CAPÍTULO 23

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   David
*
   No pude dormir después de mi pesadilla. En mi cabeza sólo estaba la imagen de Paola con un vestido blanco lleno de sangre. No podía evitar pensar que eso era mi culpa, porque sabía que lo era. Si no hubiese besado a Michelle esto no me abría pasado. Si no fuese por mi maldito orgullo ella seguiría aquí, con migo. Podría tocarla, abrazarla, acariciar sus hermosos cabellos.
   Cuando amaneció me levanté rápidamente y me quite la ropa para ponerme una nueva. Al terminar me dirigí a la puerta de salida, gire la perilla.
-A donde vas David- Mi mamá estaba en el sillón.
-A buscar a Paola, sabes que yo...- mi voz era preocupada.
-No, tu no irás. Desde ahora me haré cargo yo de esto...
-Mamá... sabes que, sabes que no me podrás detener.- trate de calmar mi voz la cual era muy fuerte.- con o sin tu permiso las buscaré.
   Ella suspiró.
-Esta bien- dijo después de un momento- pero come algo. Me preocupa Paola, pero también tu.
   Yo corrí hasta la cocina, agarre una manzana y salí directo por la puerta sin decir nada.
-¡DAVID!-escuche gritar a mi madre. Pero hice caso omiso.
   Me metí la manzana al bolso de la chamarra y caminé. Camine como en los últimos días, sin saber a donde ir.
   «Sigue tu corazón, allí me encontrarás» la voz de Paola era muy lejana. Pero yo seguí.

Paola
*
-No creo que este sea su destino.- escuche la voz de la enfermera que se acercaba.
-Si lo es, nadie a venido por ella, tal vez hizo algo malo y no merece vivir.- la voz del doctor tan fría como una noche anterior no tenía ningún sentimiento.
-Creo que todos merecemos una segunda oportunidad, usted...
-Calla... - el doctor levantó la voz.- No tienes permitido hablar de eso.
-Pero doctor, es sólo una niña...
-Una niña que no es lo bastante importante como para seguir viviendo. Y no quiero oír una palabra masas sobre el tema. ¿Entendiste?- en su voz había autoridad.
-Si doctor- respondió la enfermera y se retiró.
   «Tal vez hizo algo malo y no merece vivir». Esa frase taladraba en mi mente. Por supuesto que había hecho algo malo. Le mentí a Michelle. Hice que David mintiera. Yo misma mentí. Había hecho cosas muy malas. Tal vez el doctor tiene razón. No merezco vivir.
-Claro que lo mereces- La voz de azul sonó por no cabeza.
-Azul, le he mentido a todos.
-Pero lo hiciste pensando que era lo correcto. Ese doctor era loco, jamás a sabido valorar nada más que el dinero.
-Pero lo que hice... esta mal.
-Pero ahora lo sabes. Y si sobrevives, podrías arreglarlo.
-Tienes razón, debo confiar en que alguien vendrá.
-Así se habla. Ahora descansa.
   Era raro como, aunque nada de mi cuerpo podía moverse me sentía destrozada por dentro, como si no hubiese dormido en semanas. Así que despeje mi mente y no piense en nada más.

   Un movimiento brusco me despertó. El doctor estaba moviéndome de mi cama, a una con llantas.
-Doctor podemos esperar...
-No... La dejaremos y fin de la discusión.
   Yo quería gritar, patalear, que mi cuerpo respondiera, pero no podía hacer nada.
-Tranquila, todo estará bien- la dulce voz de Azul me tranquilizó y me hizo dormir.

   David
*
   «Ya estás más cerca, lo sientes» La voz de Paola ahora era mas clara.
   No sabía a donde estaba, pero mi corazón se aceleró.
   Corrí, lo más rápido que pude. Con los ojos cerrados. Cuando los abrí estaba enfrente de un hospital. Se me detuvo el corazón al saber que mis instintos me llevaron hasta allí, por qué si lo habían hecho, allí estaba Paola. Herida seguramente.
   No lo pensé ni un minuto más y entre, entre sin decir nada y me detuve en una puerta donde un doctor estaba pasando a un paciente a una cama con ruedas.
   La paciente tenía un pelo castaño hermosa, y su piel era blanca, inconfundible. Paola.
-Alto- grite.
-¿Que hace un niño aquí?- la voz del doctor era gruesa, parecida de película.
-¿Que está haciendo?- pregunte sin más.
-Nadie a venido por ella... por Dios -dijo como si se hubiese dado cuenta de que le estaba dando explicaciones a un niño de 14 años- no tienes derecho de estar aquí.
-Claro que lo tengo- dije con toda autoridad.- ella es mi...- no sabía que decir, por más que quisiera que fuese mi novia, no lo era. Y no estaba seguro si éramos amigos después de esto.- Ella es Paola. Y la dejará aquí.
-A sí. Por qué obedecere a un niño.
-Por qué le pagaré.
   La cara del doctor se calmó y después de un rato dejó a Paola en paz.
   Yo me quedé allí hasta anochecer y dormí.

Mi sueño se cumple. #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora