CAPÍTULO 39

184 16 0
                                    

David.
*
Todos nos levantamos y el desayuno ya estaba listo, siempre me sorprendía como mi mamá podía hacer las cosas tan rápido y sin que nadie se diera cuenta.
La mesa ya estaba lista y todos finos llegando poco a poco. Cuando yo me senté sólo estaba mi papá y mi mamá con sus platos a medio comer.
- Buenos días. - dije.
- Buenos días. - respondieron los dos.
Me senté y comencé a comer.
Después llegó Diego, Paty y Rubí, Paola y Michelle, evitando ese orden. Todos comimos. Mi madre había hecho una lasaña muy rica y a los 10 minutos todos teníamos nuestros platos vacíos.
- Estuvo muy rico. - Dijo Paola citando terminó.
- Si. - Michelle se limpió ksa boca con una servilleta. - A ver cuando me pasas la receta.
- Es una lasaña normal, sólo tiene un ingrediente secreto. - contestó mi mamá.
Todos nos quedamos callados y ella río.
- No es cierto, te escribiré la receta.
El desayuno terminó sin hablar, todos estábamos muy tristes para decir algo.
Después Michelle se quedó con Diego haciendo no se que, y todos nuestros padres se quedaron en la mesa platicando. Yo fui a la habitación de invitados a ayudarle a Paola a arreglar su maleta.
- No puedo creer que sólo quede hoy. - dijo metiendo un vestido a la maleta.
- Tampoco yo. Fue, muy rápido.
- Lo sé. - dije y le pasé unos de sus zapatos.
Ella los metió y terminó de arreglar su maleta poniendo otro vestido.
La miré, llevada unos pantalones cortos con una blusa color negra, suelta, que cuando alzaba las manos dejaba ver su ombligo, sus pies los cubría con unos tenis comverse también negros.
- Olle. - Comencé a decir sin saber lo quite furia después.
- ¿Que pasa?
Yo me levanté y caminé hacia ella.
- Quiero... - le tome las manos y ella las miró. - quiero perderme...
Al decir esto Paola levantó su cara de golpe para mirarme.
- ¿Que estas diciendo?- preguntó.
- Pues es tu último día. Así que me quiero perder, con tigo.- le toque la barbilla y vi sus ojos, hermosos.
- pero, ¿A donde...?
- No lo sé. Esa es la cuestión de perderse.
Después de eso ya estábamos saliendo por las ventana para que nadie se fuera cuenta, y caminamos sin saber a donde.
Mire a Paola, estaba hermosa, yo sabía que a donde sea que fuéramos a ella le encantaría. Pero en mi mente sólo estaba la playa, así que pedí un taxi y nos llevó hasta allí. Fuimos al mismo lugar que la primera vez que nos perdimos, y estaba igual.
- ¿A sí que no sabías a donde iríamos?- preguntó Paola con la mirada puesta en el mar y sus manos en la cintura.
- La verdad no. - suspire. - fue lo primero que se me ocurrió, esta vez no traigo listo nada.
Me senté en las arena y Paola hizo lo mismo. Nos quedamos viendo a lo lejos.
Yo comencé a pensar. Este verano había pasado por una etapa de mi vidas maravillosa, y de eso sólo quedaba un día.
- Sólo queda hoy.- dije y me tomo un momento para darme cuenta de que lo había dicho en voz alta. Aunque me alivió saber que no estaba fuera de contexto.
- Si.
Un silencio inundó el lugar, lo que me hizo saber que ella también estaba pensado.
- Sólo queda hoy... - volví a repetir. - y nosotros sólo estamos aquí, pensando en todo lo que hemos hecho, sin darnos cuenta de que jamás quedamos en algo concreto.
Aunque yo seguía viendo al horizonte, sentí la mirada de Paola recorriendo mi cuerpo.
- Al parecer tu si te diste cuenta. - dijo después.
Yo me volví y me encontré con sus ojos castaños.
- Claro que me di cuenta- susurre. - desde que el engaño fue descubierto, he pensado en eso todo el tiempo.
Ella dejó de mirarme.
- Paola. - puse mi mano encima de la de ella, y ella, me di cuenta, no pudo evitar mirarlas. - No se que somos.
- Tampoco yo. - Quito su mano de debajo de la mía y se rescosto en la arena.
Yo hice lo mismo.
- Todo es muy raro. - dijo mirando esta vez al cielo lleno de nubes que parecían hechas de algodón.
- Dímelo a mi.
- Nada de todo salió como lo esperaba. Todo fue como un bum de mala suerte. - dijo sin mirarme.
- No todo fue mala suerte.- recordé.
- Claro que, hubo momentos... increíbles. - suspiró.
- Como que nos conociéramos. - dije recordando ese momento.
- O nuestro primer beso.
- O lo increíble que fue que me encontrarás cuando me escapé, o que yo lo hiciera.
- Simplemente es increíble que podamos escucharnos. - río Paola.
- O, cuando nos perdimos. - no pude evitar mirar a Paola, al escuchar estas palabras ella también volteó para verme. - aquí, en esta misma playa.
Paola giró su cuerpo para que yo pudiera verla de frente.
- Como podría olvidar eso. - dijo casi susurrando.
- Yo tampoco lo olvidaré. - Dije y traté de colocar mi cuerpo igual que ella.- Te juro que mi corazón no ha latido así nunca.
- No tienes que jurarlo. - dijo ella sonriendo. - Lo escuché.
Yo también sonreí.
- No fuiste la única que escuchó un corazón que no era el suyo. - dije y ella volvió a reír.
- Ya lo creo, no quería parar. - cerró los ojos.
En ese momento, pensé yo, Paola estaba recordando el beso, en esa playa.
- Fue hermoso. - dijo al final con una sonrisa que se alzaba de un lado.
- Si... - dije en un suspiro
-Y pensar que antes de esto, te veía como un sueño que jamás podría cumplir, como... mi amor platónico - rió.
- Y antes de esto yo, jamás me había enamorado.
- Si Diego no me hubiese dado su dirección o su teléfono, no hubiésemos vivido tantas aventuras.
- ¿A si que por eso nos volvimos a reunir?- pregunte sin ocultar mi sorpresa.
Siempre había tenido esa duda, el primer día que salimos los cuatro, Diego sólo me dijo que íbamos a comer, después llegaron ellas y pasamos toda la tarde juntos, creí que había sido una conciencia.
- Sí. - respondió.
Era muy extraño como ninguno de los dos páramos de reír, cada frase que decidamos era seguida de una risita.
- Todo fue muy raro. - dijo ella volviendo a ver al cielo, y dejando que yo viera su perfil con todas sus curvas marcadas.
- Algo raro, pero perfecto.
Un nuevo silencio nos invadió.
- ¿Quieres nadar? - dije para romperlo.
- No. - respondió sin más. - No tengo con que.
Yo me levanté tratando de no hacer ruido y le agarré una pierna para arrastrarla después por la arena.
- No. - gritaba ella riendo. - David. - no paraba de reír. - sueltame ya.
Yo no lo hice hasta llegar a una parte donde la arena estaba mojada.Ella de sentí aún riendo, pero su risa cayó cuando una ola las mojó toda.
Yo reí sin parar.
- Esta si que me la pagas. - dijo ella y se levantó.
Yo me quedé inmóvil hasta que vi que ella se acercaba corriendo a mi, allí su que corrió. Pero no corrí lo más rápido que podía, pero eso Paola pudo alcanzarse y tirarme al mar.
Pasamos tía la tarde chapoteando y riendo en el agua como casi todas las veces que estábamos juntos.
Al final salimos del mar y nos acostamos en la arena que estaba iluminada por los rayos de sol.
Después de un rato Paola se sentó a ver el horizonte. Yo hice lo mismo.
- David. - dijo después de un rato.
- ¿Que pasa?
- ¿Que es lo que somos?- preguntó sin mirarme.
- No lo sé. Somos... estrella.
Ella sonrió
- No. - me dio un suabe golpe en la pierna. - Esto es serio. ¿Somos amigos?, o ¿Somos dos personas que se quieren pero no se lo demuestran?
- Somos dos personas que se quieren. - dije. - y mucho.
Puse mi dedo debajo de su barbilla y la hice girar delicadamente para que me mirara. Ella yo hizo con sus ojos castaños buscándose en los míos. Acerque su cara a mía, nuestras narices de rozaron. Quería besarla, tenía muchísimas ganas de hacer eso, de tener sus labios que parecían dos pétalos de rosas contra los míos, era la primera vez desde hace una semana que le demostraba que la quiero pero me detuve, por qué la note insegura.
- Creo que... deberíamos... ser... sólo amigos- dijo con su voz quebrada.
Yo me aparte. Y la vi, tenía los ojos cerrados.
- ¿Por qué? - no pude ocultar mi sorpresa.
- Pues yo. - comenzó y abrió los ojos pero clavó su mirada a la arena. - me voy hoy, y, todos saben que las relaciones a distancia jamás funciona, además, tal vez no volvamos a verlos, sería más fácil.
Eso me dolió hasta el fondo, pero tenía razón.
Suspiré.
- Bueno. - dije resignado. - Si eso te hace feliz...
- No. - se apresuró a seguir. - no lo hagas por qué yo sea feliz, hazlo por ti, por nosotros, sólo piénsalo.
Y lo hice. Estar separados sería difícil tan sólo siendo amigos, y novios, siendo novios, la distancia nos destrozaría.
- ¿Y? - preguntó Paola. - ¿Que dices?
- Muy bien. - fije saliendo de mis pensamientos.
- ¿Amigos? - me extendió una mano.
- Amigos. - afirme para después tomarle la mano.
Luego la jale hacia mi y le di un beso muy rápido en los labios.
- ¡David! - exclamó ella.
- Los amigos se dan besos. - afirme.
- Pero no así. - dijo ella riendo.
- Okay. - dije y le tendí de nuevo la mano. - amigos.
- Sin trampa. - me señaló con un dedo.
- De verdad, sin trampa. - reí aún con la mano extendida.
Ella dudo un instante pero me volvió a dar la mano.
- Amigos.

Mi sueño se cumple. #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora