Capítulo 29
Un mes.
Un tortuoso mes ha pasado y Edan no ha despertado. Incluso el médico ha bajado la probabilidad de que despierte.
Mis hermanos—con los que me llevo bien—, me miran con pesar siempre que pasan a mi lado. El cansancio se nota en mi cuerpo, he bajado de peso e inclusive las ojeras se han vuelto visibles, sin embargo, aún mantengo la esperanza; él debe despertar.
El movimiento de mi mano es constante, cepillando su cabello hacia atrás, estamos solos y no me importa mantener la familiaridad a pesar de él estar dormido.
Sólo paro cuando escucho pasos detrás de mí y giro a ver a Ferran. Olvidé el entrenamiento.
—Sabía que estarías aquí—comenta sin quitar su triste semblante, supongo he de estar peor que él.
—Lo siento, lo olvidé.
Mueve la mano quitándole importancia y se acerca para ver a Edan. Suelta un suspiro y sonríe ocultando sus sentimientos.
—¿Cómo vas con la estrategia militar?—inquiere intentando distraerme.
—Donardo dice que soy buena porque juego con mi enemigo.
Rie y despeina mi cabello.
—Debes de serlo, si hasta nos manipulas a nosotros.
—No lo hago.
Al menos no siempre... no desde hace mucho.
—Digamos que te creo.
Bufo y giro a ver nuevamente el pálido semblante de Edan.
»¿Qué tal si vamos a entrenar? Aún quedan dos horas de sol.
Afirmo y me levanto para darle una última mirada al durmiente y salir de la habitación.
Caminamos tranquilamente por el palacio, entre las bromas de Ferran hacia mí, así como recuerdos que relata para distraerme.
—¿Recuerdas cuando Gerd metió dos gallinas al cuarto de Declan?—pregunto y él asiente mientras suelta una carcajada.
—El pobre no quiso comer huevos en una semana.
Ambos reímos y por un momento siento como si nada hubiera cambiado.
Caminamos entre los pasillos y antes de cruzarnos con un grupo de guardias, lo hacemos con Nahul y Harald. Saludamos y nos detenemos.
—Es extraño verte reír—comenta Nahul—. Creía que estabas de luto.
Lo miro furiosa y evito lanzarme contra él.
—Edan no ha muerto.
—Pero todos sabemos que lo hará.—agrega Harald.
—¡Callate!—le grita Ferran, y él tiembla—¿Cómo pueden desearle la muerte a alguien que creció con nosotros?
—No es parte de mi familia, ¿Por qué desearía su bien?—pregunta Nahul encogiéndose de hombros—Solo debo preocuparme por ustedes.
—Todos sabemos que no nos quieres, y que la única razón por la cual mantienes a Harald cerca es porque él te hace caso—revelo y ambos me miran ofendidos.
—¿En algún momento te he atacado?
Bufo al notar el sarcasmo.
—Las marcas que tenía en mi cuerpo revelaban que sí.
—Por favor, eso solo fue una pequeña pelea entre hermanos—rie—. No por eso dejaste de caminar o moriste.
—Pero cuánto hubieras deseado que así fuera.
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Sarka. ©
Ficção HistóricaDesde su nacimiento, Sarka se ha visto envuelta en la vida del palacio, fue envenenada, le quitaron su puesto de heredera, perdió a su madre, fue dejada a un lado por su padre y secuestrada. Ahora, a una edad más madura, quiere recuperar su puesto y...