XXVIII.

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Créditos de ilustración a quien corresponda.

El sol brillaba en la cúspide del cielo, acompañado de las esponjosas nubes que daban la sombra necesaria y hacía el clima mucho más perfecto, lo cual resultaba un milagro ya que la mitad de agosto siempre prometía ser calurosa y sofocante. Pero tú estabas contenta, el traje de heroína relucía debajo de la luz y destacaba la llamativa paleta de colores mientras caminabas por la pasarela hacia el gimnasio donde aguardaba el grupo de adolescentes.

Desde que formalizaste tu relación con el héroe número uno tuviste que reducir la ajetreada rutina que llevabas, reemplazando el patrullaje cotidiano por clases especiales en la U.A y dirigir talleres teóricos de capacitación estratégica para los estudiantes. No es que te quejaras, porque te alegraba la idea de descansar del continuo riesgo de estar al borde de la línea ante cualquier emergencia, pero lo cierto es que habías cedido por petición de quien iba a ser tu futuro esposo.

Tres meses y estarían juntos en el altar. Realmente te emocionaba el pensamiento, aunque en algunas ocasiones te aterraba el hecho de que pudiese arrepentirse a último minuto y dejarte plantada en la ceremonia porque no se sentía listo... definitivamente tenías que borrar esa escena de Sex on the City de tu mente o estarías angustiada hasta después de la luna de miel.

Abriste las puertas del gran edificio, encontrándote con la mirada entusiasmada de los jóvenes a quienes entrenarías y también algunas caras conocidas de colegas. El grupo tuvo diversas reacciones pese a que ya sabían que serías su profesora, pero fue la reacción de la oveja verde que te sacó una sonrisa cuando agitó su mano y saludó con mucho cariño. ¡Por supuesto que lo conocías! Midoriya era uno de los mejores amigos de tu hijastro, el mismo chico que pensaste era su novio porque no se despegaban uno del otro, no fue hasta después que Shoto te presentó a su novia (y descubriste que no era secretamente gay).

—Yo no estoy aquí para juzgar, todos en esta familia somos open mind y quien sea que te guste estaremos apoyándote —dijiste, sirviéndole limonada a los menores que se sentaban para la cena.

En ese instante, Touya casi escupe su bebida, Natsuo se ahogó con un arroz y Fuyumi asintió efusivamente dándote la razón. Menos mal que Enji apenas bajaba las escaleras y no escuchaba la perorata.

— ¿Verdad que sí, cariño? —preguntaste, tu mano en la cadera y la otra apuntando al mayor con un cucharón de ensalada.

El Todoroki asintió, sin saber a que se estaba refiriendo pero dando su aprobación a lo que sea que estuvieras diciendo. Había aprendido a jamás contradecir a una mujer con raíces hispanas—. Por supuesto, mi cielo.

Volviendo al presente, escuchaste como los demás profesores daban las normativas para el ejercicio que estarían practicando ese día, luego de oír las elocuentes exclamaciones de Yamada y uno que otro comentario disperso de los alumnos.

—Ahora, ¿alguna duda o pregunta que le quieran hacer a Shio antes de iniciar? —cuestionó el Eraserhead, observando a todos.

El silencio se instaló en el lugar, supusiste que eran un poco tímidos al principio. Sin embargo, de pronto hubo un estallido y resonó el estruendo de un gran griterío entre el rubio de tonalidad ceniza y el chico que se llamaba Kirishima (según sus datos recogidos por el presidente de la clase).

— ¿Cómo puedes soportar eso? —interrogaste al bicolor que se había acercado para mencionarte algo

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— ¿Cómo puedes soportar eso? —interrogaste al bicolor que se había acercado para mencionarte algo.

Él suspiró con cansancio, mirándote como si fuese lo más obvio del mundo y se llevó la mano a la barbilla en gesto pensativo—. Tenemos a papá todos los días, no es como que sea muy diferente y mucho menos cuando grita mi nombre aunque estoy en la sala, y él en la cocina.

Tus hombros temblaron, aunque intentaste retener la risa no pudiste contener la carcajada que brotó y atrajiste la atención del resto, quienes pensaban que había sido tan gracioso para causar esa reacción en ti

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Tus hombros temblaron, aunque intentaste retener la risa no pudiste contener la carcajada que brotó y atrajiste la atención del resto, quienes pensaban que había sido tan gracioso para causar esa reacción en ti.

—Eso es lo que más me divierte de tu papá.

Mírame ↳ Enji Todoroki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora