Capítulo 38

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Capítulo 38

El suelo está terriblemente frío y sucio gracias a la nieve que las nubes han abandonado.

Me hallo casi sin ropa—me he negado a usar siquiera una capa—, y Asdrit e Ilena se encuentran cada una a mi lado a pesar de que me he negado.

Imploro al rey a gritos, sin embargo nadie me hace caso.

Los sirvientes y guardias pasan cerca de nosotras, nos miran y murmuran.

Poco a poco cada uno de mis hermanos van llegando, me ven y algunos ruegan que abandone toda esta vergüenza.

Más no me rindo, sigo gritando.

—¡Su majestad, por favor cancele mi boda!—vocifero una vez más.

El frío cala aún más en mis huesos, tiemblo, pero intento no hacerle caso. Ferran, Farid, Karlen y Declan se acercan, se despojan de sus capas para dejar cada una de ellas sobre nosotras, también quitan sus ropas principales, las cuales terminan en el suelo y luego se arrodillan junto a nosotras.

—¡Su majestad, por favor cancele la boda!—ruegan en coro una y otra vez.

Horas pasan, sin embargo, solo los ministros salen. Nos observan, más no paramos.

Nahul y Harald también hacen acto de presencia, pero contrario al resto de mis hermanos—y cosa que igual esperaba que hicieran—, solo se quedan de pie, observándonos.

El día empieza a oscurecer, las nubes anuncian que una tormenta o tal vez otra nevada está a punto de llegar, pero nadie se va del lugar.

No han parado las murmuraciones y pequeñas risas que poco a poco nos humillan.

Al fin, cuando casi tengo a Asdrit desmayada a mi lado, Badir sale y anuncia que el rey ordenó que entre.

Sola.

Con ayuda de los guardias, lo hago. Subimos las escaleras y entro a la sala de reunión sin nadie más.

Padre se ve imponente sentado en su trono—todo un rey en su gloria—, Badir a su lado lo acompaña.

—¿De qué se trata esto?—inquiere una vez me arrodillo.

Como si no lo hubiera escuchado por horas.

—Por favor cancele mi compromiso.

—¿Por qué quieres eso?

¿Acaso hay que contarle todo con manzanas?

—Usted sabe la razón.

—¡No lo haré!—Grita dejándome desconcertada.

—Por favor—insisto.

—Si sigues rogando, ordenaré que Edan sea exiliado—declara y Badir gira a verlo aterrado.

—Padre...

—Badir, sal—ordena y este inmediatamente cumple—. Levántate.—Obedezco, y tiro la empapada capa al suelo—Te casarás con Ossian, quieras o no. Inclusive si me vuelves a amenazar con quitarte la vida.

—Padre.

—¿Por qué te tenías que enamorar precisamente de él?

Porque fue cosa del destino al que le gusta jugar bromas.

—¿Acaso tiene algo de malo?—pregunto y niega.

—El problema es que tiene muchas cosas buenas.

—No será un riesgo para nosotros.

—¿Qué te asegura eso?

—Me ama.

Sarka. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora