Capítulo 21

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Capítulo 21

Dos días, tan solo dos desde nuestro pequeño encuentro y Nahul había actuado de una forma en la cual no me imaginaba que lo haría, al menos por el momento.

«Mantén la calma». Es lo que me repito mientras camino hasta la sala de reuniones a ver al rey. A pesar de ser muy tarde, él no se ha retirado a descansar.

Dos guardias están apostados en la puerta, sin embargo, al saber que no fui convocada me impiden la entrada.

—Solicito una audiencia con su majestad—digo.

Inmediatamente entra un guardia a avisar para así volver y permitirme ingresar.

Saludo a padre y veo a Badir quien silenciosamente y con una sencilla mirada me pregunta por qué estoy aquí.

—¿Qué es tan importante para que vengas a este lugar?—Pregunta padre con la falta de su usual paciencia.

Hay más ojeras bajos sus ojos, su cabello no está perfectamente arreglado y su ropa está tan arrugada que me pregunto cuántas veces la ha sujetado. Se nota que está enojado.

—La cuñada Ilena fue arrestada en la madrugada, e inclusive ha sido torturada.

—Lo sé.—dice lo que me temía.

—Por favor, libérela.

—¿Por qué haría eso?—fija su impenetrable y fría mirada en mí—Lastimó a tu hermano y rompió las reglas.

Recuerdo el pequeño corte que había visto en la mejilla de Nahul.

—¿Por qué debería ser una regla el negarte a estar íntimamente con alguien a quien no amas?

—Porque están casados. Es su obligación.

—¡Nahul las daña!—exclamo—Usted no ha visto todo lo que les hace, no ha observado las magulladuras en el cuerpo de Dahlia, mucho menos a Thyra llorar después de sus encuentros y frotar su piel tan fuerte para llegar a rasgarla, no sabe lo que sufren.

Recuerdo el sufrimiento de ambas, el trabajo por cubrir cada una de sus marcas inclusive durante el asfixiante verano, los brebajes para el dolor que consumen luego de esas fatídicas noches y el asco interno que sienten por sí mismas.

—No puedes decir que es a causa de tu hermano... las mujeres son así, a veces tienen sus momentos.

—¡¿Ese es el mismo futuro que quiere para mí?!—grito, alejando el respeto que le tengo.

—Hija...

Caigo de rodillas.

—¡Usted me quitó el derecho al trono y se lo dió a Nahul, quién ya ha matado a dos mujeres!—le recuerdo—En el momento en que usted muera, él nos matará a nosotros.

—¡No puedes decir eso!—me regaña—Es su hermano, siempre los protegerá.

—Está consciente que no tiene un gran cariño por nosotros, ni siquiera por Akina y Kaira, con quienes comparte madre .—alego—Ellas vieron la maldad que hay en él, por eso lo rechazan al igual que nosotros, pero usted no se da cuenta.

—Nahul no es malo, ninguno de mis hijos lo es.

—Está ciego.

—Sarka...

—Eso hará, y usted no lo podrá ver. Nos matará y disfrutara ver nuestra sangre manchar el piso.

Suspira, se acerca a mí y toma mis manos las cuales alejo.

—No la puedo liberar. Pudo matar a mi hijo.

¿Cuántas veces él no ha podido matar a sus esposas que le quedan?

Sarka. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora