Capítulo #1: Cambios de Antaño:

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El mundo puede cambiar, realmente rápido. La mayoría de las personas no lo captan, porque no es su historia o simplemente porque no piensan de la misma manera.

No recuerdo haberme sentido tan extraña en, décadas. Y creí que jamás volvería a sentirme así. Creí que jamás tendría que ver a esa persona de nuevo. No. De hecho lo temía desde hace tiempo, solo que yo misma me vi en la necesidad de obligar a mi mente a olvidar... Olvidarlo.

«¿Wheeinie? Estamos preocupadas por ti. Cuando escuches este mensaje, por favor contesta. Hwasa».

Escucho el mensaje de voz, preguntándome: ¿Qué debo hacer?

Llamar sería como abrir otra caja de Pandora y, Hyejin y yo siempre hemos estado unidas. N-no quiero tener que involucrarla en mis problemas. No esta noche.

–¿Wheein? Hwasa se nota alarmada al otro lado de la línea. También puedo escuchar otras voces a la distancia, y detesto preocupar a las personas de esta manera–. ¡Hay, gracias a Dios!... ¡¿Dónde estás?!

En, el río Han... –indico. Una respuesta que ciertamente Hyejin se esperaba.

Claro… ¡I-iremos a buscarte! ¡No te muevas de ahí ¿vale?! ¡Llegaremos...

¡No, Hyejin… –Tardo poco en exclamar interrumpiendo a mi mejor amiga.

–¡Vale, iré yo sola!

–¡No Hyejin! –Repito y se me quiebra la voz–. Quiero, estar sola un rato.

¡No es bueno que estés sola! –Quiero ser tan sutil como sea posible con ella. Hyejin no es una chica fácil de convencer. Realmente se preocupa por mí y eso, me duele.

Estaré bien –gimo borrando las lágrimas que corren por mi mejilla–. No lo pensaré dos veces y llamaré si ocurre algo ¿vale?

–Sigo sin estar convencida de esto…

No te lo pido como un guardaespaldas, sino como una amiga... Por favor Hyejin…

… Si algo te pasa por mi culpa…

No me pasará nada… –indico–. Te amo Hyejin-a…

No le digo esto muy a menudo. No soy, buena para expresar mis sentimientos como Hwasa. Eso me hace parecer una chica fría algunas veces, aunque realmente, es todo lo contrario.

Puede que llegue a sentirme mal por esto... –dice–. Deberías ir al río Han más a menudo Wheenie-a. ¡También te amo!

Los gritos de Hwasa atraviesan el celular hacia mi oído. No evito reír sin apartar los ojos de la bahía. Entonces cunde el sentimiento de angustia en mí. Sentimiento que me obliga a apagar mi teléfono por completo mientras continúo observando el mar a la distancia.

[...]

Solo tengo dos recuerdos de esa persona.

El primero, fue hace 19 años. Yo era una niña. Una ingenua pequeña que amaba correr y subir a los árboles. Una pequeña que odiaba caerse y lloraba por ratos indefinidos, hasta que su héroe llegaba en su rescate.

–¿Lo vez Wheein? No tienes nada que temer, papá siempre estará aquí.

Esas promesas esperanzadoras eran creíbles a los seis años, pero se convirtieron en palabras vacías, palabras que no significan nada ahora para mí.

La noche en que mi padre partió estuvo exhibida bajo el mayor velo de lluvia que mis ojos pequeños hayan podido apreciar. La situación en casa era bastante acogedora, hasta que el desconcierto se hizo presente para comenzar la mayor de las disputas que había presenciado entre mis padres.

Una noche de confites y películas era el plan número uno. Mi madre entró al armario a por las cintas, pero terminó descubriendo algo más esa noche. Algo que nunca debió encontrar.

–¿Hyun Do? ¿Qué es esto? –Preguntó mamá regresando del armario con una bolsa oscura llena de dinero. Algo que mi padre no tenía el valor de explicar frente a su esposa esa noche.

Frente a su hija.

–No te preocupes... –Los ojos de mi padre viajaron desde la niña sentada en aquel comedor, hacia la mujer confusa en el salón.

Se veía sorprendido, asustado, furioso, e intentaba hacerse con la oscura mochila en los brazos de mi madre a través de frases alentadoras como:

Lo resolveré en pocos días cariño, dame la bolsa por favor...

–¿Pocos días? –Preguntó mi madre e intentaba persuadir a su esposo y sus movimientos, alejando la bolsa de él. ¡Necesitas pocos días, para efectuar tu último delito ¿verdad?! Gritaba. Quería las respuestas a sus preguntas y su indagación llevó a mi padre a reaccionar con negatividad–.

¡Dame la bolsa Yuna!... –Los gritos de mi padre eran más altos. Estos y su ceño fruncido hacían a mi madre retorcerse y al mismo tiempo llevaron a ésta hacia la desesperación. –No cometas un error Yuna, por favor.

La figura de papá parecía amenazante y los ojos de la mujer frente a mí se llenaron de lágrimas. Tal vez, mi madre se encontraba en ese momento en un apretado agujero negro del que no podía escapar.

En ese momento, su única salida se encontraba en la ventana y hacia ahí fue donde huyó en su desesperación.

Mi madre observó a las únicas dos personas frente a ella en la casa. Me observó, segura de que hacía lo correcto y no lo pensó demasiado para lanzar todo el dinero guardado en aquel bolso sin ningún remordimiento, por la ventana.

–¡Yuna, no!

–¡¿Mamá?!

Lo siguiente que ocurrió, quedará guardado en mi memoria como un abismo, y en mi corazón incrementará durante horas, días y años, con el odio que siento por esa persona.

La persona que huyó. La persona que dejó temas sin resolver. La persona que me hizo renunciar a la vida feliz de una niña pequeña... La persona que aparece cuando menos la necesito.

Continuará...

UNA SONRISA EN SUS OJOS:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora