Accidentado reencuentro

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Rubí

Habían pasado ya 4 días desde aquel encuentro y la verdad me sentía algo ansiosa sin haberla visto, era una sensación extraña porque solo asumí que vivía acá y ademas no se absolutamente nada de ella, no se por que me quede tan pegada en ese día, bajaba en diferentes horarios al patio café, me paseaba por el edificio argumentando que quería conocer las instalaciones aunque el edificio no era tan grande y ya lo había conocido al revés y al derecho pero no tenía una mejor excusa que dar. Lo único que había logrado saber de ella es que es hija del dueño de este y varios edificios más, que tiene una hermana pequeña, que la madre de ellas murió hace algunos años y que estudia diseño, al menos esa fue la información que logre sacarle a Carlitos que a decir verdad es bastante, bastante comunicativo pero misteriosamente ahora casi no me entregó detalles, vaya que contrariedad, cuando necesito que sea copuchento se vuelve reservado, nada me sale como espero, ¡que rabia!

Subí al departamento, ordene algunas cosas intentando despejar mi mente pero todo fue en vano, de pronto como en un flash en mi mente recordé que no conocía el gimnasio del lugar, pero bien valía la pena dar un último recorrido este día a ver si tenía mejor suerte. Obviamente miraría el gimnasio desde fuera porque de solo recordar las incontables caídas que sufrí en las clases de educación física y la cantidad de rojos que tenía, no, definitivamente yo no había nacido para ser Barbie deportista. Diez minutos después estaba en mi cuarto vistiéndome con tenida deportiva porque baje y cuando me encaminaba en dirección al gimnasio la vi, su pelo atado en un moño algo casual, unas calzas negras que resaltaban sus tonificadas piernas y un polerón rojo, giré sobre mis pies y aquí estoy, deportivamente vestida, porque "tú puedes ser lo que quieras ser" me dije mirándome por última vez al espejo, auto-convenciéndome de que hoy podía hacer todo el deporte que no hice en 12 años de colegio, bueno 14 si contamos pre-kínder y kínder...ok 15 si contamos el año que repetí de curso.

Entre al gym totalmente casual, fingiendo sorpresa cuando vi a Macarena quien esta vez estaba sin el polerón, llevaba una polera corta que al levantar sus brazos para tomar alguna pesa o usar alguna maquina dejaba en evidencia su tonificado abdomen –me toque nerviosa los labios para asegurarme de no estar babeando, ella me miro, sonrío y fue la primera en hablar.

-Señorita Rubí, no me imagine que le gustara hacer ejercicio

-Señorita Macarena, no solo usted puede ser una deportista de alto rendimiento –sonreí nerviosa

-Una carcajada se escapó de mi ante su comentario,-de bajo rendimiento yo diría pero gracias por el cumplido,-continúo con su rutina.

Maca no me prestó mayor atención, es amable, siento que le agrado pero no se esfuerza mucho en buscar hablar, aunque bueno evidentemente no viene al gimnasio a conversar, la miro disimuladamente, según yo disimuladamente, me sonrojo automáticamente cuando noto que ella se da cuenta y sonríe, ¡mierda! no se ser disimulada, me lamento. Me siento totalmente fuera de lugar, miro a Macarena que hace sus ejercicios con una fluidez que yo jamás lograría y trato de calmarme y pensar que hacer para no quedar como una ridícula que solo vino a sacarse fotos al gimnasio, así que doy un vistazo rápido a todo el lugar y me decido por la trotadora, ¿qué tan difícil puede ser trotar sobre una maquina? No alcancé a terminar mi pensamiento cuando estaba en el suelo, maldije internamente que mi estado físico fuera peor que mi estado emocional y que decir de la vergüenza que sentí en ese momento, Maca tiró a un lado unas pesas que tenía en sus manos y corrió a mi rescate, otra vez.

-Rubí, ¿estás bien? Déjame ayudarte

-Por un momento pensé que se burlaría pero no, se ve realmente preocupada y me parece tan dulce,-estoy bien Maca, fue solo que me enrede, lo siento,-me muevo para ponerme de pie pero un fuerte dolor en mi tobillo no me deja.

Se supone ♡Rubirena♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora