Un gato morado... Mi disfraz de gato azul molaba mucho más que el de mi padre.
-¿Qué? – preguntó enfadado al ver que le miraba.
-Nada.
Desvié la mirada de inmediato. Era tan extraño verlo sobre mi... bueno, seguramente sería SU tabla. En realidad todo era muy extraño. Era consciente de que miraba a nuestros padres como si estuvieran en un sitio que no les corresponde y sin embargo, éramos nosotros los que habíamos llegado nuevos a ese lugar. Y era algo bastante obvio solo con verlos moverse en Lyoko.
La madre de Ashia iba como en una plataforma con un manillar bastante extraño, era el vehículo que solía utilizar Mindi, pero ella lo manejaba con una agilidad impresionante. Según me había dicho Mindi, con ese trasto era muy complicado hacer curvas cerradas y sin embargo lo dirigía a la perfección con una voluntad impresionante.
Su padre era una auténtica pasada con la moto de una sola rueda. Derrapaba y tomaba las curvas como un piloto profesional. Aceleraba con una rapidez impresionante y frenaba de la misma forma. Ashia estaba detrás de él con una moto idéntica, se veía que intentaba imitar a su padre, pero le era imposible. Ella no conducía mal, y sin embargo no era capaz de seguir ni de lejos al señor Stern.
Y finalmente mi padre. De pie sobre mi tabla morada, aunque ahora yo llevara una azul. Los tirabuzones que hacía, las subidas y bajadas, el mero hecho de que pudiera mirarnos con rencor a mi hermano y a mí sin prestar atención al camino y sin que se chocara contra algún bloque de hielo... Era una pasada. Parecía que hubiera hecho snowboard desde siempre.
Miré un momento a mi hermano para intentar comunicarle todo esto con los ojos, pero él estaba demasiado fijo con la mirada en el horizonte, pensativo. Estaba preocupado por Mindi, se le veía. Le daba igual que nuestros padres se hubieran enterado de todo, lo único que le importaba era que Mindi estuviera a salvo.
Pronto apareció en el horizonte todo el espectáculo de luces que se estaba dando en el enfrentamiento entre Mindi y su madre contra los monstruos de XANA. Al parecer no éramos los únicos que habían mandado refuerzos. 3 cangrejos, 8 avispas y 4 megatanques. XANA debía considerarnos una verdadera amenaza.
El padre de Ashia dio un salto mortal desde su moto y asestó un solo golpe en la cabeza de uno de los cangrejos quién implosionó en el acto. Ese señor era alucinante. Se me cruzó por un momento el beso que le di a Ashia antes de las vacaciones, el hecho de que hubiéramos estado hablando casi todas las noches durante éstas y la innegable sensación de que se me aceleraba el corazón cuando la veía. A saber lo que me haría si el señor Stern se entera de todo aquello. Jhon tenía razón, Ashia no era la chica indicada con la que jugar, al menos no hasta saber qué era lo que sentía por ella exactamente.
Aparté eso de mi mente. Teníamos problemas más graves. Una medusa gigante se había acercado Mindi. Parecía que su madre no se había dado cuenta, demasiado ocupada con dos de las avispas. Miré a mi alrededor esperando que uno de los viejos guerreros Lyoko estuviera intentando darle a esa cosa pero todos ellos parecían ocupados. ¿Cómo era posible? Éramos un montón de gente en Lyoko. "Y un montón de monstruos" me recordé. Cerré un ojo para apuntar mejor con mi puño hacia esa cosa.
-¡Flecha láser! – grité mientras una de mis flechas salía de golpe contra la medusa.
No le di, pero pareció ser suficiente para que todos desviaran la mirada hacia el engendro.
-¡Jeremy! ¡La ! – la voz de la madre de Mindi sonó por encima de los ruidos de los disparos de los monstruos de XANA.
-¿Qué? No lo entiendo, no me aparece ¿cómo puede ser? – resonó la voz del señor Belpua – Debe ser por el programa de ocultamiento que diseñó Bred.
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Pasando el testigo
FanfictionLos guerreros Lyoko han crecido, han hecho sus vidas y ahora son sus hijos los que se enfrentan a XANA. Todo comienza cuando uno de ellos se salta la prohibición de acercarse a la fábrica abandonada y descubre el superordenador desencadenando una hi...