CAPÍTULO 37

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David.
*
Paola estaba poniéndose su pijama en el baño de mi cuarto. Era extraño pero no se atrevía a entrar a algún otro de mi casa.
Después de cenar, Michelle le pidió a Rubí y a su madre irse a dormir a un hotel. Por más que los padres les rogaron que se quedarán no funcionó. Paola decidió quedarse en mi casa.
- Ya está. - dijo y cerró la puerta del baño detrás de ella.
Llevaba puesta la misma pijama que la noche de la pijamada.
- ¿Por qué te quisiste quedar?- pregunte mientras ella metía su ropa en su mochila.
- Bueno, Michelle y yo no estamos enojadas pero. - cerró la mochila y se sentó a mi lado. - ella no olvida todo así como así, no me hablaría y yo no podría soportarlo.
- Pero, todo se solucionó, ¿No?
- Creo que si.
Paola estaba jugando con un hilo suelto que había en la cobija que cubría mi cama.
- ¿Entonces ya no debemos ocultar nada?- pregunte y puse mi mano sobre la suya.
- No. - dijo sonriendo y me miró.
Yo me acerqué a ella.
- Entonces, ¿Puedo besarte sin temor a nada?
- No lo sé, deberíamos comprobarlo.- se acercó más a mi.
Yo podía oler el aroma de Suu perfume, y podía ver el brillo de sitios ojos cafés. Podía casi sentir el tacto de sus labios contra los míos.
La puerta se abrió y nosotros nos separamos de golpe.
- David. - mi madre nos miró algo sorprendida. - ¿Que estaban?- nos volvió a mirar, primero a mi y luego a Paola. Agitó una mano después para restarle importancia.- No importa. El cuarto de invitados está listo.- y de fue.
Pistola y yo nos miramos y luego reímos a carcajadas.
Después de un rato la lleve a la recámara para que durmiera.
- Me alegro querer Michelle tomará todo mejor.- dijo al llegar.
- A ni también.
- David. - pensó un segundo antes de seguir. - tu... ¿tu sabes que hizo esta tarde Diego?
Su pregunta me pareció extraña.
- No. No lo sé. ¿Por qué lo preguntas?
- Por nada. - dijo.- sólo que, creo que el y Michelle se besaron.
- ¿Por qué crees eso?- pregunte sin poder esconder la sorpresa en mi voz.
- Michelle me lo dijo.- contestó mirando sus manos.
- ¿Muy bien?, pero Diego tiene 7 u 8 años más que ella.
- Lo de. Me dijo que no significó nada, que sólo fue un impulso.
- De acuerdo. - dije y el reloj de la pared dio un único din-don. Las doce.
- Creo que deberíamos dormir.- dije y me levanté.
- Si.- respondió.
- Bien. - yo ya estaba fuera de la habitación, y ella en el marco de esta.
- Bien. - repitió.
- ¿Buena noches?- pregunte y me acerqué a ella.
Nuestra narices se tocaban al igual que nuestras frentes.
Nos estábamos mirando y ni corazón latía muy fuerte y rápido. Me preguntaba si Paola también podría oírlo.
Ella rió sin hacer mucho ruido. Estábamos muy cerca así que sólo pude notar sus mejillas lanzándose.
Ella se acercó un poco más.
- Buenas noches. - dijo apenas rozando sus labios con los míos.
Se separó y cerró la puerta literalmente en mi cara.
Yo recargue mi cabeza en la puerta e inhalé hondo para después reír un poco. Cuando callé pude escuchara Paola reír también del otro lado de la puerta.
Volví a mi habitación, me puse la pijama y me metí a la cama.
No me dormí, sólo me tapé y miré el techo. Era liso. Y pensé en todo lo que había pasado este verano.
Encontré a Paola, quien resultó ser el amor de mi vida.
Me perdí con alguien que apenas conocia.
Mentí, dije la mentira más grande de mi vida.
Di mi primer beso, mi primer beso sin actuar, un beso que en realidad sentía.
Tuve mi primera pijamada, en donde actúe como chica aunque no lo quisiera aceptar en voz alta.
Pensé que me había vuelto loco por escuchar voces.
Me conecte con alguien.
Pensé en un montón de cosas, no paraba, había más, y tal vez habría seguido repasando la lista en mi mente si alguien no hubiese tocado la puerta.
Tomé mi móvil que estaba en el borde de la cama y vi la hora. 2:43am. Volvieron a tocar.
- Adelante. - dije no tan fuerte.
La puerta se abrió y vi una silueta, era de chica así que si, era Paola la única chica que estaba en mi casa.
Cerró la puerta tratando de no hacer ruido.
- ¿Puedo?- preguntó.
- Claro. - respondí enseguida y me hice a un lado para dejarle espacio en la cama.
Ella se acercó.
- Auch. - se quejó y después rió.
- ¿Que ocurre?- pregunté.
- Nada, - rió otra vez. - sólo me pegué en el pie.
Esta vez yo reí con ella.
Los dos nos mirábamos, en la misma cama, juntos y solos.
- ¿Y?- pregunté.
- Tenía miedo. - respondió.
- ¿Por qué?
- No quería dormir sola.
Yo la miré. Mis ojos se iban acostumbrando poco a poco a la oscuridad, y ahora podía ver su pelo en la y el brillo de sus ojos.
- Ven aquí. - le dije y ella se acercó.
Pasó una pierna por encima de mis caderas y rodea mi cintura con sus brazos. Yo rodee la suya con uno de mis brazos y con el otro comencé s acariciar su cabello. Era suave.
Mi corazón latía como jamás lo había hecho, y el de ella también. Era la primera vez que estábamos así, acostados una al lado del otro, el calor de st cuerpo me llegaba a pesar de que los dos teníamos las pijamas puestas.
- David. - su voz sonaba ahogada por mi pecho.
- ¿Que pasa?
- Te quiero.- dijo después de un momento y se acurrucó contra mi.
Suspiré.
- Yo también te quiero.
Me encantaba como el cuerpo de Paola se amoldaba al mío.
Su cabeza bajo mi barbilla, recargada en mi pecho. Nuestros brazos cruzados unos entre otros enlazados final mente en la espalda del otro. Su pierna sobre mi cadera aferrandose para que no la suelte.
Todo era hermoso.
Yo la abrace un poco más fuerte y después dormimos. Abrazados como los niños que éramos.
El uno junto al otro sin querer dejar que ese momento se fuera y escapara para siempre.

Mi sueño se cumple. #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora