Capítulo 39
Espero pacientemente y perfectamente sentada, como la muñeca que quieren que sea.
Escucho sus pasos, más no giro para verlo, solo espero a que se ponga frente a mí. Una vez lo hace, sin siquiera verlo le ordeno que tome asiento frente a mí.
—¿Por qué me llamaste?
Inclino una ceja y rio por un momento.
—¿Tan poco respeto me tienes que ni siquiera me hablas de forma correcta o usas mi título?
—Será mi esposa. —señala con la arrogancia que no sabía tenía—Ese tipo de cosas no serán necesarias.
Al menos la formalidad está presente, en su lógico pero doliente comentario.
—Pero aún no lo soy.
—Igual no habrá disolución, después de todo, que pasara casi todo un día arrodillada no fue suficiente.
Tampoco que hablara con el rey ni que llorara, más bien, quien terminó derrotada fui yo, y con las críticas a mi personalidad aún latentes en mi mente.
—Al menos debes hablarme de forma correcta hasta que nos casemos.
—Luego la escucharé decirme "mi señor"—sonríe y cuántas ganas tengo de quitarle esa moriqueta de la cara.
—Espera sentado, puede cansar tus piernas.
—¿Por qué me citó?—inquiere fastidiado.
—Quería hablar contigo.
Me mira a la expectativa, y por puro placer tomo un par de sorbos de mi te antes de contestar.
»No esperes nada de mí en la noche de bodas o en cualquier otra.
Rie a carcajadas, insoportablemente lo hace.
—No pretendía hacer nada con usted—señala divertido—. No es mi tipo, tendré a otras mujeres y así ambos seremos felices.
Le aplaudo con verdadera alegría y admiración por no pretender obligarme.
—Es la mejor decisión que pudiste tomar.
—Pero le juro que algún día me deseará, y cuando lo haga no obtendrá nada de mí.
Como si eso pudiera pasar.
—Creo que antes de que suceda, soy exiliada.
—¿Tantas ganas tiene de alejarse?
—Solo de ti.
—Pero imagino que de Edan si quieres estar muy pero muy cerca—comenta—. Si no es que ya lo han estado.
Ya quisiera.
—No es de su incumbencia.
—¿Creo que si se descubre que lo han estado, él moriría, no?
—No lo hará.—indico muy segura.
—No digo que no sea virgen, ¿Pero si se difundiera un extraño rumor de que el glorioso hijo menor de la mano derecha del rey estuvo con una princesa, lo creerían?
—Un examen lo descartaría.
—¡Lo sabía!—reconoce—Es más pura que la miel. —expresa e intenta acercarse pero lo alejo. —Espero que sepa tan bien.
—Me das asco—escupo sin pensarlo.
—¿No es un cuento viejo? Siempre me ignoró.
—No eras grato de mi atención.
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Sarka. ©
Ficțiune istoricăDesde su nacimiento, Sarka se ha visto envuelta en la vida del palacio, fue envenenada, le quitaron su puesto de heredera, perdió a su madre, fue dejada a un lado por su padre y secuestrada. Ahora, a una edad más madura, quiere recuperar su puesto y...