Good-Old fashioned lover boy [Bucky Barnes y tú]

11|Crónica de un amor anunciado|

La chica cerró la puerta de su habitación tras ella, apoyándose en esta y deslizándose hasta el piso. Fijó su vista en el techo, y se perdió en las molduras que le daban el toque antiguo. La luz de la noche entraba por la ventana mientras el viento también aprovechaba a colarse. Abrazó sus piernas que estaban ya pegadas contra su pecho y se permitió llorar momentáneamente. 

No sabía si lo que había escuchado había sido mejor o peor de lo que siempre había esperado. Y lo peor de todo, había generado que Bucky haga algo que el nunca quiso: matar a alguien. A pesar de que ella no se lo haya dicho, no se lo había ordenado, él lo hizo por ella. Sostuvo aquel frasco y apoyó la cabeza contra la puerta, tomó un largo respiro e intentó soltar todo el peso que sentía en su corazón. No quería herirlo. 

Mientras temblaba e intentaba cesar su llanto, sintió movimiento tras la su puerta, por lo que supuso que era Bucky yéndose a dormir. Se levantó y tragó el poco autocontrol que le quedaba sobre intentar no volver a besar a aquel hombre. 

Era, a su parecer, complicado los sentimientos que se habían generado por Bucky. Ganas de cuidarlo, protegerlo, acompañarlo  y, recientemente, amarlo. Probablemente todo sería más sencillo, incluso ella lo hubiera invitado a una cita, si Barnes no fuera un fugitivo. Tantos años intentando mantener un perfil bajo, manteniendo sus habilidades bajo las sombras, para que venga un tipo de cabello descuidado y unas orbes que parecían analizarla hasta la última fibra de su alma. No, no se arrepentía de haber arriesgado su libertad por hackear los servidores del Estado y eliminar la información que tenían sobre Bucky, la cual era mucha.

Tomó el pomo de la puerta y jaló para permitirse ver al otro lado del pasillo la madera que la separaba de él. Se acercó y dio suaves toques, esperando que él le contestara desde dentro, al contrario, se encontró frente a frente a Barnes en pocos segundos, usando una simple prenda sin mangas y un corto short que le permitía mantenerse fresco en aquella primavera, pero a su vez dejaban que el calor de las mantas lo reconforten. 

— ___, ¿pasa algo?— indagó confundido. Había escuchado los sollozos desde su habitación, pero esta vez sí que no había interrumpido, creyó que era algo que Holmes necesitaba después del ajetreo. 

— ... recordé que tu habitación tiene una caja fuerte.— él asintió.— Creo que por el momento sería un buen lugar para poner esto.— levantó el frasco.

Se hizo a un lado y dejó ingresar a la chica quien también vestía ligero. Caminó hacia un cuadro y lo apartó para dejar al descubierto un tablón numérico. Cerró los ojos para rebuscar en su buena memoria el número que le habían dado mientras coordinaba el alquiler con una agente de bienes raíces, lo cual no fue complicado. Depositó el producto de laboratorio para después cerrarlo y volver a ocultarlo. 

Se levantó, lo que hizo que se encontrara con la mirada de Bucky de nuevo. Le sonrió y avanzó lentamente hasta la cama de él, donde se sentó al borde. Palmeó a su lado indicándole que imite su acción, y así lo hizo. En frente de ellos, la ventana dejaba la habitación semi iluminada, por lo que ella aprovechó a perder su vista en las estrellas, sin intenciones de volverlo a mirar, o pasarían cosas.