XVII.

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Título: Dulce.
Palabras: 9150.
Aviso: AU! Sin quirks.

—A su vez, distinguimos ambos términos que son totalmente diferentes pero que guardan relación entre sí —expuso la profesora, (Nombre) era de las más jóvenes en la escuela de la pequeña comunidad— y ustedes me la explicarán en un ensayo de mil palabras mínimo. Abordarán que es un líder y que es autoridad, además de mencionar por qué debe ser legítima. Hasta el lunes, chicos, que tengan un buen fin de semana.

Era un viernes. Los adolescentes se relajaban porque fue una semana bastante agitada en cuanto a las actividades de la escuela, las tareas del hogar y ni hablar del trajín en cuanto al festival de otoño que se organizaba en el pueblo. A la muchacha le gustaban esas fechas, particularmente, la gama de colores reinante del bosque y poder hacer cuadros con las hojas secas que caían de forma suave sobre sus enaguas. Pero el rojo era su favorito, podría usarlo en postres, vestidos, decoraciones y otros, hasta que se encontró los orbes turquesas de Enji Todoroki, el cazador más atractivo, quien se adueñaba de las miradas femeninas cuando llegaba a algún sitio pisando fuerte, vistiendo sus típicas camisas de cuadros, pantalones ajustados, botas y un hacha sobre su hombro. Así que no era de extrañarse que despertara los deseos primitivos de las mujeres, porque era un sueño que ese imponente hombre de fogosa e intenso porte notara tu existencia... en el caso de (Nombre), que solo tenía veintitrés años de edad, él se detenía a charlar y decirle, con impresionante caballerosidad, que estaba tan radiante y esplendorosa como el sol por las mañanas.

Sí, la gente murmuraba que él era demasiado viejo como para pretenderla y eso había generado una serie de riñas porque al pelirrojo no le agradaba ser la comidilla de los chismosos. No le importaba la vida del resto, por lo que esperaba que fuera recíproco aquello y bueno, sabemos que eso sería casi imposible. Aún así, le regalaba flores, le visitaba e incluso la buscaba cuando finalizaba la tranquila jornada al mediodía para que almorzaran juntos. Los jóvenes de su edad se habían desilusionado, lanzando las cartas románticas al fuego y su amor unilateral al pozo ubicado en la plaza central, porque no competirían con el líder. Mientras que, las viudas y solteronas resoplaban irritadas, ofendidas enormemente por la insolencia de esa chiquilla al robarles tal partido cuando poseía las opciones que ella desease por ser joven, hermosa e inteligente. ¡No! La de cabellos negros tenía que reclamar al susodicho, el cual vivía con sus cuatro dulces retoñitos. 

Borró la pizarra, guardó los libros en su mochilla y cerró la puerta del aula. Quería tomar un baño de burbujas, beber licor de fresa casero y leer un libro después de realizar su rutina. Aunque sus planes se verían arruinados por algo mucho más emocionante, puesto que Shoto, el quinceañero de mechones bicolor le llamó haciendo gala de su sutileza, cuando la vio dirigirse hacia su vivienda —que casualmente quedaba muy cerca de la suya en esa dirección.

—Oh, Shoto. ¿Cómo estás? —saludó con amabilidad. 

—Bien, señorita. Papá me pidió que le dijera si quería ir a una cena especial que haremos hoy.

Ella lo pensó dos veces. Los hijos de Enji eran lindos solecitos que brillaban si hallabas su punto más blando, claro está que le costó un poco que la aceptaran al principio y tuvo que eliminar esos prejuicios. Al final, con galletas, tartas de frambuesa, sonrisas y conversaciones amenas, la azabache había conquistado sus corazones. Porque la pureza que residía en su interior era majestuosa e inigualable, no había mejor candidata para asumir ese rol de madre y esposa de su padre, quien necesitaba un amor que le derritiera sus bordes congelados.

—Está bien, muchas gracias por tomarme en cuenta. Es todo un placer para mí —contestó, los ojos heterocromáticos del menor centellearon de alegría. 

Observaste tu reflejo en el espejo de la salita de estar, satisfecha con el resultado de una tarde dedicada completamente a preparación para la velada

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Observaste tu reflejo en el espejo de la salita de estar, satisfecha con el resultado de una tarde dedicada completamente a preparación para la velada. Recogiste los rizos negros en un peinado bonito, te maquillaste de acuerdo al evento, un vestido blanco con delicados arabescos azules y zapatillas porque los tacones no eran lo tuyo. ¡Como olvidar el postre que horneaste en tiempo récord! El cual reposaba en la mesa del comedor. Aunque eras torpe, para tu fortuna, todo había salido como ansiabas y sonreíste cuando tocaron la puerta de madera oscura, debía ser tu noble pretendiente. 

Todoroki contuvo la respiración, le quitaste el aliento cuando sonreíste y pusiste un mechón suelto detrás del vértice de tu oreja. Si los ángeles guardianes existían como en los relatos que le narraba su madre para dormir, apostaba sus audaces habilidades estratégicas y físicas que sus irises tenían el honor de deslumbrarse con uno—. Estás muy... wow.

—¿Es demasiado? —parpadeó varias veces que le hizo fijarse en las largas pestañas.

—No, no, para nada. Es que estoy extasiado, ni siquiera puedo encontrar las palabras para decirte lo preciosa que estás, bueno, siempre es así pero hoy... —casi se atraganta con la saliva y rascó su cuello nervioso, por eso reíste. Era adorable de verlo.

—Sí, entiendo y gracias, tú también estás muy guapo. 

No pudiste evitar morderte el labio inferior, porque se veía como un pastelito red velvet y te encantaba. No pudiste contener un suspiro que él no pasó por alto, sabía las sensaciones que generaba en ti. Esa camisa gris acentuaba su piel blanca, su cabello rojizo y las pupilas dilatadas. Oh, sería increíble. 

 

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Mírame ↳ Enji Todoroki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora