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Título:«Love Starts With A Coffee». (Parte 4).

Esa noche Tony, como era usual en él, no conciliaba el sueño. Pero no era por las pesadillas que solían atormentarlo, de ninguna manera. Más bien no lograba sacar de su mente al hermoso rubio de la cafetería; ese rubio cuya sonrisa angelical lo llevó al cielo tan sólo verlo, el rubio de los ojos azules como el mismo Edén.

Empero, él había notado que, pese a su cortesía y que le ofreció su mejor sonrisa, algo andaba mal. Llámenlo paranoico, pero él creyó ver todo un océano de tristeza, dolor y sufrimiento detrás de aquellos bellos ojos.

Fue Peter quien lo sacó de su ensimismamiento, haciéndole poner los pies de vuelta en la tierra. El escuchar la voz de su unigénito llamándolo lo hizo reaccionar y sonrió a medias.

—¿De nuevo con pesadillas, papá? —fue la pregunta de Peter, que se abrazó a su progenitor.

—Deja de preocuparte por eso. No son la causa de mi insomnio, no esta vez. —se sinceró el castaño mayor. Ante la mirada curiosa de su hijo, continuó:—Es... No es nada. —intentó evadir el tema.

—Déjame adivinar. Te gusta el chico rubio que trabaja en la cafetería, ¿cierto? Y no me digas que no, que se notaba desde lejos cómo le coqueteabas.

Demonios, su muchacho era muy inteligente para su edad. Demasiado, diría él.

No le quedó más remedio que resignarse y darle la razón. Suspiró. —Tú dime si estoy loco, pero no puedo evitar pensar en cómo sufre. No me preguntes cómo lo sé. —pocas veces Tony se fijaba en los pequeños detalles, como el lenguaje corporal pero, cuando lo hacía, era un gran observador.

Peter asintió. Sabía que su padre no estaba loco y él también notó algo extraño. Ya se preocuparían de eso mañana.

Domingo. Significaba ir a la cafetería y volver a ver al chico de los cabellos dorados y los orbes azules. Ésta vez él le daría su número y, posiblemente, si el rubio aceptaba, lo invitaría a salir. Sólo para conocerlo, se dijo.

Su única intención era ser su amigo, por el momento. Quería ganarse su confianza, quería ayudarlo. En pocas palabras, quería que fuera feliz. Verdaderamente feliz.

Ése día, Peter se quedó en casa de su tía Nat así que Tony iría solo.

Condujo hasta dicho local, con la esperanza de encontrarlo allá. Por poco saltaba de la emoción como un niño al percatarse de que, indudablemente, sí se encontraba allí. Al entrar, los olores inmediatamente llegaron a su nariz y provocaron que le gruñeran las tripas. Canela, chocolate, café, pan recién horneado, vainilla... Era una total explosión de olores que deleitaba a cualquiera y él no era la excepción.

Se acercó al mostrador y justo iba a hacer su pedido cuando notó, con un gesto de confusión y curiosidad, un bebé en los brazos del rubio. El pequeño dormía plácidamente y la sola vista le causó mucha ternura, derritiéndole el corazón.

—Buenos días. ¿En qué puedo servirle?

Ahí estaba la típica pregunta. Le iba a responder cuando quedó boquiabierto por el asombro. El hermoso rostro se hallaba marcado por una bofetada (sí, la marca seguía fresca y latente) y un moretón en un ojo.

—Señor...—lo llamó el rubio, incómodo, y entonces Tony se dio cuenta de que, literalmente, lo había mirado como un acosador.

—Lo de ayer, por favor. Y un rollo de canela. —respondió mientras buscaba su billetera.

Steve acomodó al niño en el cochecito, junto con sus hermanos, y procedió a alistar su pedido. Una vez obtenido, nuevamente en las manos de Steve cayó un fajo de billetes. Pero eso no fue todo. Un pequeño rectángulo blanco destacaba.

—Es mi tarjeta. —escuchó que le decía el castaño. —Llámame si me necesitas. —y lo que vino a continuación ninguno se lo esperaba.

¿Era normal besarse apenas con dos días de verse, cuando ni siquiera se conocían? No lo sabían, pero ese beso fue todo lo que necesitaron para que se les erizara la piel y les latiera el corazón frenéticamente.

Fue muy penoso para ambos separarse. Sabían que debían continuar cada uno con su rutina, pero lo que más apenaba a Steve era que no lo volverá a ver el resto de la semana sino hasta el sábado siguiente.

¿O tal vez sí?

Sólo tenía que llamarlo. ¿Qué tan difícil podía ser?

Love Starts With A Coffee ☕ (Stucky/Stony) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora