15 AÑOS DESPUÉS
-¿Os queda mucho? – preguntó la voz de Ashia desde la entrada de la casa.
Miré a mi hija de tres años correteando de un lado a otro todavía en pijama. Ya podría haberse quedado gateando de por vida. Sí, nos faltaba mucho. Si quería que nos diéramos prisa que subiera ella a ayudarme. Llevaba una hora intentando vestir a Camille.
-Estate quieta – le pedí suplicante mientras me sentaba en la silla de su habitación derrotado.
-¿Aún estáis así? – preguntó con reproche Ashia asomándose por la puerta – Pensaba que la vestías todas las mañanas ¿La mandas en pijama a la guarde sin que yo me entere?
-Muy graciosa. No, le da igual ponerse su ropa normal, pero odia este vestido que mi padre se empeñó en comprarle.
-Pues ponle otra cosa.
-Ya claro, ¿y qué le digo a mi padre cuando me pregunte por qué no lleva su "vestidito favorito"?
-Dile que lo lleva tanto que está para lavar.
-Pero eso es mentir – dijo Camille mientras subía a mis rodillas. También podría no haber aprendido a hablar.
Miré a Ashia agotado. ¿Y si mejor no íbamos a la quedada? Íbamos todos los fines de semana, por un día no pasaba nada.
-¿Cuánto quieres al abuelo Odd? – preguntó Ashia agachándose a la altura de Camille.
-Tooooooodo esto - la niña abrió todo lo que pudo los brazos.
-¿Y no quieres que esté triste? – Ashia esperó a que nuestra hija negara con la cabeza – Pues si no llevas el vestido que te regaló se pondrá triste.
-Pero es que no me gusta, y tu y papá tampoco lleváis vestido.
La lógica de la niña era aplastante, tenía toda la razón del mundo.
-¿Y si papá o yo nos ponemos un vestido tú también lo harás? – preguntó divertida Ashia a lo que Camille asintió rápidamente – Pues ya sabes qué hacer para que tu hija se vista – terminó entre risas mirándome.
-¡Oye no! ¡Ashia por favooooor! – me quejé desesperado.
-Vale, voy a cambiarme. Acaba de vestir a Camille.
La niña refunfuñó un poco más pero en cuanto su madre apareció con un vestido negro Camille no dudó en ponerse el vestido para "estar igual de guapa que mami". Y la verdad es que las dos estaban preciosas. Lo estaban en pijama y con el pelo despeinado, con unos vaqueros o con vestido. Mis chicas eran simplemente perfectas. Finalmente salimos por la puerta y miré el reloj, llegábamos puntuales, aquello era todo un logro. No habíamos llegado puntuales a ningún sitio desde que éramos padres.
-Vamos mejorando – comenté entre risas mientras le ofrecía la mano a Camille.
Habíamos quedado en la fábrica, exactamente a cinco minutos andando de nuestra casa. Mentiría si dijera que no lo habíamos tenido en cuenta a la hora de comprarla. ¿Y si un día Camille necesitaba llegar rápido a la fábrica para salvarnos la vida? No le pasaría lo mismo que a nosotros, ella tendría su casita al lado.
-¿Crees que Mindi traerá por fin a su novio? – preguntó Ashia con curiosidad.
-Creo que no lo llevará a la fábrica en la vida – contesté sinceramente – no se arriesgará a que piense que es un bicho raro y que está loca.
-Es un buen chico – replicó Ashia.
-A mí me gusta el tío David – añadió Camille a mi derecha – y la tía Mindi no es rara, es muy guay.
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Pasando el testigo
Fiksi PenggemarLos guerreros Lyoko han crecido, han hecho sus vidas y ahora son sus hijos los que se enfrentan a XANA. Todo comienza cuando uno de ellos se salta la prohibición de acercarse a la fábrica abandonada y descubre el superordenador desencadenando una hi...