Inténtalo

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Dos días antes de cumplir veintiséis se programó el alta de Jimin.

El proceso para dejarlo salir fue bastante pesado para él y para Jungkook.

Tratar de sacar a Jimin de su habitación fue un verdadero reto, el rubio se aferraba a sus cosas, llegó a esconder el reproductor en su ropa interior y fue descubierto media hora después porque el mayor notó que se veía muy tranquilo y le pidió saltar unas cuantas veces hasta que el objeto, por gravedad, cayó.

—Realmente no puedo.—confesó luego de que su doctor viera el aparato en el suelo.

—No lo estás intentando, solo has logrado hacer trampa y de eso no se trata.—lo reprendió.

Al día siguiente volvió a su habitación y antes de salir, le pidió poner todas sus cosas encima de la cama, luego de que Jimin lo hiciera, tomó su mano y caminaron hacia la puerta. Hubo unos cuantos forcejeos antes de cruzar el marco, pero lo lograron.

Cada día fueron yendo más lejos hasta llegar al jardín.

El problema principal fue convencer a la mente del rubio que no habría peligro, que no tenía que aferrarse a ello buscando un lugar seguro y es que este veía esos objetos como lucez en la oscuridad, como un escudo ante cualquier mal, un mal que estaba en su cabeza, un monstruo que él mismo había creado por la culpa y que lo acechaba hasta que estuviese desprotegido.

—Debe estar enojado, debe odiarme demasiado. Soy tan patético intentando superar su muerte cuando debería estar hundiéndome en mi miseria por lo mal hijo que fui, Jungkook no quiero salir de aquí, no puedo salir de aquí. No quiero volver.—pidió con los ojos cerrados y la desesperación a flor de piel.

Lo tomó del saco blanco, perfectamente lavado y planchado, sus ojos color chocolate se clavaron en él, sus párpados rojizos y las lágrimas a punto de salir, secaron la garganta del mayor provocándole un ligero carraspeo antes de contestar.

—Lo hemos conversado, tu no eres culpable y nadie te hará daño. Sé que tienes miedo, pero no volverás a casa. Vivirás con tu amigo hasta que puedas lograrlo, él está preparando todo para tu llegada. Me tienes a mí y a ellos por si algo sucede, estaremos contigo. No debes acostumbrarte a estar en este lugar o ya no podrás salir y tu tienes una vida, lo has hecho bien. Estás listo para intentarlo, confío en ti ¿Confías en mí?—el menor asintió no tan convencido.

En menos de un día volvería a ver ese mundo del que quería escapar, se preguntaba si era correcto, si debía solo superarlo y vivir como antes.

¿Cómo vivía antes? Su día inciaba y acababa con él, era imposible levantarse sin sentirse vacío y solo.

Aprender, intentar, tratar y lograr era lo que siempre escuchaba de un lado y otro, pero en su cabeza solo estaba el miedo, el fracaso, la tristeza y mucha culpa que se acumulaba en su pecho, deseaba con tantas ganas deshacerse de esa carga.

En ocasiones parecía disminuir, pero luego caía nuevamente en la cruda realidad.

Si bien, ya no deseaba acabar con su vida. No tenía idea cuando esos pensamientos volverían a rondar por su cabeza y se sentía aterrado porque era más fuerte que él, no lo pensaba demasiado e iba a su objetivo.

¿Cuándo sería? ¿Lo resistiría?

—Lo harás.

Una voz para nada familiar contestó a sus interrogantes y pensó que tal vez había sido una simple alucinación, pero había algo más detrás de esa voz, algo o alguien que deseaba que viviera.

—Entonces, mañana te vas.—repitió, Mi Do a modo de afirmación lo que acaba de decirle Jimin y este asintió.

—Vendré dos veces a la semana y te visitaré.—aseguró y la mujer sonrió con ternura acomodándole el cabello.

—No te preocupes, en unas semanas volveré a ese lado. Tal vez podamos vernos en algún lado, conozcó una buenísima pastelería a la que podemos ir y lo mejor es que nada está afuera de su lugar a parte de algunos clientes a los que evitaremos en las mesas del segundo piso, ya que hay espacios privados ahí.—dijo con emoción se lanzó a los brazos de su amigo.—Eres fuerte Jimin, lo vas a lograr.

Habían personas que lo amaban. Habían personas que apostaban por él y estaban seguras de que Jimin superaría toda esa oscuridad.

Ellos querían verlo feliz.

¿No era eso acaso lo que au padre siempre le decía?

—De vez en cuando deberías voltear a ver que no estás solo, hijo. Hay tanto amor alrededor tuyo y no solo soy yo o esos dos tontos. Hay mucho más y deseo que puedas verlo, quiero que algún día reconozcas el amor que vive en cada cosa que tocas, en cada acción. El mundo no es tan gris, es de millones de colores, cariño.

Millones de colores, millones de emociones, olvidó tanto. Olvidó su pasión, olvidó lo que tenía que recordar y se encarceló en su habitación e intentó escapar de este plano.

Nunca se dio una oportunidad, no confiaba en si mismo.

Jamás escuchó realmente todos los sermones de su padre, no sabía que era lo que quería decirle y es que el hombre tenía la sospecha de que su ingenuo hijo podría rendirse tan fácilmente y fue todo cierto.

Su pequeño solo estaba tratando de volver a su brazos sin entender que ya no podía hacerlo, que la mejor manera de recordarlo era caminando hacia delante, justo el lado al que el rubio se negaba a mirar por voltear a atrás, donde lo único que podía hacer era lamentarse y perderse en ese sucio hubiera.

—Él está orgulloso de tí, no lo dudes.—dijo Jungkook al soltar su mano para que este pudiese tomar la de Taehyung en la puerta de la clínica y despedirse de ese lugar donde se había refugiado de su dolor durante algunos meses.

—¿Puedes prometerme algo?—respondió el menor, limpiándose una lágrima y este asintió.—Veamos las flores de cerezo la próxima primavera, yo sé que prometí estar en tu siguiente cumpleaños, pero tu ojos parecen estar despidiéndose de mi y necesito escucharlo un poco más.

Su doctor sonrió con melancolía.

—No sería mala idea canjear mi alma por un año más a tu lado.—susurró teniendo claro que esta promesa tendría muy pocas oportunidades de cumplirse.—Lo prometo, pero promete tú que vas a intentar con todas tus fuerzas ser feliz.

—También lo prometo.—aseguró sonriendo y formando una linea con sus ojos de la manera más adorable que Jungkook pudo ver en sus treinta años.

¿No era injusto sentir todo lo que había deseado, pero aún así tener la sensación de que no duraría?

De vuelta en su oficina, solo pudo sentarse en el sofá y apretar los puños en un intento de contener las ganas de ir corriendo tras él.

—¿Qué está mal conmigo?

Hola, lamento no haber publicado un capítulo ayer, pero estaba ocupada y luego desconectaron el internet, jajaja

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Hola, lamento no haber publicado un capítulo ayer, pero estaba ocupada y luego desconectaron el internet, jajaja.

Dejaré el teléfono cargando, espero escribir otro más hoy, ojalá pueda.

Muchas gracias por leer🤍

Melissart 🌌

I WISH TO LOVE YOU [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora