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El capítulo está dedicado a Benix_15, porque es su cumpleaños y lo merece :)

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La noche caía fosca y lúgubre en la escondida ínsula de Flood Island. 

El ambiente se nublaba con la desgarradora tormenta que sumía la isla, provocando la sombra absoluta en el territorio, cuando las descomunales olas tapaban los alrededores y se desplomaban con más lluvia en el maltrecho lugar. 

En el pueblo, la gente se movía rauda para limpiar el agua que se colaba sin permiso en las deshechas casas, de normal ya húmedas. Esa sería una noche en vela para muchos en Flood Island, para los más desgraciados. Sin embargo, no todos tenían tan mala suerte. Algunos estaban resguardados en murallas férvidas y calefacción ardiente. Las paredes de aquella mansión no acogían el frío y la lluvia. 

Los trabajadores ya dormían como reyes, agradecidos de poseer mantas de lana y té caliente en momentos como esos. Toda la casa parecía proclamar el silencio sepulcral común. Amenazaban a la melodía y creaban una propia escondidos en recovecos que marcaban animalmente. 

Y los altos mandos también lo hacían. 

En aquella habitación sin más iluminación que una parpadeante bombilla, con una puerta de metal que los aislaba del exterior y guardaba bajo su secreto gruñidos y gemidos agudos, Joel y Erick ni siquiera se habían enterado de que prácticamente diluviaba al otro lado del concreto que los resguardaba. 

Estaban ocupados.

Muy ocupados. 

Llevaban alrededor de diez horas ocupados. 

La camisa de seda que el omega vestía era la única superviviente a la masacre que ellos mismos habían creado. Porque si el celo de Joel fue sórdido, picante y demandante; el de Erick lo había triplicado. 

Era ansiedad. Ansiedad por sentir; por dar y recibir a partes iguales. Por calmar y ser calmado. Y era una ansiedad que se entrelazaba con el deseo más lascivo, el más incipiente y erótico. 

Erick estiró su cuello hacia atrás cuando dio un salto más. Sus uñas ya habían rajado el torso de Joel, que lo sostenía por las caderas con tal fuerza que Erick se sentía perdido y completamente nublado. 

Lo estaba montando. 

Y, siendo honestos, Erick ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces en las que Joel y él habían llevado ese enlace a algo sexual. 

No tenía tiempo para pensarlo. 

Dio un salto más, impulsado por sus rodillas. Cuando caía, sus muslos hacían ese sonido vulgar contra la cadera desnuda de Joel, provocando que el alfa gruñera de aquella manera y lo apretara con más fuerza si era posible. El placer se distribuía con estelas de lujuria por su interior; era electrizante y vivo. 

De pronto, Joel coló las manos por la piel de Erick y presionó con fuerza en sus costillas marcadas. Parecían un juego de huesos bajo piel; tan impactante que Joel había perdido largos minutos desesperados en inspeccionar en todos los ángulos esa parte en el cuerpo lampiño del omega. Porque parecía una muñeca. Sin rastro alguno de vello, como si fuera una escultura de marfil. Sabía dulce y lucía dorado. 

Era como un ángel. 

Mejor que un ángel, porque definitivamente Joel dudaba de que los ángeles fueran tan jodidamente obscenos como ese maldito trozo de carne caliente; que saltaba de esa manera y que gimió agudo cuando Joel le rozó con sus pulgares ambos pezones erectos. 

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