CAPÍTULO 24

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   Paola.
*
   Sentí como si abriera los ojos, pero esta vez sabía que en realidad no lo había hecho. Como una sorpresa para mi, yo seguía allí, en el cuarto del hospital. Tenía entendido que si nadie llegaba nadie por mi me sacarían, y hasta donde yo recordaba no había llegado nadie.
   Era muy raro lo que sentía, sentí como si estuviese completa, ya no sentía tristeza ni soledad, me sentía viva.
-¿Ya lo viste?- preguntó la voz de Azul.
-¿A quien?
-Voltea a tu izquierda.
   Yo lo hice.
   A mi izquierda había un sillón tapizado con una tela que parecía amarilla. Encima de él había una cobija a cuartos que tapaba un cuerpo. Del cuerpo sólo se veía su cabeza de la parte tercera, estaba cubierta por brillantes cabellos castaños que por las luz del sol parecían rubios.
   Entonces me di cuenta de quien era. David.
   Mi corazón se aceleró haciendo que una máquina que comenzará s hace un ruido bastante rápido. Al escuchar esto David despertó y el doctor entró por la puerta.
   El doctor comenzó a hacer algunas cosas, pero yo no pude atención, sólo podía ver a David.
   Lucía distinto. Tenía ojeras, como si no hubiese dormido en días, y estaba muy flaco, los huesos de podían ver a través de su playera blanca que era un poco transparente. Me dolió verlo así.
   Después de que el doctor saliera, David se sentó en el sillón  entrelazando mi mano con la de el. Sentí el suave tacto de su piel.
-Paola.- comenzó a decir.- no sabes cuanto... todo esto fue mi culpa. - bajo la cabeza- si yo no hubiese sido tan... tan estúpido como lo fui aquella noche, ti estarías aquí... no sabes cuanto lo siento. - si voz comenzaba a quebrarse. - si pudiera regresar el tiempo, cambiaría eso. No besaría a Michelle por qué a la que en verdad amo, es a ti. - de acercó para acariciar mi cabello-  te extrañe tanto. - suspiro. - sólo quiero que sepas que. No me importa nadie que no seas tú. Te amo. Te amo más de lo que te imaginas. Tu... tu me cambiaste, y me enseñaste a... amar.
   Yo quería decirle un millón de cosas, pero no podía. Lo único que conseguí fue mover un dedo de la mano que el aún sostenía.
   Al sentir eso, David me miró sorprendido. Yo pensé por un momento que iría corriendo a decirle al doctor. Pero no lo hizo.
En lugar de eso se acercó a mi.
-Te amo Paola.- su voz era dulce.
   Tomo mi mejilla con suavidad y me besó.

   David.
*
   La bese. Extrañaba sentir sus labios junto a los míos. Aunque fue por un segundo, un beso suave. Bastó para llevar el vacío que había en mi.
   Me aparte y mire a Paola. Ella no hizo ni un leve movimiento.
   Mi móvil comenzó a sonar.
   Vi la pantalla. Era Diego. Allí fue cuando me di cuenta de que había pasado la noche allí, sin avisar a nadie. Conteste la llamada.
-¿Bueno?
-¿David?, ¿Estas bien?- el se oía alterado.
- Si, estoy bien.
-Te voy a matar- ese comentario me sorprendío bastante- como te atreves a no volver a casa anoche. Nos tenía muy preocupados.
-No me paso nada. Estoy mejor que nunca.
-¿Ya no te preocupa Paola?- Diego parecía confundido.
-No... ya no, por qué ahora se que está bien.
-¿Y como lo sabes?
-La encontré...
-¿La encontraste?
-Si, la encontré.
   Le di la dirección del hospital.
-Muy bien- siguió después.- le avisaré a su madre.
   Y colgó.
   Yo mire nuevamente a Paola, estaba en la misma posición, inmóvil.
   Necesitaba tomar un poco de aire fresco así que me dirigí a la puerta.
-David.

Mi sueño se cumple. #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora