El aturdimiento inicial de la llegada a Lyoko provocó que cayera de culo sobre el ardiente suelo del sector del Desierto. No me podía creer que realmente estuviera allí. Respiré hondo un par de veces intentando asimilarlo. Me miré las manos, recubiertas por un par de guantes negros. Notaba el cabello repeinado hacia atrás como si me hubieran puesto tres kilos de gomina. Me miré el resto del cuerpo: llevaba puestos unos pantalones morados que brillaban a juego con un chaleco del mismo color encima de una camisa blanca coronada con una pajarita roja. ¿Un mago? ¿Era un mago de feria? Una varita mágica colgada sobre mi cinturón me respondió a la pregunta. Era la persona más lógica del mundo y no creía para nada en la magia ¿Qué me quería decir Lyoko?
Tal y como mi madre me había prometido aparecí detrás de una roca. Ni un centímetro adelante ni uno atrás. Me asomé para ver que tal iban mis guardaespaldas. No parecía estar resultándoles muy difícil.
-¡Daos prisa! – resonó la voz de mi madre - Jeremie es muy cabezota. Acaba de activar el programa de destrucción de XANA y sus réplicas. Tenéis un minuto o Jeremie desaparecerá junto a XANA. Ha iniciado un apagado del superordenador retardado.
¿Un minuto? Eso lo complicaba. Ni con ocho guerreros habríamos sido capaces de hacer las cosas tan rápidas. Un minuto es lo que yo iba a tardar en correr desde mi escondite hasta la cúpula en la que se encontraba mi padre.
Piensa Bred. Eres un mago ¿Qué hacen los magos? Hacen aparecer y desaparecer objetos de la nada, adivinan que carta es la que has escogido, se cortan por la mitad... Nada de eso servía de algo en aquel momento. Me asomé de nuevo, habían acabado con la tarántula y aún les quedaba el cangrejo. No había tiempo para pensar, si no salía ya hacia la cúpula no habría forma posible de liberar a mi padre. Eché a correr hacia él desesperado. Cuando me frené en seco. Se teletransportan.
-¡Daros prisa! – se escuchó la voz de mi madre desesperada – está dando su energía vital para que el programa anti XANA tenga suficiente energía para ejecutarse. ¡Tenéis que salvarle! ¡Se está muriendo!
Sin presión. Traté de volver a mis pensamientos. Los magos se teletransportan de un sitio a otro. Cerré los ojos y deseé con todas mis fuerzas que hubiera dado con la respuesta correcta. Cuando los volví a abrir efectivamente me encontré al lado de la burbuja. Me arrodillé para liberar a mi padre, pero el cangrejo me disparó uno de sus rayos. Eso eran 30 puntos menos, creía recordar. Dolía, dolía mucho. Notaba el quemazón en mi pierna.
-¡Por favor! ¡Otra vez no! – escuché los sollozos de mi madre.
Me repuse lo más rápido que pude, puse mis manos sobre la burbuja y me concentré cuanto pude. La cúpula que atrapaba a mi padre desapareció al instante haciéndose añicos. Un segundo después unas burbujas blancas aparecieron de la nada e hicieron desaparecer el cangrejo con el que estaban luchando los guerreros Lyoko. Justo a tiempo.
Alcé la vista y vi a mi padre tirado en el suelo. Llevaba un traje similar al mío, pero en negro y con una chistera en la cabeza. Debía ser que nos parecíamos en gran medida. Aún era un misterio cómo el juego elegía la ropa de cada personaje. Pero algo de nuestra personalidad debía tener en cuenta. Bien pensado, la ropa de mis guerreros se parecía bastante a la de sus padres. El toque oriental del taje de Ashia cuadraba a la perfección con la de sus padres, y el traje de Kevin era una copia del de su padre pero en azul y el estilo de Mindi era bastante similar al que tenía nuestra madre en Lyoko. En realidad era John el único que se separaba un poco de la línea.
-Papá – susurré acercándome a él.
Éste abrió los ojos poco a poco mientras Kevin, Ashia y su padre se acercaban a nosotros.
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Pasando el testigo
FanfictionLos guerreros Lyoko han crecido, han hecho sus vidas y ahora son sus hijos los que se enfrentan a XANA. Todo comienza cuando uno de ellos se salta la prohibición de acercarse a la fábrica abandonada y descubre el superordenador desencadenando una hi...