseñado algo, es que la idea del cielo es tan aborrecible como la idea del infierno. ¿Quién diablos quiere estar en la iglesia para siempre?

Mi madre tiene sus compras y su horario tan importante, y mi padre tiene otra mujer, ambos corriendo lo más rápido que pueden de sí mismos, porque ahora se dan cuenta de que no tiene sentido negar los pecados que te mantienen vivo.

Camino por la fila casi vacía, dejo caer mi bolso y la miro. Gira la cabeza, me ve y se levanta, agarrando su mochila, pero me deslizo en el asiento, agarro su muñeca y tiro de su trasero hacia abajo.

-Siéntate -gruño entre dientes, sintiendo el calor subir por mi cuello mientras ella choca contra el banco de madera, flexionando la mandíbula.

No tiene sentido negarme nada de esto. Soy una perra, pero solo con ella, y solo porque se siente tan bien. Joder.

-¿Harías algo por mí? -le pregunto, manteniendo la voz baja mientras los estudiantes llenan las filas a nuestro alrededor y los monaguillos encienden las velas-. Mueve tu trasero un poco más rápido que mi abuela por el campo este viernes, ¿o es demasiado pedir?

Lisa no me mira, solo observa hacia adelante mientras deja escapar una pequeña risa tranquila.

-Me arrastro por ese campo. -Relajándose en su asiento, cuelga los codos sobre el respaldo del banco y su camisa se sube un poco. Veo la navaja que mantiene enganchada a la cintura de su falda, pero escondida por dentro, que solo yo parezco conocer. Hasta ahora, de todos modos. Ella continúa-: Nunca entenderé cómo una princesa que no da una mierda por nada y se jacta con cualquiera que escuche acerca de ser fan de Taylor Swift -hace comillas en el aire-, "incluso antes de que se volviera pop" es nuestra capitana de equipo. Oh espera. Sí, entiendo. Papi es útil. Cuando está allí.

Mi padre no me consiguió ese puesto. Ella puede pensar lo que quiera.

Pero sonrío y me giro hacia el frente de la iglesia, mi brazo rozando el suyo.

My first love (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora