Good-Old fashioned lover boy [Bucky Barnes y tú]

12 |Sesenta años de soledad|

[Ubicación en el MCU: "Capitán América: Civil War] 

Bucky reorganizaba todos los libros de una estantería que seguramente era más extensa que todo el largo del departamento de Washington, el departamento de ellos. Hace tan solo un par de semanas que había estado residiendo en Bucarest, pero desde el segundo en el que pisó aquella biblioteca desorganizada se trazó la meta de reorganizar todo en el menor tiempo posible. Con un gorro siempre cubriendo su cabeza, se movía hábilmente entre los libros, como si hubiera sido él quien el que creó ese pequeño universo literario dentro de la ciudad. 

Sostuvo curiosamente el libro "Cien años de soledad" en sus manos antes de dejarlo en la estantería que había decidido organizar por tamaño, esperando que aquel orden facilitara el encontrar las obras a los jóvenes universitarios que siempre frecuentaban la biblioteca. Sacó una pequeña libreta que había comprado en la capital yankee para apuntar las cosas que iba aprendiendo del nuevo mundo, y escribió la obra de Gabriel García Márquez para agregarlo a la lista de lecturas pendientes. El título le había llamado la atención al segundo, él había vivido la soledad, no por cien años pero había pasado 60 años en las manos de Hydra. Y hubiera pasado muchos más años solo de no ser por ella. 

Ella. 

No habían dejado de hablar ni un día desde que se habían visto obligados a separarse por seguridad mutua, pero se habían acostumbrado demasiado a que al despertar, lo primero que admirarían fuera el uno al otro, ya sea despertando a su lado o en diferentes habitaciones. Aunque el despertar con ella solo ocurrió una vez, él se moría porque aquello vuelva a suceder. Gracias a la intromisión de Alan no había podido disfrutar de ella, hubiera querido llenarla de besos, caricias o palabras que tan solo él sabía encajar lo suficientemente bien como para que sean interpretadas como poemas. Aquella noche sus sentimientos simplemente se clarificaron, sin miedo ya de ser rechazado porque ella había dejado en claro que era un sentimiento mutuo, sin embargo ahora no podía verla ni hacer nada por formalizar una relación. Pero ya conocía lo que era una vida con ella y ser amado por ella, no se rendiría facilmente, esperaría incluso otros 60 años más de ser necesario. 

En otro continente, ____ intentaba no mirar directamente a los ojos de las personas que se encontraban directamente sentados en frente de ella en el incómodo y accesible metro subterráneo de Nueva York. Cuando Alan le avisó de lo que había sucedido con su hackeo, inmediatamente compró un vuelo para la ciudad donde su madre trabajaba; sin embargo no fue para estar con su progenitora, sino para pedirle un favor a Tony Stark: analizar el contenido del frasco por el cual Viktor Volkov había sido asesinado. 

El genio le había hecho un interrogatorio cuando ella llegó de repente pidiéndole eso, dándose cuenta que no conocía nada de la joven pero que aun así habían mantenido una estrecha relación de amistad durante varios años de la cual no quería desconfiar. ____ no tuvo problemas con contarle su pasado, Tony podía ser muchas cosas, menos alguien que la haría a un lado por las experiencias que había querido olvidar. Tras recriminarle por varios minutos la falta de confianza que había tenido en él al no haberle contado algo tan importante como su historia, le prometió que la ayudaría. La salud de su amiga podría estar en peligro y el millonario no escatimaría en gastos ni en su propio intelecto. 

Tras haber obtenido la seguridad de que la "medicina" sería analizada para comprobar que era tal y tras haber pasado un par de días con su madre, regresó a la ciudad donde estaba su departamento. La primera vez que ingresó después de aproximadamente un mes, se lanzó a su sofá y no se levantó hasta treinta minutos más tarde. Caminó hacia la cocina y se sirvió un poco de agua, pensando en lo solitario que se sentía aquel sitio sin la presencia de Bucky, quien si bien se dedicaba a leer la mayoría del día ya que no podía salir, le daba un ambiente diferente a su hogar. Habían estado un tiempo considerable en Viena sin quererlo, los días se les pasaron entre hackeos, investigación y cenas amenas en restaurantes que encontraban en la ciudad.