17. Vuelta a casa (John)

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-¡¿Qué la besaste?! – pregunté en un grito que hizo que mi hermano comenzara a mirar hacia todos lados preocupado por si alguien lo había oído.

-No grites tanto – me pidió susurrando Kevin – Sí, la besé, pensaba que iba a desaparecer para siempre, que nunca la volvería a ver y... no sé qué se me cruzó por la mente.

Estábamos esperando a nuestro padre quien, como siempre, llegaba el último, siempre tan irresponsable. Nos tenía que llevar a casa de nuestra madre. Ella no solía venir nunca a recogernos porque se sentía algo acoplada cuando mi padre comenzaba a hablar con sus amigos de la infancia. Ni siquiera venía cuando mis padres estaban casados y rara vez asistía a esas reuniones que hacían nuestros para, entre otras cosas, obligarnos a ser amigos.

-Hermanito, sabía que Ashia te gustaba pero no me esperaba esto de ti... Era mi novia ¿Cómo me has podido hacer esto? – dije fingiendo que me sentía traicionado mientras me echaba a reír.

-¡Oh! Venga, Johnny, los dos sabemos quién es el guapo de los dos y el que sabe tratar a las damas – me contestó siguiéndome la corriente.

Los dos nos pusimos a reír, he de reconocer que mi insoportable hermano tenía sus golpes de gracia en algunos momentos. No obstante, no me gustaba todo aquello. Ashia era una amiga, Kevin no podía tratarla como a otra de sus conquistas.

Unos pocos minutos después apareció nuestro padre en su coche azul de siempre. Nos saludó con un grito y nos hizo una señal con la mano para que entráramos en los asientos traseros del coche. Antes nos peleábamos entre Kevin y yo para ver quien se sentaba delante hasta que mi padre se cansó y nos prohibió ir delante a los dos.

-¿Cómo os han ido las notas? – nos preguntó mientras comenzaba a conducir.

-Bastante bien – dije indiferentemente mientras miraba por la ventana.

-¿Y las chicas?

Siempre hacía las mismas preguntas; la primera, para que yo destacara y la segunda, para que lo hiciera mi hermano. Pero esta vez, él no contestó.

-Kevin ¿Estás ahí o te has caído por la ventanilla del coche?

-Bien, bien, me va bien con... las chicas.

-Ha besado a Ashia – dije yo con una sonrisa, ahí le acababa de devolver las decenas de marrones que me había comido a lo largo de mi vida por su culpa.

-¿Qué? – gritó mi padre antes de pegar un frenazo quedándose a un lado de la carretera con el coche detenido.

Puede que él se hubiera sorprendido de la noticia, pero el susto que mi padre nos había dado con aquel frenazo había sido mucho mayor.

-¿Estás loco o qué? – preguntó la voz de un hombre fuera del coche – casi haces que me la pegue.

Mi padre ignoró los gritos del señor y se giró hacia nosotros.

-Kevin, no debes hacer esas cosas. Ashia es la novia de tu hermano.

-¡Ah! No te preocupes por eso – intervine yo – Ashia y yo lo hemos dejado, no ha funcionado.

Mi padre parpadeó un par de veces antes de parecer que volvía a respirar. Dio un suspiro y soltó una risa nerviosa y volvió a arrancar el coche ignorando al hombre que aún gritaba pegando golpes en la ventanilla.

-De todas maneras, aunque normalmente no me importa con la chica que juegas, preferiría que a Ashia la dejaras tranquila.

-¿Jugar? – preguntó mi hermano desconcertado.

-Sí, no sé si te habrás dado cuenta pero sabe artes marciales y es hija de uno de mis mejores amigos así que... preferiría seguir con esa amistad.

Pasando el testigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora