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Doyoung estaba harto de todo, sentía que estaba muerto cuando supuestamente vivía.

No entendía el sentido de la vida, ¿para qué vivir si después vas a morir?, juraría que el infierno no estaría tan mal como pensaba en un principio.

Muchas veces encontraba más interesante el pensar en algodón de azúcar que en prestar atención a lo que sus compañeros de clase o el mismo profesor le decían.

Doyoung siempre pensó que la gente a su alrededor era pura decoración que dañaba a los demás. ¿Qué necesidad de hacerle la vida más horrenda a las personas?, si querían meterse con alguien porque su extraño aburrimiento lo pedía que se pensaran las cosas dos veces antes de hacerlas. Ni siquiera sabían por lo que esa persona estaba pasando, no sabían cómo era su día día, si acaso tenía amigos, alguien que le apoyara, si realmente estaba viviendo...

Doyoung describía a la gente cómo inhumana. Supuestamente éramos la raza más avanzada de todo el planeta Tierra, pero muchas veces Doyoung pensaba en que realmente era justo lo contrario.

En aquel momento, en el que el chico estaba pensando en aquello, se encontraba siendo golpeado por algunos de sus compañeros, quienes, en opinión de Doyoung, se pensaban que era un saco de boxeo y/o un balón de fútbol.

El chico rió por aquel pensamiento a la vez que apoyaba sus manos en el suelo del baño al haber sido empujado por aquellos idiotas.

-Además de idiota masoquista- dijo una de las cinco personas que se encontraban agrediendole en el baño del Instituto.

Doyoung rió de nuevo al pensar en que la definición que habían utilizado para su persona no era para nada acertada. Ellos no sabían en lo que Doyoung estaba pensando en aquel momento, si lo supieran seguramente no habrían sacado conclusiones sin haber preguntado antes.

Una de las chicas de aquel grupo le dio una patada en las costillas logrando que Doyoung dejara ver su sonrisa. Le dolía, sí, tampoco le gustaba ser golpeado y sufrir aquel daño, pero le gustaba el hecho de saber que sus teorías eran ciertas.

El ser humano cada vez se volvía más idiota.

-Psicópata de mierda- dijo uno de ellos pegándole un puñetazo en el rostro logrando que su cabeza chocara contra el suelo, causando que viera borroso a causa del golpe por unos segundos que le parecieron eternos.

Mientras él se encontraba con la respiración agitada a la vez que se quejaba haciendo ruiditos extraños por el dolor que sentía en todo su cuerpo, las cinco personas que le agredieron se fueron del baño riéndose mientras decían cosas sobre Doyoung que él sabía que no eran ciertas.

Se intentó levantar del suelo, pero lo único que consiguió fue sentir una terrible punzada en todo su cuerpo. A pesar del dolor se aguantó y se levantó hasta posar con notoria dificultad sus manos en el largo lavabo.

Se mojó las manos con agua para después mojar su rostro, el cual lo adornaban moratones y sangre que estaba saliendo de su nariz. Sonrió al ver que aquella vez habían sido suaves con él.

Se sorprendió al escuchar cómo uno de los cubículos era abierto y un chico con el cabello de color rosa salía de él. Apartó la vista de aquel chico fijándose de nuevo en su rostro mientras se miraba en aquel mismo espejo. Se puso un trozo de papel en la nariz esperando a que el sangrado cesara lo más pronto posible.

El chico a su lado se lavó las manos y cogió un trozo de papel comenzando a estrujarlo, acción que llamó la atención de Doyoung. El pelirosa le sujetó de la muñeca para quedar frente a él.

-Esos idiotas siempre se meten con los demás, asco de gente- dijo viendo detenidamente su rostro -Si vas a ponerte un trozo de papel en la nariz al menos pontelo bien, ni siquiera te has dado cuenta que algo de sangre sigue saliendo- el chico le quitó el papel que Doyoung tenía puesto y le puso el trozo de papel que él había estrujado anteriormente.

Doyoung hizo una mueca de confusión al pensar en que aquel chico había tenido mucha confianza para hacer aquello sabiendo muy bien que nunca entablaron conversación.

-Soy Lee Taeyong, un jugador del equipo de fútbol aquí en el Instituto; siento no haberte ayudado antes, por lo que has podido imaginar estaba haciendo mis necesidades y no iba a salir con los pantalones bajados- dijo sujetando una de las manos del chico contrario para después ponerla sobre la suya y estrecharlas en forma de saludo.

Doyoung sabía quien era, de hecho estaba seguro de que todo el Instituto lo sabía, pero aún así estaba confuso por sus repentinas acciones. Siempre pensó que Taeyong era igual de idiota que los demás.

-Mira, gracias por ayudarme a- se quedó pensando unos segundos -a básicamente nada, si ya has terminado puedes irte- dijo fijando su vista de nuevo en el espejo, viendo como nuevos moratones comenzaban a notarse.

Sacó de uno de sus bolsillos un bote pequeño de maquillaje, con el que comenzó a cubrirse todo rastro de violencia.

-Eso no te va a servir de nada- dijo Taeyong, quien aún se encontraba, extrañamente, a su lado.

-Lo que digas- dijo haciéndole caso omiso al chico a su lado mientras seguía cubriendo los moratones.

Taeyong le quitó el pequeño bote de maquillaje de las manos dejándolo en el lavabo y le sujetó de la camisa juntando sus labios con los del contrario. Doyoung, quien no podía estar más que confundido y en lo único que pudo pensar era en que, aparte de que se sentía extrañamente bien, era un reto que le pusieron; o simplemente quería aprovecharse de él.

No cerró los ojos, tampoco le siguió el beso, pero sí le dejó hacer lo que quisiera. Cuando pensó que iba a tener otra agresión pero de diferente modo a las demás que tuvo, Taeyong se separó de él y salió del baño como si nada hubiera sucedido.

A pesar de estar confuso por lo que acababa de suceder siguió cubriéndose los moratones para poco después regresar a clase.

Aquel día en el Instituto había comenzado demasiado extraño en su opinión. Entonces pensó en que el ser humano, además de idiota, era incompresible.

𝘈𝘭𝘪𝘷𝘦 𝘢𝘯𝘥 𝘥𝘦𝘢𝘥 𝘢𝘵 𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘢𝘮𝘦 𝘵𝘪𝘮𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora