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El viaje a Los Angeles fue, en definitiva, una de las mejores cosas que Erick había hecho en su vida. 

Ellos llegaron cuatro días antes del partido. Los habían utilizado para conocer la magnánima ciudad de noche y de día. Habían ido al paseo de la fama, al muelle de Santa Mónica y al de Manhattan Beach, al emblemático museo del Getty Center en el barrio de Brentwood y, por supuesto, al espectacular parque de atracciones Disney. Erick compró una corona ahí, que no se quitó de la cabeza ni una sola vez hasta que regresaron al hotel. 

Porque los ojos del omega iban mucho más allá que sus movimientos. Se emocionaba por cualquier cosa. Él se daba cuenta de ello, al igual que incluso las papeleras eran diferentes ahí que en Flood Island. ¡Todo era distinto, venga ya! Parecía un crío emocionado al descubrir su sombra en esa parte del mundo también. 

Y Joel no podía estar más emocionado al verlo. Era como si su sonrisa no se borrara ni un solo segundo. Cualquier cosa que Erick parecía mirar por más de tres segundos seguidos, al instante era una orden inmediata de adquisición para su alfa. 

Su omega brillaba, y Joel no iba a apagarlo. 

Esa noche era el partido. Ellos se habían vestido de traje y habían lucido un porte sublime, que les había llevado a hacerse una foto estúpida en el espejo del hotel mientras hacían caras peculiares. 

Ahora estaban en el estadio, en el palco vip, rodeados de aficionados que no se querían perder ese encuentro por ningún motivo. Además, se habían sorteado varias entradas en esa parte del estadio también, para que los más afortunados pudieran disfrutar de una experiencia única. 

Erick se vio de un momento a otro rodeado de una bufanda de lana, un cartel en defensa del equipo local y un silbato para llamar la atención. 

Sonrió en cuanto una agradable mujer beta le colocó la bufanda en el cuello. Tejido de un color níveo para resaltar, lucía el nombre de los All blacks, para que todos supieran de qué bando estaba el omega. 

Here it is. Enjoy the game. (aquí está. disfruta el partido)

Thank you— contestó él con una pronunciación marcada, sin entender muy bien lo que había dicho ella. 

En cuanto se giró para buscar a Joel, encontró al alfa algo alejado, conversando animadamente con otros señores en traje. Eran mayores a él y estaban gesticulando exageradamente. Uno era calvo y lucía un traje negro, mientras que el otro se burlaba con una melena castaña y un traje ceniza. Pero Joel destacaba. No solamente por su juventud y su belleza, sino porque demostraba una profesionalidad superior. 

Al sentir la mirada del ojiverde sobre él, Joel no detuvo su conversación al buscar por sus alrededores, hasta que se detuvo en él. Erick le regaló una sonrisa infantil, alzando su silbato carbón para enseñárselo. Joel ladeó una sonrisa sin dejar de hablar, haciéndole un gesto para que fuera con él. 

De pronto los otros dos hombres se giraron a mirarlo, provocando que Erick se sintiera un tanto patético. Aún así, carraspeó su garganta y dio ligeros pasos hasta acercarse completamente, no sin antes dejar el silbato y la mano de gomaespuma que le habían dado también en un asiento libre a su paso. 

En cuanto llegó junto a Joel, el alfa humedeció sus labios y deslizó una mano segura por su cintura. 

—Ellos son Jack y Bob. Jack es el gerente del estadio y Bob es el jefe del equipo cuando Zayn y yo estamos fuera— le contó, alzando las cejas a ellos después—. Él es Erick, mi omega. 

—Hola— comentó Erick animadamente, aceptando con una sonrisa la mano que los dos hombres le extendieron—. Mucho gusto. Encantado de conocerlos. 

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