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Cuando llegó a casa se sorprendió al ver como su padre estaba preparando la comida.

-Buenas tardes hijo, hoy me he levantado con ganas de hacer algo diferente. No es bueno estar varios meses deprimido y con alcohol-

-Sí, buenas tardes. No tengo hambre- dijo para ir seguido a su habitación, dejar la mochila en el suelo, y tumbarse en la cama.

Estaba algo molesto con sus progenitores, y tal vez estaba siendo egoísta, pero creía que al menos merecía unas disculpas por su parte. Pero no, lo único que le dijo su padre después de meses sin haber hablado fue "hoy me he levantado con ganas de hacer algo diferente"

También pensó en que su padre sabía perfectamente lo que había estado haciendo por meses; emborracharse hasta desmayarse.

¿Era demasiado pedir unas disculpas por no haberle prestado ni la más mínima atención en meses?, Doyoung quería creer que no.

Su padre, poco después entró a la habitación de Doyoung, no sin antes haber llamado a la puerta. Le avisó de que la comida ya estaba preparada y que si más tarde le entraba hambre se la calentara en el microondas.

Doyoung simplemente asintió con un casi inaudible "vale"; ¿estaba comportandose mal con su padre?, él había hecho el esfuerzo de preparar la comida, aún sabiendo que no se le daba del todo bien, y Doyoung simplemente no quiso ni probar bocado de lo que su progenitor había preparado.

Cuando vio a su padre salir de la habitación, a la vez que cerraba la puerta de esta, soltó un largo suspiro mientras, de nuevo, lágrimas se acumulaban en sus ojos.

Él solo quería recibir unas disculpas, o que le preguntara como le había ido el día. Con solo aquello estaba dispuesto a olvidar el distanciamiento que tuvo con sus progenitores en aquellos meses.

Se sentía idiota por sentirse de aquel modo, se rió de si mismo al pensar en que aquella situación era algo estúpida. Ni siquiera sabía porqué tenía tantas ganas de llorar, ni porqué su pecho se estrujaba de tan solo pensar en que su padre le había dirigido la palabra después de tantos meses.

Solamente quería que todo fuera como antes, quería volver a jugar al baloncesto con sus progenitores, y aunque en un principio no le gustaba demasiado el hecho de levantarse un sábado a las ocho de la mañana, comenzaba a replantearse la idea de que en aquel momento se levantaría a las cuatro, si era necesario, para que todo volviera a ser como antes.

Puso una de sus manos sobre su mejilla izquierda al notar como lágrimas comenzaban a hacer su aparición. No le gustaba aquella nueva rutina, no quería llegar a casa y llorar, cosa que comenzaba a hacer últimamente.

Comenzó a secarse las lágrimas con las mangas de su sudadera al notar como su mano estaba mojada por las lágrimas que había dejado salir no hacía mucho.

En aquel momento necesitaba que alguien se quedara a su lado abrazandole, sin necesidad de decir nada. Pero no tenía a nadie, cogió su almohada y la abrazó buscando algo de consuelo.

Y sonaría ridículo, pero a Doyoung le ayudaba a tranquilizarse el abrazar aquel objeto. Se sentía cómodo, tranquilo, e incluso seguro. Porque sabía que nadie le podía juzgar en aquel momento, y podía desahogarse todo lo que quisiera sin necesidad de esconder como se sentía realmente.

Se acostumbró a fingir que nada a su alrededor le importaba, incluso comenzaba a autoconvencerse a él mismo de que era así; hasta que llegó Taeyong.

Ni siquiera sabía cómo aquel chico había tenido aquel gran efecto en su vida.

𝘈𝘭𝘪𝘷𝘦 𝘢𝘯𝘥 𝘥𝘦𝘢𝘥 𝘢𝘵 𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘢𝘮𝘦 𝘵𝘪𝘮𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora