Título:«Love Starts With A Coffee». (Parte 21).
Risas, chillidos de júbilo y alguno que otro llanto se apreciaba en la sala de estar de la residencia Stark. Los cuatro pequeños angelitos se convirtieron en pequeños terremotos en cuanto sus diminutos pies tocaron el suelo y aprendieron a caminar. Las travesuras no faltaron y, por igual, les terminaron de salir los dientes. Otro avance para estos demonios de Tazmania, según Tony, era que habían dejado de chupar pecho. Aquello ameritaba una celebración.
Peter estaba terminando sus estudios secundarios y el próximo año se inscribiría en la universidad.
Tony y Steve se habían comprometido y en unos meses sería su boda. Steve poco a poco superó todo aquello que lo atormentaba. Finalmente podía decir que era feliz.Ya no trabajaba en aquella cafetería donde conoció a Tony. Sin embargo, le preparaba su café todos los días y también el almuerzo para que se lo llevara al trabajo. Lo mismo con Peter para la escuela. Los fines de semana, siempre hacían algo diferente. Picnic, maratones de películas, pijamadas, guerras con pistolas de agua...
Todo era divertido.Un día, mientras Peter terminaba su tarea, Tony y Steve simplemente charlaban planeando cómo sería su boda: qué colores utilizarían, cuántos invitados irían, etcétera. De un momento a otro, sin saber cómo, pasaron de hablar sobre la boda a hablar sobre bebés. Que si sería niño o niña, que cómo decorarían su habitación, que cómo le llamarían... En fin, lo típico de los padres.
Sí, habían tenido relaciones pero siempre usando condón y, cuando no lo usaban, Steve se tomaba las pastillas anticonceptivas. Mismas que le compró Tony y de las que le habló en más de una ocasión. Pero ahora ambos lo querían. Querían, necesitaban un bebé de su unión.
★
Los primeros tres meses no fueron nada fáciles. Steve sentía náuseas e iba al baño a cada rato, además de que su estómago no soportaba ningún alimento. Sólo la sopa y cualquier insumo líquido y a veces ni eso. Sufrió de insomnio al no poder dormir por las náuseas y Tony lo cuidaba.
Al compenetrarse de esa manera con él, Tony también sentía las náuseas. Cuando no era Steve quien vomitaba, era él.
Al llegar al cuarto mes, el vientre de Steve comenzaba a notarse. Las náuseas cesaron y su apetito aumentó. Comía lo que fuera y muchas veces dejaba vacías las despensas. Empezaba la etapa de los antojos y ahora nuevamente fue Tony quien no durmió, a diferencia de Steve, que se la pasaba durmiendo casi todo el día y sólo despertaba para pedir comida o, en la madrugada, para que lo consintiera.
Pero no lo podía culpar. Le gustaba la nueva etapa de sus vidas.
Las visitas al médico se hicieron frecuentes y también las compras en las tiendas para bebés.
Los meses quinto y sexto los cambios fueron más evidentes en el cuerpo de Steve. La ropa que solía usar no le quedaba, su vientre aumentó su tamaño, sus pechos volvieron a crecer (lo que le dolió bastante), se le hinchaban los pies... Un montón de síntomas. A estas alturas ya podían saber el sexo del bebé, así que una visita al médico era lo recomendable.
—Cariño, tenemos que ir al hospital para el ultrasonido. —despertó Steve a su pareja a las 7:30 de la mañana cuando bien sabía que Tony era la persona menos madrugadora que existía.
—Mmmm...—el castaño se removió en la cama para luego incorporarse. Un bostezo salió de sus labios. —Ya estoy despierto.—sus ojos todavía cerrados y su voz adormilada no ayudaban a sostener su mentira.
—Iré a preparar el desayuno. —dijo Steve pero, cuando iba a levantarse, su cuerpo no respondió. Mejor dicho, sus pies no colaboraban. —¿Tenía que ser justo hoy? ¡Estúpida hinchazón!
Sí, ese era otro problema. La bipolaridad del embarazo.
—Yo ya lo hice, tórtolos. Buenos días. —saludó Peter subiendo a ver por qué no se habían levantado, aunque no le extrañó. —Ya los mocosos están listos.
Tony rió al escuchar el apodo y Steve... Steve sólo le lanzó una almohada.
Estos meses serían muy largos y ni qué decir de los que faltaban.
★★
Los meses séptimo y octavo transcurrieron casi sin novedades, exceptuando que Steve estaba un poquito más sensible que antes por lo que había que tener mucho cuidado con lo que se decía enfrente de él.
Como esa vez que Tony sin darse cuenta se pasó de la línea.
—Amor, deja de comer tantos chocolates. —le había dicho al ver al rubio devorando una caja de Ferrero Rocher. —Ya has comido suficiente chocolate.
—Pero el bebé es quien quiere el chocolate. —al rubio le gustaba usar la misma excusa para seguir comiendo lo que quisiera.
—Dije que ya fue mucha azúcar por el día de hoy. Sólo digo que creo que has subido un par de kilos y...
Un llanto lo hizo reaccionar, abofeteándose mentalmente. No debió haber dicho eso y menos sabiendo lo sensible que se encontraba por el embarazo.
—Cariño, lo siento. —Tony le dejó besitos por toda la cara y le secó las lágrimas. —¿Qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas algo?
—Sí, un masaje en la espalda. Este dolor me está matando. Y me debes el masaje de pies.
Dicho esto, lo agarró de la mano para literalmente arrastrarlo hacia el sofá-cama y Tony sólo se dejó llevar.
—Antes de nada, tráeme más chocolate. ¡Ahora! —ordenó Steve echándose en el sofá.
Inmediatamente Tony corrió a la cocina por más chocolate para consentirlo. Ser padre no era tarea sencilla.
★★
Noveno mes.
El bebé se estaba preparando para el nacimiento.
Hacía tres meses, el doctor les aseguró que el bebé era una niña y la esperaban con ansias. Los cuatrillizos se emocionaron por conocer a su nueva hermanita y Peter lo que quería era cargarla en brazos y jugar con ella.
Faltaba cada vez menos. La habitación de la princesa del hogar estaba lista para recibirla y Steve acariciaba su enorme barriga con una mano y con la otra sujetaba a Cacahuate, el adorado oso de peluche. Él había sido imprescindible en todo momento.
Una contracción lo alertó un poco, pero pensó que era falsa alarma hasta que, un minuto más tarde, volvió a sentir la contracción; aunque ahora era mucho más fuerte.
—¡Rompo fuente! —gritó y tanto Peter como Tony corrieron nerviosos y desesperados por toda la casa.
Que si los cuatrillizos estaban en su cochecito, que si la pañalera tenía todo lo necesario, que si esto, que si aquello... Claro, Cacahuate no podía faltar.
★
Peter esperaba con los cuatrillizos en la sala de espera mientras que Tony había acudido con Steve.
Este parto duró menos, obviamente, pero de todas maneras fue muy doloroso. Vestido solamente con una bata de maternidad, Steve se hallaba acostado y abierto de piernas en la cama del hospital. Sudaba copiosamente, se le pegaba el cabello en la frente, de tanto gritar su garganta se secó y apenas lo dejaban descansar de una contracción cuando recién llegaba otra.Tony le limpiaba el sudor con unas toallitas húmedas para bebé que empacó en su bolsillo y sació su sed dándole agua de una botella que también había empacado y que llevó en la pañalera, que colgaba de su hombro. Había de todo.
De nuevo otra contracción. Steve tuvo que empujar con todas sus fuerzas varias veces y casi se desmayaba cuando finalmente se escuchó el llanto de una niña.
Sólo se escuchaban suspiros de ternura y una de las enfermeras cortó el cordón umbilical a la bebé y la limpió para envolverla en una mantita rosada y entregarla a sus padres.
Fue Tony quien cargó a la pequeña. Steve había cedido al sueño de lo cansado que estaba.
Ya la cargaría cuando llegaran a casa. Ahora lo dejaría descansar.
Se lo merecía.
—Bienvenida al mundo, María.
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Love Starts With A Coffee ☕ (Stucky/Stony)
FanficTony y Steve se conocen por medio de un café, pero la vida de Steve es un infierno. ¿Tony se las jugará por él?