Ese día se cumplían dos meses del enlace entre Joel y Erick.
El ojiverde llevaba la cuenta porque, a pesar de que no pensaba sorprender a Joel con cenas costosas y noches repletas de sesiones eróticas, le parecía coherente alimentar su mente con el recuerdo de lo que alguna vez fueron separados.
La escarcha tintaba de un tono níveo el exterior ese día. La nieve caía del cielo y se amontonaba en la entrada principal, bloqueando las salidas. Era jueves y ese día todos estaban destinados a quedarse en el interior, pues ni siquiera los guardias se encontraban con la valentía de salir a despejar la nieve. Fred parecía ser el más preocupado por sus flores y la gélida temperatura.
Fue por la situación en ese día que Erick no se sorprendió al llegar a la cocina con Yocelyn y encontrar a mucha más gente de la normal ahí. Habían puesto más mesas y algunos desayunaban en las islas, conversando entre sí. Al parecer, las jefas de cocina se habían entretenido cocinando algo de chocolate caliente y humeante.
Nada más entrar, los empleados le dedicaron un dulce deseo de un buen día. Erick les correspondió con una sonrisa.
Louis fue el primero en acercarse, humedeciendo sus labios donde residía un rastro de chocolate. Llevaba una taza entre las manos y rasgaba el contenido para llevárselo a la boca.
—Esto es… Tienes que probarlo, boo. Maggie se ha dejado el alma aquí y está delicioso.
—No lo dudo. ¿Me esperas en la mesa de siempre?
—Claro— aseguró Louis, cambiando el tono de voz a algo más agudo cuando comenzó a conversar con Yocelyn animadamente.
Erick se alejó con una sonrisa al verlos. Louis siempre era así, sencillo pero escandaloso. Era tan fuerte… A él todavía le sorprendía algunas veces encontrarlo con ese comportamiento hosco hacia otras personas. Cuando entraba en confianza, podía ser el más dulce del mundo.
Caminó entre los empleados, saludando a algunos cuando se encontraba con ellos. Maggie era una cocinera importante ahí. Era una beta de avanzada edad, que conocía todas las recetas y solía impartir el orden y el respeto hacia los jefes. De hecho, a Erick le costó más tiempo que con los demás que ella aceptara dejar las formalidades a un lado.
Cuando lo vio, con su cabello canoso atado a un moño y unos fanales añil intensos, le regaló una sonrisa e inclinó la cabeza con respeto.
—Buenos días, Erick.
—Buenos días, Maggie. Me han dicho que estás repartiendo chocolate.
—Sí. Te serviré una taza.
—Muchas gracias, amor.
La beta intensificó su sonrisa por el halago y se retiró rauda para cumplir los deseos del que, al fin y al cabo, era su superior.
Erick sabía cuál era su poder ahí. Era el omega del jefe, como la puta de un sultán en ese régimen estamental e irracional. El poder le quedaba demasiado grande. Nunca había levantado la voz, ni había pedido que hicieran algo por él que Erick podía hacer por su propia cuenta. Les deseaba buenos sueños y les agradecía a cada instante, como debía ser. Y por ello, los empleados le tenían más respeto que a ninguno en esa casa.
Era demente la manera en la que Israel había diseñado su propia utopía ahí dentro. Erick no se sentía cómodo siguiendo las órdenes de un hombre que trataba a la gente que trabaja para él como si no tuvieran voz ni pudieran dar pasos solos. La gente ahí dentro, ya fuera en las cocinas o en los jardines, en los pasillos o custodiando las salidas y entradas; todos ellos eran extraordinarios.

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Play || Joerick
FanfictionLa escondida ínsula de Flood Island jamás fue un lugar que destacara por sus ostentosos logros. Sus habitantes bien sabían que las riquezas estaban alejadas del alcance popular, de la naturaleza que los llevaba a sobrevivir entre maltrechos callejon...