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Al final, a pesar de que Ron llegó puntual, Harry tardo un poco más de lo necesario en salir de la habitación más otro poco en irse del hospital, finalmente se apareció en su casa. Una vez ahí se enfrentó a una penumbra, que si mal no recordaba, jamás había sentido en su hogar; el frió lo rodeo de inmediato y el sentimiento de soledad lo embargó, su pequeño se quedaba en casa de Narcissa o de los Weasley, así que no era raro que su casa estuviese vacía, Ron le dijo que ya les habían comunicado que se turnaría con ellos por unos días, por lo que en cualquier momento Alnair llegaría.

Con un movimiento de varita abrió la red flu, prendió todas las luces y se acercó a la sala, sentándose en el sillón familiar en el que solían sentarse cuando querían ver alguna película muggle en el televisor o algo así, miró hacia la nada y su mente entonces hizo un breve recuento de lo que había pasado.

Hace tres semanas Harry estaba en su propia habitación en San Mungo, despertó con Ron, Blaise y Hermione a su lado, todo el cuerpo le dolía, se sentía pesado y la luz de la habitación le lastimaba los ojos, el olor del hospital lo asqueaba y el aroma de los tres alfas no ayudaba en nada; sus amigos le pasaron sus lentes y poco a poco recobro su conciencia; sin embargo, después de todo el tiempo que había pasado solo deseaba tener a su familia a su lado, abrazar a su alfa y a su cachorro, rodearse del hermoso aroma a madera de roble que desprendía Draco, estar entre sus brazos y... detuvo sus deseos al percatarse que no estaba por ningún lado, preguntó por él.

Si notar su ausencia lo había alterado, se alteró más al enterarse que Draco estaba inconsciente, que seguía en observación, que el imbécil lo había salvado de que le cayera una viga y parte del techo de concreto del lugar en el que estaban, sin embargo, en el proceso, un fragmento le cayó a él.

Harry no había salido ileso del percance, así que fue atendido también, había estado inconsciente los últimos días y aunque casi 3 días después lo dieron de alta, él no se movió de ahí, se quedó junto a Draco, embriagándose de su aroma y esperando a que los ojos grises tan conocidos le devolvieran la mirada, se la pasaba sosteniendo su mano y rogaba para que despertara, a pesar de que ya le habían comunicado que no lo haría pronto.

Con tanto en la cabeza el omega de Harry estaba terriblemente mal, los nervios y el constante estrés estaban acabando con él, y sin su alfa para tranquilizarlo, apapacharlo y calmarlo, las cosas solo eran peores; aun así se esforzaba día a día por seguir adelante.

El ruido de la chimenea detuvo sus pensamientos, del fuego verde conocido salió Molly Weasley acompañada por un pequeño niño de cinco años, Alnair James Malfoy Potter; para Harry era la perfecta combinación de ambos, Alnair poseía la piel palida de Draco, pero el cabello negro de Harry, aun así el cabello de su hijo era muchísimo más controlable que el suyo, sedoso, brillante y muy suave, las pestañas eran largas y los ojos eran grandes, según Draco le dijo alguna vez, tenían la misma forma y el tamaño que los de Harry, pero eran del color de la plata y su sonrisa era la misma sonrisa confiable, amigable y tierna de él. En cuanto pudo, su pequeño cachorro arrojó la mochila que llevaba al suelo e inmediatamente corrió a los brazos de su padre en medio de gritos que pronunciaban un "papá", sonrisas y expresiones llenas de emoción.

Harry se agachó y abrió los brazos para su pequeño, dejó salir su aroma para darle la sensación de protección, de amor, y de tranquilidad, Alnair se acercó más al inconfundible olor y Harry lo abrazó con más fuerza, unos segundos después, su cachorro se separó un poco y analizó cuidadosamente a su padre, sus ojos viajaron por todo su rostro, Harry sonrió de lado, sabía que el escrutinio era solo para asegurarse de que estaba bien, esa no era la primera vez que Harry y Alnair se reunían desde que había sido dado de alta, no lo hacían tan seguido tal vez, pero Harry no hubiera soportado pasar tanto tiempo sin su cachorro, aún así eso parecía impórtale poco a su hijo, cada que Harry y Alnair se veían, era obligado a pasar por esos cálidos ojos de metal que revisaban cada parte de él.

CENIZAS INSEPULTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora