Promesas

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—A ver si te entendimos, si ellos no logran responder de manera correcta. ¿No moverás un solo dedo?

Lucifer asintió.

—Aún así, para lograr tu objetivo debes sacrificar a otro ser humano y no es correcto, hijo.

El aludido rodó los ojos con aburrimiento y habló.

—Padre, te recuerdo que...—pasó una mano por su cuello simulando un cuchillo—Ya sabes.

Se sentía culpable con solo recordarlo.

—¿Y si mejor hacemos un sorteo y el que sale, se salva?—preguntó Uriel con tranquilidad y recibió miradas de desaprobación por sus hermanos.

—Al él si puede matarlo, mi señor.—dijo Rafael sintiéndose completamente pertintente, aunque no lo era.

—¡Oh! Mi señor, otra vez estan tocándose las pantuflas.—Remiel había estado espiando a los dos humanos desde el incio de la reunión.

Y ninguno se resistió a observar, así que ahí se encontraron todos los, para nada chismosos, seres celestiales.

Jimin abrazaba al mayor en agradecimiento por haberle permitido hacer la llamada y ninguno se preocupó por separarse después de que el tiempo regular de un abrazo común, ya hubiese pasado.

—¿Sabes?—preguntó el mayor, rompiendo el silencio—Me gusta esta sensación.

Eso le había salido del alma, literalmente porque su cerebro era demasiado penoso para pensarlo y lo estaba demostrando al cambiar de color como si fuese una iguana.

—Acabo de ver su rostro y déjeme decirle que el color rojo se le ve bien.—contestó Jimin con una dulce voz pegándose a su pecho que comenzaba a latir con rapidez.

Para este punto, Jungkook no podía pensar con facilidad.

Tenía muchas cosas en su cabeza.

El aroma de Jimin.

La calidez de Jimin.

Los brazos de Jimin aferrándose a su espalda.

Los suyos en la pequeña cintura del rubio.

Filtrear en una clínica psiquiátrica con un paciente no está bien.

El barbón podía estar mirándolos, ahora que lo pensaba, no había dicho una sola palabra durante un tiempo y eso solo podía significar que estaba trabajando, algo que para Jungkook era extraño ya que siempre tenía tiempo suficiente para molestarlo.

—Extraño.—pronunció sin darse cuenta de que lo dijo en voz alta.

—¿Qué es extraño?

Los ojos del mayor buscaron los contrarios que se negaban a salir del escondite que había creado en su pecho.

—Jimin.

El menor por fin hizo caso y conectó su mirada con la de su doctor.

—Dígame.

Una sonrisa inocente hizo derretir el corazón del pelinegro.

—No sería mala idea que dejes de tratarme de usted.—en este momento todo lo que decía, definitivamente no lo pensaba.

—Bueno, dime.

No estaba seguro de lo que hacía, pero se sentía seguro en sus brazos y por ningún motivo quería separse.

El mundo podría decirle millones de razones por las que se pudo sentir atraído hacía él.

Seguramente creerían que fue porque pasaban mucho tiempo juntos, porque le escucha, porque se había portado bien con él, pero Jimin tenía claro que Jungkook solo hizo su trabajo. También tenía el cariño y los brazos de sus amigos cuando lo necesitara. No era la sensación de compañía, no fue su manera de hablarle o de ayudarle reconstruir su corazón vacio.

I WISH TO LOVE YOU [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora