Capítulo 12

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Capítulo 12

Camino rápidamente a pesar de las advertencias de Asdrit sobre caerme. El rey me ha convocado en la sala de reuniones—cosa que nunca ha hecho—, por lo que espero buenas noticias. En el peor de los casos, un regaño si se ha enterado de mi visita nocturna a la habitación de Edan.

Subo los asfixiantes escalones y entro a la gran habitación, la cual se encuentra sola a excepción del rey y Badir.

Calmo mi respiración e inclino la cabeza frente a mi padre.

—Mi niña—me saluda con una sonrisa—, ¿Por qué estás tan feliz?

Su tono afable me permite relajarme.

—Es la primera vez que me convoca a este sitio.

—Pero no la última—ríe y la indirecta me hace emocionarme aún más— Puedes estar presente en nuestras reuniones.

Me tumbo de rodillas en el suelo sin quitar mi sonrisa, siendo la primera vez desde la infancia que hago esto. Mi padre se levanta de su trono, camina hasta mí y toma mis manos para ayudar a levantarme.

»Si hubiera sabido que esto te iba a emocionar tanto, lo hubiera permitido antes.

Lo abrazo sabiendo que Badir es alguien que no le importa la distancia que debe haber entre el rey y sus hijos. Al separarnos, dejo un beso en su mejilla y no oculto mi felicidad.

—Por supuesto que estoy emocionada, al fin podré poner en práctica lo que he aprendido en mis clases.

—Estoy fascinado con tu emoción—me dice—. Ahora deja que Badir te acompañe.

Antes de seguir sus órdenes me acerco aún más para darle un gran abrazo, el cual no me devuelve por la sorpresa y luego me separo para salir adelante. El hombre más cercano de mi padre llega a mi lado y salimos juntos.

Una vez estamos fuera de la habitación, los guardias y Asdrit toman su debido lugar detrás de nosotros. Caminamos por el palacio en silencio, con dirección al jardín y cuando estamos a medio camino, una falsa tos de parte de Badir me alerta, por lo que les ordeno a quienes están cerca de nosotros, que nos den un poco de espacio.

Caminamos un poco más, tomamos un pequeño desvío hacia el jardín y una vez allí se permite hablar.

—Felicitaciones por su logro—dice y me sonríe—. Hemos esperado un tiempo para que usted se atreviera a dar a conocer sus habilidades.

—Ya ha llegado la hora—le aviso—. Si seguimos esperando, perderemos la ventaja.

—¿Cree que ya está preparada?

Conozco más de lo que debería según el cargo que se me dio, por supuesto que lo estoy.

—¿Qué piensa usted?—pregunto y detengo mi caminata para verlo fijamente—Después de todo me vio crecer y poco a poco volverme quien soy ahora.

Mira detenidamente un punto detrás de mí y luego responde.

—Lo está.

—Y aunque no lo estuviera, los tengo a ustedes para guiarme ¿No?—inquiero y él asiente.

—Usted es la legítima heredera.

Sin embargo me habían quitado lo que por derecho de nacimiento era mío, para dárselo a alguien que no lo valoraba.

—Y siempre lo seré.

—Debe mantenerse fuerte y ser discreta—me recuerda y asiento.

—En eso soy una experta.

Sarka. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora