21. Planes de rescate (Ashia)

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-Bred, deberías descansar – mi voz sonaba calmada, pero bastó para que mi amigo explotara por el estrés.

-¿Descansar? Ashia, nuestros padres, los únicos que podrían saber cómo derrotar a XANA, están ahí metidos desde hace dos días, secuestrados, sea lo que sea que eso signifique y yo no sé... ¿Cómo no vimos venir que XANA no había atacado en un mes para guardar energías para algo gordo? - sus ojos se cruzaron con los míos y se detuvo. Dio un largo suspiro y miró a su hermana.

Mindi estaba casi tan cansada como él. En realidad todos lo estábamos, bajo los ojos de todos nosotros había unas ojeras impresionantes. Los gemelos habían llamado a su madre para comentarle que se quedarían con su padre el resto de las vacaciones, lo cual no era del todo falso y pedirle que se hiciera cargo de Kiwi. Por otro lado yo había llamado a Margaret para decirle que nos íbamos a ir el resto de las vacaciones a la playa y que le dábamos los días libres. Ni tan mal habíamos conseguido desaparecer sin que nadie nos echara de menos.

-¿Y si vamos a Lyoko? – propuso John de repente. Es algo que todos habíamos estado pensando, seguro. Pero nadie se había atrevido a proponer.

¿Y si en cuanto pisáramos Lyoko quedábamos a merced de XANA también? Bred había dicho que el programa que había ejecutado XANA a través de su madre había sido puntual y que no tendría porque pasarnos nada si volvíamos. Pero aquél lugar había adquirido cierto aura peligrosa. Hasta ahora Lyoko parecía tan seguro... Si te quedabas sin puntos volvías, no te pasaba nada, no morías, no desaparecías. Pero ahora...

-Puede que sea la única manera de rescatar a nuestros padres – corroboró Mindi – tarde o temprano tendremos que volver. Aún hay muchos datos en el sector cinco que no pudimos recuperar. Tal vez allí haya algo que nos ayude a recuperar a nuestros padres.

Bred nos miró a todos. Un ambiente de depresión y oscuridad se había cernido sobre nosotros desde hacía dos días. Ninguno habíamos salido de la fábrica salvo para ir a por comida a un restaurante cercano. Esa noche la habíamos pasado todos juntos en el suelo de la fábrica, ninguno habíamos dormido demasiado, pero Bred menos que nadie. Se había pegado la noche intentando hacer un programa que localizara a nuestros padres sin el más mínimo éxito.

-Tenéis razón – admitió Bred tras mirarnos – pero primero deberíamos descansar en condiciones. Alejados de aquí, desconectar un poco. Hablar sobre alguna cosa que dijeran nuestros padres en algún momento, algo que pudiera ayudarnos a localizarles o... no sé.

-Está bien - dijo Mindi poniéndose de pie - Este es el nuevo plan: Salimos de aquí, vamos a una cafetería a desayunar que ya es de día y luego vamos a la ermita, hay camas, sofás... podremos descansar un poco mejor que en el suelo y cuando estemos más frescos hablamos de todo esto.

A todos nos pareció un plan maravilloso. Estábamos agotados y agradecí tener algo que hacer. Esperar sin más a que Bred arreglara todo era psicológicamente matador. Impotencia, aburrimiento, ansiedad... Había sentido esas tres emociones en bucle desde que había perdido a mis padres.

Desayunamos todos en silencio y a gran velocidad. No me había dado cuenta del hambre que tenía hasta que di el primer mordisco a mi tostada. Después nos encontremos todos yendo hacia la Ermita. La academia estaba cerrada y no podíamos volver a nuestras casas, salvo Bred y Mindi quienes no parecían demasiado entusiasmados de querer estar allí solos sin sus padres.

Una vez allí repartimos las habitaciones. La cama de matrimonio se la llevaron los gemelos, Bred y Mindi durmieron en los dos sofás del salón y yo me quedé con la cama individual de la habitación rosa. Cuando abrí la puerta de la sala me apareció en la mente la imagen de Kevin desangrándose en el suelo junto a la mesita. Cerré los ojos con fuerza y aparté esa visión de mi cabeza. Me tumbé en la cama y antes de que pudiera darme cuenta me quedé dormida.

Pasando el testigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora