3.- Luna menguante

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 El lugar es un desastre. No sé cómo le hare para que todo parezca normal por la mañana, ni siquiera sé qué hora es para ver si alcanzare a ordenar todo. Hoy ni siquiera puse música en el cuarto de las operaciones. No sé cuantos más de ellos están aquí, he estado escuchando que entran y salen cada poco tiempo, no son muy sigilosos como pensé.

— ¿Cómo va todo?

— si vuelves a preguntarme eso...— me trago lo que sigue. Aun no olvido que ellos son... hombres lobo. Tengo un poco más de confianza en que no van a comerme, y saber que Beau era el lobo que tuve en casa es curiosamente tranquilizante. Es él quien está ayudándome.

— Rowan, estas interrumpiendo— nadie me impidió ponerle un bozal esta vez al lobo inconsciente, el que se veía peor de los dos que estaban en la entrada. Mi parte lógica solo vio dos animales que necesitan ayuda. No me acerque al otro, solo le di a Beau las mismas pastillas para el dolor y aparte a Rowan para dar indicaciones y traer al otro animal aquí.

— es importante que ella viva.

— ella...— dejo de moverme— estaba sufriendo ¿verdad?— su pedido de ayuda no era mentira. Nadie podría fingir ese dolor.

— no es momento para decirte eso. Solo... intenta que no muera. A Kalila se le fue un poco la mano.

— casi le arranca la garganta— dios, estoy tan asustado. Apenas puedo sostener los instrumentos sin temblar, no paro de pensar en que estoy haciendo y en lo fácil que podría terminar en una camilla— no es que me queje mucho por eso, ella intento comerme. Pero como veterinario es un desastre. Necesito luz por aquí— Beau mueve la lámpara. No escucho cuando nos quedamos solos, solo volteo y ya no hay nadie en la puerta.

— ¿Eddie? ¿Qué pasa?

— ah.— exhalo— no hay nada más que pueda hacer. Dame el material para suturarle— suturar me toma tiempo, con la ayuda de Beau incluso vendarle es complicado. No muevo al animal de la mesa, camino a la sala de espera moviendo los hombros para liberar algo de tensión. Además de Rowan y el hombre rubio, hay cuatro humanos más y el otro animal— aún está vivo, pero no es seguro que pase la noche. Tú también estás herida ¿puedo acercarme?— levanto las cosas que traigo. No quiero que me muerda o que no sea amable.

— eso estaría bien— el que responde es Rowan. Ni hablar, hay pequeños charcos de sangre a su alrededor. Me arrodillo para examinar bien las heridas que tiene. Son parecidas a las que tenía Beau cuando llego aquí convertido en lobo ¿realmente han pasado dos semanas? Ella se mantiene inmóvil mientras trabajo, aunque gruñe de vez en cuando y yo no paro de disculparme cuando lo hace.

— ¿no se supone que se curan rápido? Siempre... pasan eso en las películas. Termine— me levanto. Me siento mareado. Me quito los guantes y me froto la cara.

— no lo hacemos cuando nos hiere otro como nosotros— el hombre rubio me sonríe, es una sonrisa apenada— lamento esta situación— yo lo lamento más, pero no digo nada. Me siento en la silla de Gabriela, conteniendo mis ganas de decirles que ahora que termine se pueden ir. No lo hago, en serio es aterrador pensar que cualquiera de ellos podría matarme— ¿podemos hablar ahora, Rowan?

— Ya no hay problemas. No queríamos que clavaras el escalpelo en otro lugar accidentalmente.

— espera, espera, primero, nunca he clavado un escalpelo accidentalmente en ningún lado. Segundo ¿esperan hablar conmigo ahora? no, lo siento. No creo soportarlo más— agito las manos. De ningún modo podría aguantar una plática sobre lo que paso.

— es justo. Ahora debería ser seguro. No salgas más— no pensaba hacerlo. Se da la vuelta y todos se levantan, hacia la salida. Incluso Beau se dirige a la salida.

Lunas de enero (Lunas y lobos I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora