Capítulo diez.

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El timbre anunciando la salida sonó y corrí hacia la entrada en busca de mis amigas, —¡Hey!, ¡chicas! –grité y ellas se giraron con su ceño fruncido.

—¿Qué sucede contigo? –preguntó Kendal cuando llegué a su lado.

—Solo las estoy saludando –dije sonriendo y Paris llevó su mano a mi frente.

—No, no hay calentura –murmuró.

—Por supuesto que no la hay, se la acaban de quitar –dijo con diversión Kendal subiendo y bajando las cejas en un gesto sugerente.

—¿Qué? –pregunté riendo.

—¿Con quién lo hiciste? –preguntó y abrí la boca para negar su falsa teoría pero me detuve, si ellas creían que lo había vuelto a hacer dejarían de molestarme.

—No voy a decirlo –dije caminando hacia el auto haciéndome la interesante.

—¡Oh vamos! –se quejaron ambas, —¿es que no somos tus mejores amigas? –preguntó Paris intentando hacerme sentir mal.

—Por supuesto que sí –aseguré, —pero no siempre nos decimos todo –les recordé y miré a Kendal, —¿nos vas a decir con quien pasaste la noche que llegaste ebria y con mucha alergia en el cuello a casa? –pregunté alzando una ceja, —oh tú Paris, ¿nos contaras quien fue el chico con el que tuviste ese fascinante sexo oral? –ambas se encogieron de hombros.

—Sabes que no podemos decirlo, quisiéramos, pero no podemos –dijo Kendal y dejé salir el aire.

—Lo entiendo, no me molestó antes y no me molesta ahora, yo tampoco puedo decir, lo prometí –dije y sus ojos se abrieron.

—¡Él tiene novia! –señaló Kendal, —por eso no puedes decirlo –dijo alterada y negué a prisa.

—Esperen... ¿eso fue lo que pasó? ¿esos chicos tienen novia y por eso no pueden decirlo? –cuestioné y ambas se miraron.

—¡No intentes cambiarnos la plática señorita! –gruñe la rubia.

—¿Quién puede ser?, ¿es de nuestro año?, tal vez es Martin, o Nicholas, él siempre ha estado loco por ti –comenzó a buscar un culpable Paris.

—No, chicas, no tiene novia, dios...

—Creo que más bien fue Lucas, desapareció esta mañana de clases –agregó Kendal ignorándome por completo, dejé salir el aire.

—Fue Christian, ¿de acuerdo? –solté, ¿Por qué lo hice?, no tengo ni la menor idea, sus ojos se abrieron, me miraron con sorpresa y ambas soltaron una carcajada.

—¡TE LO DIJE! –gritó Kendal, —¡TE LO DIJE!, oh por dios, espero mañana mi bolso Prada -indicó riendo y fruncí el ceño.

—Kendal aseguró que terminarían en la cama de nuevo tú y Christian, yo creí que terminarían odiándose uno a otro –explicó Paris.

—En realidad ambas están bien, pasó eso, pero sigo odiándolo –declaré y Kendal me miró.

—¿No están en un plan de salir? –preguntó y negué.

—Esto fue más bien un... error –dije y entré al auto, —no quiero hablar más sobre esto, ¿podemos irnos ahora? –pregunté y ambas asintieron refunfuñando entre dientes, maldita sea, ¿Qué había hecho?

Paris condujo hasta el centro comercial mientras Kendal aprovechaba para retocar su maquillaje, —creo que siempre voy a odiarte por eso –murmuré y alzó una ceja mirándome por el espejo, —¿Cómo puedes pintarte mientras Paris conduce?, vamos, parece que estamos pasando sobre muchos cuerpos.

Mi secreto de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora