Mírame ↳ Enji Todoroki

XXIX.

One Shot.

Primera parte. Tentativa segunda si les gusta mucho la idea, pueden dejarlo en los comentarios.

Se supone que esta fue una "petición" (lol, la única que me han hecho). Así que aquí voy.

❤️

(Nombre) resopló, cargando las revistas con ideas de bodas que su mejor amiga había dejado encima del escritorio y las colocó junto al papeleo que alguno de los pasantes debía buscar alrededor de unos minutos. Luego miró su reflejo en el espejo que guardaba en la gaveta, retocando algunos mechones rebeldes de su cabello que había decidido mantener así para la celebración y darle un toque más dulce, quizás genuino, porque poco a poco sus inseguridades fueron desapareciendo, ya que hizo las pases consigo misma y prefirió disfrutar de las alegrías que la vida le ofrecía cada vez que despertaba junto a Enji Todoroki.

Casualmente, el pelirrojo ingresó a la oficina sosteniendo una bonita maceta de orquídeas que depositó en el alféizar de la ventana y corrió las cortinas para que entrara la luz del sol. Le dio un beso a su amada, sonriéndole como si ella pusiera las estrellas en el cielo.

—Te ves maravillosa hoy, tan radiante —la cortejó, acariciando su melena con cariño, dándole tiernos besos en todo el rostro mientras ella reía.

— ¿Alguien está de buen humor esta mañana? Los chicos deben estar sorprendidos porque no haz quemado nada todavía —bromeó, tocando las mejillas de su prometido hasta encontrar el vello de su nuca y rascándolo con su manicura carmesí.

—Que le agradezcan a Dios el descanso que se están tomando durante estos días, cuando nos vayamos de luna de miel sabrán lo que es sufrir sin mí en lugar de Touya —contestó el mayor, acercándola por la cintura, besando el costado de su cuello y restregando la aspereza de su barba contra la piel ajena.

Shio golpeó suavemente sus pectorales, riendo cuando distinguió la expresión de travesura que su futuro esposo solía poner cuando se refería a su equipo y el liderazgo de su hijo—. Eres muy malo, Enji.

— Pero nunca contigo, amor mío —respondió, atrayendo el cuerpo de la fémina a la calidez de su pecho, oliendo el perfume a granada que llevaba y encontrando paz en la dulzura de la muchacha.

—Quisiera ir al registro y casarnos así como estamos justo ahora, con nuestros trajes de héroe y 5 horas de sueño —dijo, aferrándose al firme abrazo de Endeavor, delineando las cicatrices en su rostro.

—Yo también, cuento los días para que podamos hacerlo —murmuró, presionando un beso en la coronilla de la más baja y suspiró en cuanto sintió los pasos hacia la oficina. Tendrían que salir de su burbuja de amor pronto—. Pero quiero hacerlo bien, desde el principio y darte lo mejor, porque lo mereces, eso y mucho más.

Ella sonrió, sus orbes llenándose de pequeñas lágrimas que cayeron por las sonrojadas mejillas repletas de ternura por los momentos de sensibilidad y confort con el amor de su vida. Abanicó su cara para serenarse un poco, manteniendo la fachada de sobriedad que mostraba en el ejercicio de su profesión y rió cuando el pelirrojo la sujetó para darle un último beso.

—Aún tenemos que decidir si cheesecake o red velvet —soltó la mujer, trayendo a memoria la divertida discusión de la familia Todoroki sobre cual debería ser el postre de la boda.

—No hemos dicho cuál será la temática de la boda y ustedes solo piensan en la comida —carcajeó, colocando un mechón de cabello detrás de la oreja de (Nombre)—. Y tú creyendo que los niños no te aceptarían.

—Antes tenía miedo, Enji, pero ya no —afirmó la heroína, sintiendo que su corazón se aceleraba cuando imaginaba el momento del vals.

Los ojos turquesas del hombre brillaron con emoción, cautivado por la historia que estaba escribiendo junto a la única mujer que le había entregado su corazón de manera plena y voluntaria, reviviendo sentimientos y emociones que creía muertos; ayudándolo a convertirse en su mejor versión, especialmente para él y para sus hijos, aunque en el proceso se había enamorado de ella, de su amabilidad, inteligencia, elocuencia y resplandeciente faz. Era el claro ejemplo de que ningún mal dura mil años, ni tampoco hay cuerpo que lo soporte y pese a su condición de pro héroe, (Nombre) había demostrado que si existe su parte más suave e inofensiva, dejando a Enji como 118kg de puro amor y actuando como un cachorro sediento de su toque.

Unos golpes interrumpieron la atmósfera, haciéndolos separarse pero conservando las manos unidas en lo que el nervioso pasante abría la puerta y saludaba a los superiores con una cara de terror como si hubiese visto al mismísimo All for One.

—Perdón, señorita Shio, pero hay un hombre en recepción que pide verla y dice que es su padre, pero no tenemos ningún registro de ello —habló entrecortado, temblando ante el avivamiento de las flamas de Endeavor cuando escuchó lo que había dicho.

—Espera, ¿mi padre está aquí? —chilló la mujer, volteando y mirando a su pareja con la expresión del chico hasta palidecer.

— ¡Ustedes dos dejen de entrar en pánico! No es el fin del mundo, nadie ha muerto tampoco como para que reaccionen así —exclamó Enji, refiriéndose a ambos. Observó a la menor, pasando sus pulgares por los pómulos y enfocó la mirada en ella, haciéndola reaccionar—. Descuida, todo estará bien, no hay nada de que preocuparse porque yo estoy aquí para ti, ¿sí?

— ¿Me lo prometes? —murmuró, tragando saliva en lo que decidió que sí lo recibiría en su despacho.

— Siempre.

_

¡Estoy de regreso, amix!